Por: Miguel Martínez Delgadillo
Luego de terminada la COP16, ¿Qué se logró? ¿Qué quedó faltando? ¿Qué tal le fue a Colombia como anfitrión? Y, luego del encuentro en Cali, ¿al olvido estas preocupaciones sobre la biodiversidad? Expertas javerianas e internacionales analizan las decisiones de este evento internacional
Ya parece un hecho lejano que Cali recibió la COP16 de Biodiversidad en donde reunió a 196 países para discutir y tomar decisiones frente la conservación de la diversidad biológica del planeta. ¿Cuál es el balance? Difícil referirse a una sola lectura. Muchos participantes indican que hay que separar por capas este evento para analizarlo… Eso sí, sin duda, el balance es agridulce en cuanto a los objetivos de la reunión.
La acción principal se desarrolló en la Zona Azul, en las afueras de la ciudad, con la participación de delegados de 191 gobiernos para aterrizar con planes concretos el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal (MMB), discutido hace dos años en la COP15. Este documento es una hoja de ruta que plantea retos a superar en 2030 en materia de deforestación, sobreexplotación, cambio climático y contaminación por causas humanas.
Sin embargo, a pesar del compromiso que tenían las naciones de llegar con sus planes de implementación de MMB, al final del evento en Cali, solo 44 países socializaron sus rutas de trabajo, de las cuales brillaron por su ausencia las propuestas de los países desarrollados. De esta manera, proyectar un monitoreo a los planes y llegar a consensos sobre cómo cumplir con las metas al 2030 no fue posible del todo.
Muestra de ello fue que, tras doce días de negociación, y en medio de una última reunión de más de 13 horas continuas de diálogos, el tiempo se acabó y la sesión plenaria se suspendió por falta de quórum. Varias delegaciones tenían los vuelos de regreso a sus lugares de orígenes y se retiraron antes de finalizar las últimas negociaciones. Si bien esto no significa que la discusión se termine, seguramente deberá continuar de manera virtual.
Los logros de la COP16
Uno de los logros más celebrados fue la creación del órgano subsidiario del Artículo 8J. Este abre un espacio permanente dentro del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) para pueblos indígenas y comunidades locales con el fin de consultar con ellos las decisiones y programas que se quieran implementar. Así, podrán fortalecer acciones y proyectos asociados a sus saberes tradicionales, innovaciones y prácticas.
“En el pasado éramos vistos como lo retrógrado, que teníamos que ser modernizados y reemplazados por la ciencia. Pero es un hecho que la mayoría de especies conservadas en el planeta están en tierras de comunidades indígenas”, explicó Joji Carino, experta en derechos de pueblos indígenas y ex miembro de la Junta de Asesoramiento Científico del Secretario General de las Naciones Unidas.
“Con este acuerdo logramos tener el mismo estatus que el órgano científico del Convenio. Las decisiones deberán ser consultadas con los pueblos indígenas, las comunidades locales y, a partir de nuestro conocimiento ancestral, daremos nuestros conceptos”, agregó Carino en diálogo con Pesquisa Javeriana.
En una línea similar, las comunidades afrodescendientes fueron reconocidas como actores fundamentales en el cuidado y la protección de la biodiversidad, una apuesta liderada por Colombia y Brasil. Con este paso, los afrodescendientes son incluidos en el CDB, lo que les permitirá acceder a financiar sus iniciativas de gestión sostenible de la naturaleza y a participar en discusiones ambientales globales.
Previamente, se logró un acuerdo para conservar áreas marinas de alto valor ecológico y biológico (EBSAs por sus siglas en inglés). Este permitirá identificar y conservar áreas marinas en aguas internacionales a fin de mantener y fortalecer los servicios que ofrecen los ecosistemas al largo plazo. Un grupo de expertos de diversas regiones del mundo se encargará de identificar e ir actualizando las EBSAs basándose en criterios científicos.
Igualmente, se adoptó el Plan de Acción Mundial sobre Biodiversidad y Salud, una hoja de ruta que contribuye a visibilizar y reconocer los vínculos entre la salud y la diversidad biológica.
