Coronavirus: ¿los sistemas educativos podrían haber estado mejor preparados?

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El mundo fue tomado por sorpresa por la emergencia de una pandemia global. ¿Pero fue totalmente inesperada? Las pandemias siempre han sido probables. Una pandemia ha ocurrido cada 10-50 años durante los últimos siglos. En un año dado, existe una probabilidad del 1% de una pandemia de gripe que cause casi 6 millones de muertes o más por neumonía y gripe a nivel mundial. Esto se traduce en un 25% de probabilidad de tal pandemia en 30 años, y eso solo es la gripe.

Por lo tanto, no es “si” se produce una pandemia, sino “cuándo”. “Para mitigar las pérdidas humanas y financieras como resultado de futuras pandemias mundiales, debemos planificar ahora” fue el llamamiento de los expertos en 2016, inmediatamente después de la epidemia del virus del Ébola en África occidental, y tras el reconocimiento de las organizaciones internacionales de que la respuesta había sido lenta. En esta última crisis significativa y activa, se ha hecho hincapié en las respuestas de los diferentes sistemas de salud. Pero, ¿podrían haber estado mejor preparados los sistemas educativos?

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Las pandemias deben tenerse en cuenta en la planificación de la educación, al igual que en otros sectores. El cierre de escuelas durante los brotes de enfermedades no debe tomarse a la ligera. Como nos dirá el Informe GEM 2020, las escuelas a menudo son el lugar no solo para la educación sino también para las comidas escolares o las intervenciones sanitarias. Pero, según la Organización Mundial de la Salud, “en condiciones ideales, el cierre de las escuelas puede reducir la demanda de atención sanitaria en un 30-50% en el punto crítico de la pandemia”.

Claramente, entonces, con el riesgo de una pandemia, los planificadores de la educación deben estar preparados para un período de educación interrumpida.

Ante el coronavirus, como informa diariamente la UNESCO, hasta la fecha, 113 países han enviado a los niños a casa de la escuela, y 102 de ellos han cerrado las escuelas a nivel nacional. Se estima que 849 millones de niños y jóvenes no están en la escuela. Hay tres períodos que se deben tomar en cuenta al determinar que tan preparadas están las escuelas: en tiempos normales, durante la crisis, y después de la crisis.



Ahora es evidente que se necesita más tiempo para preparar a los maestros y a los sistemas. Al nivel más básico, los maestros deben estar preparados para dar información clara a los padres y educar a los niños, especialmente a los más pequeños, sobre la gestión de la higiene. Estas lecciones no solo son para tiempos de crisis. Los currículos basados en las directrices de la Iniciativa Mundial de Salud Escolar de la Organización Mundial de la Salud ayudan a los estudiantes a entender un posible problema de salud, sus consecuencias y los tipos de medidas necesarias para abordarlo y prevenirlo. Un análisis de 78 currículos nacionales para el Informe GEM 2016, por ejemplo, mostró que entre 2005 y 2015 apenas uno de cada diez países abordó los vínculos entre el pensamiento mundial y el local. ¿Cuánto tiempo pasará entonces hasta que la enseñanza incluya también lecciones vitales sobre la prevención y la mitigación de enfermedades?

En la actualidad, en la formación docente se da por sentado que las clases se impartirán en las aulas. En Quebec y en otros lugares, se plantea la cuestión de por qué los ministerios de educación no han establecido un plan para la eventualidad de la enseñanza a distancia. Si los acontecimientos de hoy nos enseñan una cosa, es que la inversión en la infraestructura de la enseñanza en línea y la formación docente para utilizar esas instalaciones son fundamentales.

Estar mejor preparados también ayudaría a los maestros a sobrellevar la situación mentalmente, y a sus estudiantes también. Es una prueba de la enorme dedicación de los maestros a su profesión el hecho de que muchos sigan arriesgando su propia salud al seguir enseñando a los hijos de los trabajadores de salud que actualmente son vitales en muchos países de Europa.

Cuando las escuelas cierran, la preparación de la escuela implica maximizar el potencial del aprendizaje en línea. Además de las escuelas, las universidades también están cerrando, por supuesto, pidiendo a los profesores que pasen a la enseñanza en línea. Al igual que sus estudiantes, muchos educadores no están entusiasmados por esta perspectiva.

Aunque algunos sean reacios, la enseñanza tendrá que adaptarse a escenarios alternativos. Puede que haya que poner más énfasis en que los estudiantes tengan las herramientas para aprender por sí mismos y que tengan curiosidad por seguir aprendiendo. Las clases por Skype con 30 estudiantes, incluso en las aulas mejor equipadas, son un desafío. Será necesario encontrar nuevas maneras de trabajar. Cuanto más tiempo continúe esta pandemia, más probable es que surjan soluciones innovadoras para satisfacer las necesidades.

