Los trabajadores y las trabajadoras en todo el mundo esperan con ansias que llegue el día de cobro. La llegada del sueldo puede traer una sensación de alivio, satisfacción o alegría, pero también puede representar una injusticia: una expresión de las desigualdades persistentes entre los hombres y las mujeres en el lugar de trabajo.
A nivel mundial, la brecha salarial de género es del 16 por ciento, lo que significa que las trabajadoras ganan en promedio el 84 por ciento de lo que ganan los hombres. En el caso de las mujeres de color, las inmigrantes y las mujeres madres, la diferencia es incluso mayor.
Estas discrepancias salariales se suman y tienen consecuencias negativas diarias y reales para las mujeres y sus familias. La crisis exacerba aún más los efectos adversos. Se estima que los efectos generalizados de la COVID-19 podrían empujar a 96 millones de personas a la pobreza extrema para el año 2021, lo que llevaría a 435 millones el número de mujeres y niñas que viven con USD 1,90 por día.
En el primer Día Internacional de la Igualdad Salarial, el 18 de septiembre, analicemos con más detalle la brecha salarial de género y lo que se puede hacer para cerrarla.
¿Qué queremos decir con igualdad salarial por un trabajo de igual valor?
La igualdad salarial quiere decir que todos los trabajadores y las trabajadoras tienen el derecho a recibir igual remuneración por trabajo de igual valor. Aunque el concepto es sencillo, lo que la igualdad salarial implica en realidad y cómo se aplica en la práctica ha resultado ser difícil.
“Trabajo de igual valor” puede significar un trabajo que es igual o similar, además de un trabajo que no es igual pero tiene el mismo valor. Esta distinción es importante porque los trabajos de las mujeres y de los hombres pueden implicar diferentes tipos de cualificaciones, capacidades, responsabilidades o condiciones laborales, y sin embargo ser del mismo valor y, por consiguiente, merecer el mismo salario.
Chidi King, directora del Departamento de Igualdad de la Confederación Sindical Internacional, y miembro de la iniciativa Equal Pay Champions de la OIT y ONU Mujeres, da el ejemplo de que un trabajo en el sector de la construcción, dominado por los hombres, puede tener el mismo o similar valor objetivo que un trabajo en el sector del cuidado infantil, dominado por las mujeres. Sin embargo, el trabajo en el cuidado infantil probablemente tenga un salario más bajo.
En el mes de julio de este año, Nueva Zelanda aprobó el proyecto de ley de enmienda de igualdad salarial, aunque las leyes existentes garantizaban que las mujeres y los hombres recibieran el mismo salario por el mismo trabajo. La nueva ley asegura que las mujeres y los hombres reciban el mismo salario por trabajos que son distintos pero tienen el mismo valor, incluyendo en las crónicamente mal pagadas industrias dominadas por las mujeres.
“Remuneración” implica mucho más que un sueldo básico, significa todos los elementos de los ingresos. Además del sueldo, las formas de remuneración incluyen el pago de horas extras, bonificaciones, asignaciones para gastos de viaje, acciones en las empresas, seguros y otros beneficios. Un sueldo básico generalmente sólo es una pequeña parte de la compensación total de un trabajador, por lo que es importante incluir todas las formas de pago en la ecuación.
¿Por qué persiste la brecha salarial de género?
La brecha salarial de género está arraigada en desigualdades sistémicas. Las mujeres, y las mujeres migrantes en particular, están excesivamente representadas en el sector informal en todo el mundo. Mire a su alrededor: quienes se dedican a la venta callejera, quienes integran el grueso del personal doméstico, del personal de las cafeterías y quienes se dedican a la agricultura de subsistencia, por lo general son mujeres. Están en trabajos informales que muchas veces están fuera del alcance de las leyes laborales, y quedan atrapadas en ambientes laborales con salarios bajos e inseguros, sin beneficios sociales. Estas malas condiciones para las mujeres trabajadoras perpetúan la brecha salarial de género.
Además de la excesiva representación en empleos vulnerables e informales, las mujeres realizan tres veces más cuidados y trabajos domésticos que los hombres, a nivel global. Esto incluye tareas domésticas como cocinar, limpiar, ir a buscar leña y agua y cuidar de los niñas y las niñas y de las personas ancianas. Aunque el trabajo de cuidar de otros es fundamental para que las familias, comunidades y economías prosperen, continúa siendo subestimado y no debidamente reconocido. Intente calcular su carga diaria con la calculadora de trabajo no remunerado de ONU Mujeres.
La desventaja por la maternidad es otro motivo de la desigualdad salarial. En promedio, a las madres trabajadoras se les paga menos que a las mujeres que no son madres, y la disparidad aumenta a medida que aumenta el número de hijas o hijos que tiene una mujer. El hecho de que las madres tengan sueldos más bajos puede estar relacionado con un horario de trabajo reducido, con estar empleadas en trabajos mejor adaptados a la vida familiar que tienden a tener salarios más bajos, con decisiones de contratación y ascensos que perjudican las carreras de las madres, y con una falta de programas que apoyen el regreso al trabajo de las mujeres después de haber pasado un tiempo fuera del mercado laboral.
Los efectos duraderos de los restrictivos roles de género tradicionales también son responsables de crear y preservar las desigualdades salariales. Los estereotipos de género alejan a las mujeres de las ocupaciones que tradicionalmente han sido dominadas por los hombres y las empujan hacia los trabajos relacionados con el cuidado, que generalmente son considerados “no calificados” o de “habilidades blandas”.