Una negociación espinosa, con avances limitadosUno de los puntos más discutidos en esta versión de la COP de Biodiversidad fue el de recursos genéticos y de las secuencias genéticas de especies nativas que se cargan a bases de datos de acceso público. La discusión se dio entorno a definir cómo y quiénes pueden utilizar la información genética de la flora y fauna en todo el planeta.
Para Myreya Pinedo, profesora del Departamento de Biología de la Pontificia Universidad Javeriana, este es un tema sensible para países megadiversos como Colombia. Aseguró que, aunque hubo avances en la negociación, el camino hacia un acuerdo justo aún está en proceso.
“Al realizar investigaciones genéticas y compartir las secuencias en bases de datos abiertas, se permite que empresas y consorcios extranjeros —con fines comerciales, como en los sectores de cosmética, farmacéutica y biotecnología— accedan y aprovechen estas secuencias sin ninguna retribución al país de origen”, aseguró.
Por su parte, las autoridades indígenas participaron también de la negociación y se mostraron abiertos a este tipo de investigación científica, siempre y cuando, se brinden las garantías necesarias para que el proceso reconozca sus conocimientos y se les retribuya por su labor en conservación de los ecosistemas.
“Esperamos que los recursos genéticos y las secuencias digitales que se extraigan de nuestros territorios, sean bajo el consentimiento previo, libre e informado que establece el estándar internacional de los derechos humanos”, declaró Jonny Castro, asesor de la Mesa Permanente de Concertación con los pueblos indígenas colombianos.
Para responder a uno de los puntos sensibles de este tema, se creó el Fondo Cali, un mecanismo multilateral para recaudar recursos económicos provenientes del uso de la información genética digital de la naturaleza. El fondo deberá velar por un reparto justo y equitativo de estos dineros a los países megadiversos.
Por ello, los sectores farmacéutico, biotecnológico y agrícola aportarán parte de sus ganancias a proyectos de conservación y restauración de la biodiversidad. Algunos expertos calcularon que este recaudo podría alcanzar los mil millones de dólares cada año. Por ahora, estos aportes son voluntarios, pero se espera que más adelante se tenga una relación vinculante.
“Aunque aún no se define el mecanismo, la idea es que las empresas que se beneficien económicamente de estos recursos también contribuyan al esfuerzo global de conservación, compensando a los países de origen y promoviendo un uso más justo y ético de la biodiversidad”, explicó la profesora Pinedo.
Los pendientes de la COP16
Dentro de los temas que quedaron en el tintero está uno de los fundamentales para los planes futuros: el de la financiación. Por ahora, los aportes de países desarrollados seguirán siendo voluntarios para sostener acciones de conservación de la biodiversidad.
Se planteó crear un nuevo fondo, pues el actual Fondo Mundial para el Medio Ambiente está bajo las directrices de la Conferencia de las Partes, y por tanto, depende de las decisiones de los países desarrollados, varios de los cuales no han ratificado el Convenio.
Se había planteado como meta recaudar 200 mil millones de dólares cada año hasta el 2030 para la conservación y monitoreo de la biodiversidad, con la expectativa de que los fondos llegaran, principalmente, de los países del norte global. Sin embargo, no se logró un acuerdo frente a este punto y tendrá que seguir la discusión en los próximos meses.
En materia genética, aunque se avanzó en la propuesta, la profesora Pinedo enfatiza en que la COP16 dejó pendientes algunas decisiones críticas en relación con el Fondo Cali y la gestión de los recursos genéticos. Primero, se necesita un acuerdo sobre qué empresas se beneficiarán de esta información y cuál será su contribución al fondo. Esto incluye establecer un porcentaje o monto específico y definir la frecuencia de los aportes.
“Queda por definir cómo se distribuirán los recursos: si los países megadiversos tendrán prioridad o si los fondos se asignarán en función del origen de las especies utilizadas”, cuestionó la investigadora javeriana.
Finalmente, es esencial decidir cómo los países podrán emplear estos recursos. La expectativa es que los fondos se destinen a fomentar más investigación, permitiendo que los países de origen no solo protejan sus recursos, sino que continúen avanzando en la ciencia y la tecnología genética de las especies nativas.