El 10 de marzo, la UNESCO organizó una videoconferencia con los ministros y sus representantes de más de 70 países sobre este tema, creando entre ellos un grupo de crisis para apoyarse mutuamente. También reunió una lista de aplicaciones y plataformas educativas para apoyar la educación a distancia, la mayoría de las cuales son gratuitas, y varias de ellas se pueden usar en múltiples idiomas. Entre ellas figuran sistemas digitales de gestión del aprendizaje como Google Classroom, que conecta las clases a distancia, contenidos de aprendizaje auto dirigido, como el de Byju, que tiene grandes depósitos de contenido educativo adaptado a diferentes grados y niveles, aplicaciones de lectura móviles, y plataformas que apoyan la comunicación por vídeo en directo. Otros centros en línea para la educación universitaria, como esta increíble lista de recursos en línea en los Estados Unidos, se están reuniendo rápidamente para ayudar a los educadores a hacer frente al cambio.

Pero la mayor preocupación es la disponibilidad de la tecnología. Las desigualdades en el acceso pueden inflamar aún más las desigualdades en la educación. Para tantas familias, la disponibilidad de dispositivos e Internet no es una opción. La mayoría de los sistemas educativos y las escuelas carecen de los conocimientos necesarios para que los estudiantes superen estos obstáculos. Una mejor preparación implicaría saber quién tiene acceso a qué en su hogar, y tener respuestas adaptadas para cada uno. El programa Seguimos Educando, de Argentina, se ha establecido para responder al Covid-19. Se trata de una plataforma educativa multimedia, que proporciona contenidos educativos y asesoramiento, y que, gracias a asociaciones con empresas telefónicas, garantiza un acceso en línea sin costo alguno y sin consumo de datos, de modo que todos los niños puedan beneficiarse, independientemente de sus contextos. También podemos aprender mucho de los países que tienen experiencia en la educación de estudiantes en zonas remotas. En Australia Occidental, los padres pueden educar a sus hijos en el hogar con el apoyo de las Escuelas de Educación Aislada y a Distancia, establecidas para educar a los niños en zonas remotas.

Hasta ahora el cierre de escuelas ha afectado a los países más ricos, donde al menos el uso de Internet para la educación es una posibilidad real. En los países más pobres, donde hay lugares que carecen por completo de acceso a la electricidad, será necesario volver a examinar los enfoques de baja tecnología, cuyo uso se ha debilitado con el paso de los años. Kenya, por ejemplo, transmite por radio clases para la escuela primaria y secundaria. En Sierra Leona, durante el brote del Ébola, se transmitieron programas educativos por radio cinco días a la semana en sesiones de 30 minutos, en las que los oyentes podían llamar con preguntas al final de cada sesión. Este enfoque contribuyó a mantener el aprendizaje a pesar de las complicaciones relacionadas con los acentos y dialectos regionales, la escasa cobertura de la señal de radio, y la escasez de radios y baterías.

Por último, se plantea la cuestión de si los recursos disponibles en línea reflejan el currículo y garantizan que la enseñanza y el aprendizaje continúen sin problemas cuando las escuelas abran de nuevo. Se pueden elaborar listas y enviarlas a los padres y alumnos, pero es posible que el aprendizaje adquirido durante este período no se refleje en las evaluaciones. ¿Qué sucede si los estudiantes tienen que repetir un año? ¿Cuáles son las futuras consecuencias para su educación después de este aprendizaje tan interrumpido? Todavía no hay respuestas a estas preguntas.

Ajustar los sistemas educativos para que tengan en cuenta la preparación para los desastres no es algo nuevo. Ya se ha visto en muchos países que se enfrentan a terremotos, tsunamis o ciclones, por ejemplo, pero también en el contexto del cambio climático. En resumen, aunque no queramos admitirlo, una pandemia es una probabilidad que todos deberíamos haber esperado más de lo que esperábamos. Los sistemas educativos, al igual que muchos otros sectores en la actualidad, están girando en torno a si mismos para adaptarse a la crisis. Su capacidad de respuesta en muchos casos es admirable, pero tendrán que ser más eficaces en el futuro, con base en un plan preexistente, bien pensado y basado en pruebas.


Nota publicada en UNESCO, reproducida en PCNPost con autorización.


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SOURCE: Blogs de la Educación Mundial

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