Por: Jhader Aguad y Marco Rojas.
Las selecciones nacionales de fútbol de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú y Uruguay tienen en común más que el hecho de que van a participar en el Mundial Rusia 2018. Son todas selecciones que reflejan la diversidad de sus países.
Contar la historia presente y pasada de estos equipos es contar los trayectos de grandes leyendas surgidas de cada comunidad y estrato de sus sociedades. Es hablar de Pelé, Joel Campbell, Román Torres, el “Nene” Cubillas y Obdulio Varela. Es una historia de lucha por la superación y de inclusión. Es, en sus mejores momentos, la historia de las grandes gestas que nuestros países pueden lograr cuando se trabaja en equipo, caminando lado a lado, sin distinciones, hacia un objetivo.
La noche del 15 de noviembre en la que Perú clasificó al mundial, luego de 36 años sin haber participado, tuvo un matiz de conmemoración afrodescendiente. Una nación coreando a una voz por los goles de Christian Ramos y Jefferson Farfán—ambos jugadores afroperuanos—y celebrando al ritmo de la cantante más emblemática de la música negra del Perú, Eva Ayllón. Esa es una muestra reciente, pero de ninguna forma única, de la gran influencia de la población afrodescendiente en la música y el deporte, no solo en el Perú, sino en toda la región.
Desafortunadamente, las voces de los afrodescendientes a menudo no encuentran el mismo eco en los espacios políticos, de liderazgo y toma de decisiones.
Por supuesto, hay excepciones. En Honduras, donde menos de 1% de la población es afrodescendiente, 7 de los 128 diputados son afrohondureños. Uno de ellos, Osman Chávez, es prueba en persona de que el deporte puede ser una puerta a otros espacios. En el marco de su visita a la reciente Asamblea General de la OEA en Washington, Osman rememoraba el día que entonó el himno de su país en el mundial de Sudáfrica 2010. Honduras jugaba en el Ellis Park Stadium de Johannesburgo contra la España que sería campeona del mundo y él le sacó de la raya un gol cantado a Cesc Fàbregas. Para el ahora diputado Chávez, el fútbol fue la vía que lo llevó a cumplir sus sueños: no sólo jugar dos mundiales y una Champions League, sino también representar a su país en la cancha legislativa.
Sin embargo, Osman también es consciente de las muchas formas en que, en nuestra región, la discriminación y el racismo pueden privar de esos sueños y limitar las oportunidades a las personas por su color de piel.
En el sector laboral, en algunos países, todavía se pide “buena presencia” para discriminar contra el color de piel y se prioriza un tono de piel más claro, incluso si dos personas tienen la misma hoja de vida. En Brasil, por ejemplo, donde más de la mitad de la población es afro, en 2015, los afrodescendientes ocupaban el 6,3 % del cuadro gerencial y 4,7% del cuadro ejecutivo de las empresas más grandes. Es claro que queda mucho por hacer.
Un importante primer paso es terminar con la invisibilidad estadística que afecta a la población afrodescendiente en muchos lugares de América Latina. En México y Perú, por ejemplo, la pregunta de auto identificación étnica en los censos nacionales no apareció hasta el 2015 y 2017, respectivamente.
En total, un análisis de la disponibilidad de datos nacionales sobre raza y etnicidad muestra que de 19 países estudiados en la región hasta 2016, sólo 7 tenían datos de auto identificación tanto en censos como en su encuesta bandera. Por lo que es difícil conocer cuántas personas de la región son afrodescendientes, dónde están ubicados y en qué condiciones viven. El problema no es menor, ya que se estima que los afrodescendientes representan casi el 30% de la población de América Latina. Es por eso, que, en el BID, estamos trabajando para mejorar la recolección y difusión de estadísticas para promover políticas de inclusión con identidad en la región.
Pronto se oirá el pitazo inicial de Copa Mundial Rusia 2018. Como latinoamericanos, estamos orgullosos de todos y cada uno de los jugadores de nuestras selecciones, quienes representan en la cancha el crisol de nuestra diversidad. ¿Se imaginan el potencial de nuestras sociedades y economías si aprovechamos la diversidad de la misma manera?
Jhader Aguad es consultor de la División de Género y Diversidad del BID, donde trabaja en temas de diversidad e inclusión social relacionados con pueblos indígenas y afrodescendientes en América Latina y el Caribe.
Marco Rojas Lomelín es consultor de la División de Género y Diversidad del Banco Interamericano de Desarrollo.
Nota publicada en el blog “Y si hablamos de igualdad?” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.
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