La COP de biodiversidad, más allá de los resultados
Durante la COP16, las profesoras Dayana Becerra, de la Facultad de Ciencias Jurídicas, y Ana Mauad, directora de Relaciones Internacionales, ambas de la Universidad Javeriana, participaron como observadoras académicas en las sesiones plenarias.
Para ellas, a pesar de las críticas, la COP16 fue un espacio valioso porque permitió no solo tomar acciones por parte de los gobiernos, sino sensibilizar sobre la necesidad de cuidar el ambiente.
“El hecho de que muchos medios hablen de estos temas, que se hubiera creado una zona abierta al público, que las instituciones y empresas visibilicen el cuidado de la biodiversidad, es un objetivo de Naciones Unidas. No se trata solo de lo específico que se negocia, sino del impacto que pueda tener en la opinión pública”, explicó la profesora Mauad.
“Hasta 1992, que se firmó el primer Convenio de Diversidad Biológica, no había ningún mecanismo internacional para trabajar estas problemáticas. Fue a partir de este que se empiezan a construir instrumentos jurídicos, mecanismos de cooperación y financiación que año a año van creciendo”, agregó.
Por su parte, Dayana Becerra resaltó la COP16 como un espacio de encuentro que difícilmente se podría dar en condiciones normales. “Estos eventos son una estrategia de crecimiento democrático en la medida en que diferentes actores se ven convocados y pueden interactuar. En nuestro país es difícil ver comunidades indígenas o afrodescendientes con empresas de todo el mundo en diálogo, y eso es lo que hemos visto estas dos semanas”, apuntó.
Para las académicas, más allá de los resultados, el espacio de diálogo y la participación masiva ya es un aporte en promover la preocupación por la conservación de la biodiversidad. Reconocen que esto no es suficiente para la crisis ambiental que enfrenta el planeta, pero son avances que se deben reconocer.
Colombia en la presidencia de la COP16
En la inauguración de esta reunión internacional, la ministra de Ambiente Susana Muhammad se posesionó oficialmente como presidenta de la COP16. Es la primera vez que esta Convención está liderada por una colombiana por decisión de los más de 190 países firmantes.
Tener un evento como estos trajo impactos considerables para el país y, también, para Cali, la ciudad anfitriona. Según datos de Presidencia de la República, al país llegaron 122 mil millones de pesos, se generaron más de 5 mil empleos y la economía local creció un 400 %. Aparte, se movilizaron más de 100 millones de dólares en donaciones para Colombia y, por primera vez, el país lanzó un bono de biodiversidad por 50 millones de dólares.
Más allá de los resultados destacados por las autoridades, las profesoras javerianas resaltan la masiva participación de las comunidades. Los jóvenes, las organizaciones no gubernamentales, los campesinos, los afrodescendientes y los indígenas, entre otras, tuvieron participación tanto en delegación oficial como un espacio físico dentro de las zonas Verde y Azul en las que desarrollaron diferentes eventos.
Sin embargo, cuestionan la tarea diplomática previa al evento, que no logró convocar como se esperaba. Asistieron cinco de jefes de Estado, seis ministros de Relaciones Exteriores, 156 ministros o máximas autoridades ambientales de los países parte del Convenio, jefes o delegados de alto nivel de organismos multilaterales (UNESCO, OIEA, PNUMA, PNUD, BID, entre otros) y más de 3000 empresas privadas, según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
“En esta COP, en particular, la ausencia de jefes de Estado quedó muy marcada. Eso no es positivo porque esa presencia no solo respalda la firma del documento final de las negociaciones, sino que su sola presencia ayuda a dar mayor visibilidad a estos temas en cada uno de sus países”, sostuvo Mauad.
Para la investigadora, la COP16 pudo tener menor interés por parte de los gobiernos, pues los puntos más importantes se acordaron hace dos años en la COP15 de Canadá y esta edición se asumió como una de seguimiento a los acuerdos previos.
En 2022, se firmó un acuerdo en Kunming-Montreal con 23 metas que los países deben cumplir hasta 2030. Este año, en Cali, los países debieron presentar sus planes de biodiversidad para discutir cómo implementarlos. Eso incluye desde cómo incluir a las poblaciones locales en el proceso hasta cómo financiar cada una de esas acciones.
