A pesar de ser una agenda relativamente nueva en la región, los actores públicos y privados en América Latina y el Caribe están observando cada vez más los crecientes riesgos que el cambio climático conlleva para los mercados financieros.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha mapeado las actuales prácticas financieras que responden al cambio climático en la región y realiza una serie de sugerencias para apoyar aún más la resiliencia del sector financiero a los riesgos relacionados con el clima, como la promoción de diálogos nacionales, la participación de los principales agentes e instituciones financieras en foros internacionales, así como realizar evaluaciones cuantitativas y cualitativas de riesgos climáticos.
Esto llega en un momento crucial en todo el mundo, dado que los bancos centrales, los reguladores financieros y el sector privado comienzan a discutir los peligros desestabilizadores del cambio climático para el sector financiero. Sin embargo, hasta ahora ha habido poca discusión sobre esto en América Latina y el Caribe. El informe del BID desafía cuatro mitos sobre el riesgo climático y los sistemas financieros y explica por qué debe ser una preocupación central para los reguladores y supervisores financieros de la región.
Mito 1. El cambio climático no es un tema para la regulación financiera
En un discurso en 2015, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, recientemente nombrado enviado especial de las Naciones Unidas para la acción climática y las finanzas, describió la creciente conexión entre el cambio climático y la estabilidad económica: “la combinación del peso de la evidencia científica y la dinámica del sistema financiero sugiere que el cambio climático amenaza la capacidad de recuperación (o resiliencia) financiera y la prosperidad a largo plazo ”.
Desde entonces, se ha avanzado para establecer y abordar el riesgo climático dentro de los mercados financieros mundiales, sin embargo, algunos sostienen que los bancos centrales no tienen la competencia para tratar el tema. Un artículo reciente en el Financial Times preguntó “¿se puede preguntar qué es lo que el FMI, los bancos centrales o, en general, los economistas monetarios saben sobre la mecánica del cambio climático?”. El artículo refleja el miedo que la falta de experiencia puede convertirse en un sentimiento de falta de responsabilidad.
Nuestro informe identifica en los mandatos de los supervisores y reguladores, “la promoción de la confianza en el mercado y […] el crecimiento económico, la preservación de la estabilidad financiera y la gestión del riesgo sistémico”, por lo que nos preguntamos, si el objetivo de los reguladores es fundamentalmente garantizar la estabilidad financiera y crecimiento, ¿cómo se puede no considerar los riesgos financieros relacionados al cambio climático?
Mito 2. Los riesgos climáticos ya son cubiertos por los riesgos ASG
A pesar de ser una mal interpretación frecuente, la gestión del riesgo climático va más allá de los estándares ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) establecidos, pero se puede construir sobre las herramientas ASG existentes.
El 2015 se estableció el Grupo de trabajo para la divulgación financiera relacionada con el clima (TCFD, por sus siglas en inglés) para diseñar un conjunto de recomendaciones puntuales para estándares de riesgo climático. El informe del BID compara los estándares establecidos por el TCFD con los estándares actuales de ASG y, aunque existen algunos puntos en común entre los dos marcos, existen varias diferencias, incluidos el análisis de escenarios y los enfoques de riesgo de pruebas de estrés.
El BID describe las diferencias fundamentales y destaca que “los riesgos ASG generalmente están relacionados con los daños que podrían surgir en el momento de la operación de una actividad económica; los horizontes temporales de los riesgos climáticos van más allá de la vida útil de la actividad”, y que “los riesgos relacionados al clima se centran no solo en el impacto directo causado por la actividad en el entorno adyacente, sino también en los daños debidos a la exposición de la actividad a eventos climáticos extremos e incrementales”.
Los estándares ASG son sin duda un punto de partida, pero el BID recomienda un enfoque integrado, que evalue los riesgos relacionados con el clima de forma amplia.
Mito 3. Los riesgos climáticos no son una prioridad para los mercados financieros de ALC
Es cierto que los reguladores financieros de la región aún no han incluido, ni abordado explícitamente los riesgos relacionados al clima en forma de regulaciones obligatorias y medidas de supervisión. Pero el BID evidencia que varios países de la región están dando pasos hacia acciones regulatorias y autorreguladoras sobre riesgos ambientales y sociales, con alguna inclusión del riesgo climático.
El BID cataloga tres tipos de esfuerzos: regulación, medidas de supervisión, e iniciativas lideradas por el sector privado.
A la fecha, es cierto que solo tres países (Brasil, Perú y Paraguay) tienen algún tipo de regulación; seis están implementando medidas de supervisión sobre el riesgo climático; y un total de 10 países tienen iniciativas del sector privado.
Mito 4. No existen definiciones o instrumentos para gestionar los riesgos climáticosEsto ya no es verdad. En los últimos años, se han llevado a cabo una serie de evaluaciones cualitativas (encuestas) y cuantitativas (pruebas de estrés) para ayudar a los mercados financieros, bancos y reguladores.
En 2018, el Banco de Inglaterra realizó una encuesta que cubrió el 90% del sector financiero del Reino Unido para evaluar cómo las instituciones financieras están respondiendo y gestionando los riesgos financieros del cambio climático. En ALC también se ha utilizado encuestas para iniciar esta conversación: en 2019, la Superintendencia Financiera de Colombia realizó una encuesta a sus entidades supervisadas para comprender las principales oportunidades en la transición a una economía baja en carbono. La encuesta evidencio que los sectores de banca y seguros están trabajando sobre riesgos climáticos, mientras que los fondos de pensiones aún no están conscientes del problema. De igual forma Chile como México pronto publicarán los resultados de sus encuestas.
Desde el enfoque cuantitativo, el Banco Central de Holanda (De Nederlandsche Bank) realizó una prueba de estrés tanto a los riesgos de inundación como a una riesgo de transición no programada. La prueba destaca la exposición tanto de las entidades financieras como del país a eventos extremos e impactos repentinos.
Por lo tanto, existe varias definiciones, instrumentos y métricas a las que los países que cuentan con menos experiencia en integrar los riesgos climáticos en sus sistemas financieros pueden acceder. Nuestro trabajo con reguladores y supervisores financieros a la fecha ha demostrado un creciente interés por abordar los riesgos climáticos en la región. La situación está cambiando, más y más actores financieros, reguladores y regulados por igual, toman con mayor seriedad y compromiso los riesgos climáticos y las oportunidades relacionadas a estos. Desde el BID estamos listos para continuar trabajando con nuestros socios en la región.
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