Además, las decisiones de ascensos y las prácticas de contratación discriminatorias que impiden que las mujeres obtengan roles de liderazgo y puestos con salarios altos mantienen la brecha salarial de género. “No se trata solamente de la brecha salarial, también está la brecha de oportunidades, y tan sólo el ser vista como igual es un desafío”, explica Abby Wambach, icono deportivo y dos veces medalla de oro olímpica y campeona del mundial femenino de la FIFA. Después de retirarse del fútbol, Wambach se dio cuenta de que había marcado más goles que cualquier hombre, pero recibió un salario mucho más bajo. “Si crees que te tratan injustamente, no te quedes esperando por miedo a agitar las aguas. Es más: haz que se mueva el agua”, dice.
¿Por qué la igualdad salarial es un tema urgente ahora?
La igualdad salarial importa porque es una injusticia flagrante y somete a millones de mujeres y familias a vidas de pobreza arraigada y brechas de oportunidades.
¿Qué deberíamos hacer?
A medida que los Gobiernos van dando forma a políticas para lidiar con las repercusiones de la crisis global de la COVID-19, es urgente que pongamos a las mujeres trabajadoras en igualdad de condiciones que los hombres trabajadores. Las mujeres conforman la mayoría de la fuerza laboral en la primera línea de la pandemia. Están proporcionando servicios de cuidados y de salud esenciales y, en consecuencia, se enfrentan a una gran cantidad de riesgos y estrés adicionales. Además, se han perdido 305 millones de puestos de trabajo a tiempo completo desde el comienzo de la pandemia, y, a diferencia de muchas otras crisis económicas anteriores, en las que las pérdidas de puestos de trabajo generalmente fueron mayores en las industrias dominadas por los hombres, esta crisis está afectando los trabajos de las mujeres por lo menos al igual que los de los hombres, si no más.
A medida que más mujeres se enfrentan a dificultades económicas debido a la COVID-19, la lucha por la igualdad salarial cobra una nueva urgencia porque quienes ganan menos son quienes más daños sufren por la discrepancia en los ingresos. En los Estados Unidos, las mujeres negras ganan sólo 62 centavos, las mujeres indígenas 57 centavos, y las latinas 54 centavos por cada dólar que ganan los hombres blancos. Cuando el dinero es escaso, los salarios reducidos pueden impedir que las mujeres y las familias puedan poner comida en la mesa, encontrar viviendas seguras y acceder a atención médica crítica y educación: impactos que pueden perpetuar ciclos de pobreza por generaciones.
¿Qué dicen los datos sobre la igualdad salarial en el mundo?
La desigualdad salarial es un problema persistente y universal. A pesar del importante progreso en la educación de las mujeres y de tasas de participación más altas de las mujeres en el mercado laboral en muchos países, el cierre de la brecha salarial de género avanza muy lentamente. A este ritmo, llevará 257 años alcanzar la paridad económica de género.
El salario promedio de las mujeres trabajadoras es generalmente más bajo que el de los hombres en todos los países y para todos los niveles de educación y grupos etarios. Quizás las mujeres en las industrias dominadas por los hombres ganen más que aquellas en las industrias dominadas por las mujeres, pero la brecha salarial de género persiste en todos los sectores.
Aunque los cálculos aproximados sobre la brecha salarial de género pueden variar considerablemente en las distintas regiones e incluso dentro de los países, los países de ingresos altos tienden a tener niveles menores de desigualdad de sueldo, en comparación con los países de ingresos bajos y medios. Sin embargo, los cálculos aproximados sobre la brecha salarial de género subestiman el alcance real del problema, particularmente en los países en desarrollo, debido a una falta de información sobre las economías informales. Estas están compuestas desproporcionadamente por mujeres trabajadoras, por lo que el panorama completo probablemente sea peor de lo que nos muestran los datos disponibles.
Haga clic aquí para explorar los datos sobre la brecha salarial de género por país de la Organización Internacional del Trabajo.
¿Qué hacer en adelante? Acciones para promover la igualdad salarial
Cerrar la brecha salarial de género requiere de un conjunto de medidas que promuevan el trabajo decente para todas las personas. Esto incluye medidas que promuevan la formalización de la economía informal y protejan jurídica y efectivamente a quienes trabajan de manera informal, y les empoderen para defender mejor sus intereses.
King, experta en igualdad salarial, dice que “una de las maneras más rápidas y efectivas de reducir las brechas salariales de género es a través de salarios mínimos (o pisos salariales) decentes y de la protección social universal”. Debido a que las mujeres están excesivamente representadas en los trabajos con salarios bajos, los salarios mínimos decentes y las protecciones sociales las beneficiarían más radicalmente.
King también afirma que la adopción generalizada de leyes de igualdad salarial proactivas, que requieran que los empleadores y las empleadoras examinen de manera periódica las prácticas de compensación, evalúen las brechas salariales de género y tomen medidas para eliminarlas, ayudarían a cerrar la brecha. La transparencia dentro de las empresas en lo que respecta a los criterios y las decisiones sobre salarios también pueden ayudar a impedir el sesgo de género.
Asegurar los derechos de la fuerza trabajadora a organizarse y a negociar colectivamente es parte importante de la solución. Es de crucial importancia que las mujeres estén involucradas en el liderazgo de los empleadores, las empleadoras y los sindicatos, posibilitando legislación que establezca marcos exhaustivos para la igualdad de género en el lugar de trabajo.
Nota publicada en ONU Mujeres, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: ONU Mujeres
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