Al finalizar el evento internacional, la Secretaría del Convenio de Diversidad Biológica informó que solo 44 de los 196 países miembros de la conferencia cumplieron con presentar estos planes para enfrentar la pérdida de biodiversidad. Estos documentos son importantes porque permiten monitorear las acciones tomadas en cada territorio en pro de los objetivos del convenio.
La experta internacionalista consideró que estos vacíos y las demoras en la negociación son producto de unos preparativos que se tomaron más de lo necesario. “Creo que Colombia se demoró mucho en presentar las prioridades. Las delegaciones tuvieron poco tiempo para leer el documento y eso hace que haya mucho más trabajo para los días de la conferencia”, dijo la docente.
Por eso calificó la negociación en la Zona Azul como lenta y sin un liderazgo claro. “Colombia, al tener la Presidencia, debió asumir un papel mucho más activo en buscar puntos en común para llegar a acuerdos”, afirmó.
En el mismo sentido, para la profesora Becerra, este evento internacional era la oportunidad de que la región se convirtiera en líder en la negociación de estos temas. “Latinoamérica y el Caribe deben trabajar en bloque para temas de biodiversidad. El hecho de que no hayan venido jefes de Estado de México, Chile o Brasil, que no tienen diferencias irreconciliables con Colombia, fue desaprovechar una oportunidad de marcar hacia dónde debe ir la conversación”, concluyó.
Se acabó la COP16, ¿y ahora?
Si bien el evento terminó, ahí no acaba la Presidencia de Colombia. La Ministra Muhamad seguirá liderando a los miembros del Convenio durante dos años más. En estos deberá terminar la negociación que no finalizó en Cali y seguir promoviendo la discusión para lograr acciones concretas por parte de los gobiernos.
“A veces cuando se apagan las luces del evento es más fácil trabajar y lo que le queda a Colombia es mucho por hacer. Ojalá siga con propuestas ambiciosas”, puntualizó Mauad. Para ello, considera importante el impulso que se dio, y que debe mantenerse, en cuanto a la participación de las comunidades locales, afrodescendientes, indígenas y campesinas en el monitoreo, conservación y toma de decisiones sobre biodiversidad.
El trabajo no será solamente con los otros países. Como lo explica la profesora Becerra, esta es una oportunidad de impulsar los procesos internos de regulación de biodiversidad al interior de Colombia. “En este evento se presentaron investigaciones de universidades, de ONGs, centros de investigación, posiciones de las comunidades y sectores sociales. Todo eso son insumos importantes para enriquecer los instrumentos tanto jurídicos como de política pública nacionales”, manifestó.
También considera importante la visibilidad que puede tener el país con actores financiadores que estén o no estar vinculados al Convenio. Por ello, expresó que el país debe apostarle a estrategias, planes y programas que incluyan a las comunidades, pues otra opción de liderazgo en próximos encuentros, es desde la experiencia que se recoja en este recorrido de la COP16.
Así entonces, ser anfitriones de la COP16 fue una vitrina importante para el país, pero aún quedan muchas tareas por hacer en los próximos dos años.
Nota publicada en Pesquisa Javeriana, reproducida en PCNPost con autorización
Posts relacionados:
¿Transporte sostenible? Empecemos por hablar de adaptación al cambio climático
Las fuerzas que están cambiando al mundo: el cambio climático – I Parte
Las fuerzas que están cambiando al mundo: el cambio climático – II Parte
¿Transporte sostenible? Empecemos por hablar de adaptación al cambio climático
Los síntomas cada vez más alarmantes del cambio climático
Cambio climático y seguridad operativa entre prioridades de Tratado Antártico: Albert Lluberas
Después de Bonn, la lucha contra el cambio climático se libra a nivel diplomático
El cambio climático explicado para los niños
Expertos en cambio climático bosquejan informes sobre calentamiento global
Apagar la luz, no solo para luchar contra el cambio climático
Impacto del cambio climático en los animales está “subestimado”
Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora