El debate sobre el papel que deben desempeñar los actores no estatales en la educación es divisivo. El diálogo se hace aún más difícil debido a la prevalencia de los mitos que circulan sobre el tema. Una serie de blogs en este sitio abordará los 10 mitos enumerados en el Informe GEM 2021/2 sobre los actores no estatales, con el objetivo de suscitar el diálogo. Háganos saber su opinión en la sección de comentarios.
El debate sobre los actores no estatales en la educación suele suponer una clasificación binaria: escuelas públicas y privadas. Pero, en la práctica, el panorama es más complejo y las distinciones son mucho menos claras.
Los proveedores no estatales son un grupo muy diverso. Los actores no estatales son muy heterogéneos. Tienen diversas opiniones sobre su papel en la educación. Se incorporan al sector educativo por diversas razones relacionadas con ideas, valores, creencias e intereses. Muchos entran en acuerdos organizativos formales o informales con el gobierno, incluyendo la contratación y las asociaciones público-privadas, que difuminan las líneas de distinción.
Aunque los actores suelen tener un propósito definido (por ejemplo, provisión, financiación, regulación, gestión), con términos de referencia acordados (por ejemplo, objetivos, periodo de tiempo, recursos compartidos), los procesos que los rigen no son limpios, ordenados, lineales, racionales o colaborativos. El poder entre los actores estatales y no estatales no está igualmente compartido o equilibrado.
La recopilación de datos estándar no refleja los numerosos y diferentes vínculos entre los actores estatales y no estatales en la educación. El Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU) es la principal fuente de datos sobre la matriculación en centros públicos y privados. Define los centros educativos privados como aquellos que “no son operados por una autoridad pública, sino que están controlados y gestionados, con o sin ánimo de lucro, por un organismo privado (por ejemplo, una organización no gubernamental, un organismo religioso, un grupo de interés especial, una fundación o una empresa comercial)”. Una dimensión de la provisión no estatal que no suele reflejarse en los datos se relaciona con los actores no estatales que gestionan escuelas que son propiedad del Estado. Un análisis de 211 perfiles nacionales realizado para este informe en nuestro sitio web PEER encontró que este era el caso de los actores privados en 29 de 96 países, de los actores religiosos en 17 de 83 países y de otros actores no estatales en 19 de 81 países.
La definición de escuelas privadas del IEU tampoco refleja la distinción entre las escuelas privadas que reciben financiación pública y las que no. Un análisis realizado para el Informe GEM 2021/2 mostró lo entrelazada que está la educación estatal y la no estatal: hay escuelas no estatales subvencionadas por el gobierno en 171 de 204 países: Entre ellas se encuentran las escuelas privadas en 115 países, las escuelas confesionales en 120 países y las escuelas de organizaciones no gubernamentales (ONG) y comunitarias en 81 países.
La línea que separa la educación terciaria estatal de la no estatal es especialmente borrosa. Los actores no estatales no solo participan en la prestación de servicios en el nivel terciario, sino también en la financiación y la influencia de las instituciones públicas y del sector en su conjunto. Un ejemplo bien conocido es el del Reino Unido, donde la mayoría de las universidades se consideran públicas y reciben una importante financiación gubernamental, pero están controladas por actores no estatales y, por lo tanto, se consideran privadas en las estadísticas internacionales. El aumento de la oferta transfronteriza de educación terciaria complica aún más las líneas de propiedad y regulación. Las sucursales de las instituciones públicas de educación terciaria de Australia, Reino Unido y Estados Unidos se consideran instituciones privadas en Malasia. En Viet Nam, la Universidad RMIT y la Universidad Británica de Vietnam, gestionadas por instituciones públicas, se consideran universidades privadas, mientras que la Universidad Vietnamita-Alemana y la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hanoi, también conocida como Universidad Vietnamita-Francesa, están registradas como públicas.
La Universidad de Nairobi, la mayor y más antigua universidad pública de Kenya, recibe la mayoría de sus fondos de fuentes privadas y aplica un enfoque empresarial a la gobernanza, centrado en la generación de ingresos y el aumento de las prácticas empresariales de la institución. Legalmente, la Universidad Islámica Internacional de Malasia es una institución pública, pero se rige por la Ley de Sociedades, con un consejo de administración que incluye cinco miembros de países musulmanes y un representante de la Organización de Cooperación Islámica. En Viet Nam se fundó una universidad como centro de formación de una filial de una empresa estatal. La filial se privatizó posteriormente, pero la universidad sigue reivindicando su afiliación a la empresa madre estatal.
Las distinciones borrosas pueden amenazar la transparencia de las decisiones en la elaboración de políticas. Las distinciones borrosas entre actores estatales y no estatales se extienden hasta el punto de que ciertas personas intercambian puestos, pasando de representar a organizaciones estatales a otras no estatales; igualmente, hay actores no estatales que se dedican a apoyar la educación estatal; y organizaciones a las que se les confía la protección y promoción de la educación pública, pero que pueden socavarla con sus acciones.
Las distinciones borrosas hacen que el diseño de acuerdos de gobernanza eficaces sea complejo. En Cabo Occidental, Sudáfrica, por ejemplo, cuando el Estado traspasó la responsabilidad de la transformación de las escuelas públicas a actores privados, el Estado mantuvo la responsabilidad reguladora de la gestión del contrato, pero se modificó la naturaleza de la responsabilidad de la prestación de servicios públicos.
Las definiciones influirán en las percepciones sobre el papel de los actores no estatales. El mito de que los actores estatales y no estatales pueden distinguirse claramente interfiere en la comprensión de cómo trabajan los actores a nivel individual y si existe apoyo para sus acciones. Por ejemplo, varía cuánto apoyo brindan las ONG a los proveedores de educación no estatales y, en particular, a los privados. Una encuesta realizada para el Informe GEM entre los miembros de la Campaña Mundial para la Educación muestra una gama relativamente diversa de posiciones. Entre los 49 encuestados, el 43% expresó una opinión negativa sobre la provisión con fines de lucro, pero el 12% la apoyó; asimismo, el 41% expresó una opinión negativa sobre las asociaciones público-privadas, mientras que el 20% las apoyó. Aproximadamente un tercio de los encuestados en ambos casos expresó una opinión mixta. En cambio, dos tercios de los encuestados apoyan a los actores sin ánimo de lucro, como las escuelas comunitarias y las ONG, y valoran su contribución al apoyo que se brinda a los niños en zonas de difícil acceso.
Es importante acabar con el mito de que los actores estatales y no estatales pueden distinguirse fácilmente antes de empezar a abordar otras cuestiones relacionadas con los actores no estatales, y por ello figura en primer lugar en nuestro informe. Ayuda a ir más allá del uso de dos categorías amplias (es decir, privado o público) que no siempre son precisas, y en su lugar plantear preguntas más significativas sobre cómo garantizar la calidad, la equidad y la inclusión en la educación cuando los actores no estatales están involucrados.
Nota publicada en el Blog de la Educación Mundial de la UNESCO, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: Blogs de la Educación Mundial
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