Por: Guiovanna Fuentes
La mayoría de seres humanos vive esclavo de las emociones de las personas a su alrededor, de otros, desde niños nos fuimos condicionando a los estados emocionales de los demás, y de nuestros padres, hermanos, profesores, amigos, en fin… sobre todo del estado emocional de nuestros padres.
Entonces como bien lo dice nuestro amigo Robert Bly, escritor estadounidense, un niño a los tres años de edad, es como una esfera pletórica y de repente descubre atónito que alguno de sus comportamientos no es agradable a los ojos de sus padres, cuando uno de ellos, le dice por ejemplo, queda quieto, que tu ruido me estresa….
El niño comprende que algunas de sus acciones también desagradan a sus padres, y comienza a echar en una mochila invisible todo aquello que considera no es agradable para los demás, así es como creando su propia sombra, y descubre que debe actuar con ciertos condicionamientos para agradar a sus padres y luego a los demás.
La frase de Bly, dice: Nos pasamos los primeros veinte años de vida llenando una mochila invisible con todo tipo de vivencias y experiencias…y luego nos pasamos el resto de nuestra vida tratando de vaciarla. Esto tiene que ver con la sombra, que habita en todos nosotros.
Durante el resto de nuestras vidas, empezamos a buscar la aprobación social, a aceptar las creencias y paradigmas de otros, empezando por nuestros padres, sin considerar que también nosotros podemos adoptar nuestras propias creencias y desmitificar aquellas creencias que hoy, nos sabotean la vida.
Hace poco en una sesión de coaching, una cliente o coachee, me decía, no sé cómo actuar con mi pareja, y ya me estoy cansando de ello, porque a veces, se despierta feliz y radiante y muy sonriente, y es lo más amable, pero otras veces, su estado emocional es distinto, está molesto, o callado, o todo le fastidia y no le puedo hablar. Vivir así Coach con una persona que no se sabe a que hora estará feliz, y a que hora esta bravo, es insufrible, es como un martirio chino.
De hecho, hace poco mi hijo me hacia un chiste, con eso de los estados emocionales, porque en las empresas, en todos los ámbitos sociales hay personas tóxicas con las que nunca se sabe cuál será su estado emocional, y eso termina por agotar a las personas que están cercanas a ellas. Una vez, tuve un caso de un coachee que tuvo que ir al psiquiatra porque su jefe, la había enloquecido, un día decía blanco y al instante negro. Cuidado eres tóxico, en los pasillos de la vida, hay algunos bipolares que te pueden hacer la vida, añicos.
Muchas personas sin saberlo, viven esclavos de las emociones de otros, del jefe, de la pareja, de los hijos, del amigo, del hermano, del vecino, en fin… Entonces si el otro me sonríe soy feliz, pero sí no me saluda o me ignora me deprimo. De manera consciente o inconsciente vives preso, en una cárcel por cuenta de las emociones de otro.
Ah y lo peor de todo, es que además guardas fidelidad al comportamiento del otro, y te callas, no dices nada por temor al rechazo, a que te digan que eres intenso, a que te juzguen por no darle su espacio, etc… Todos esos paradigmas sociales y culturales de los que somos presos, y del qué dirán, para ser aceptados o incluidos dentro de los estándares sociales.
Hay una especie de coerción social donde las personas se reprimen sus emociones para no ser rechazados o criticados, o tachados de intensos….
¿Pero qué hay de tus emociones?
La realidad es que la principal persona en tu vida eres tu. Eres el dueño de tus emociones y es saludable vivir al mejor estilo de esos irreverentes, que se atreven a decir lo que piensan y sienten, pese a que otros, los juzguen. Que seria de la humanidad sin estos personajes como el maestro Jesús, Nelson Mandela, Martin Luther King, Gandhi, que fueron auténticos y expresaron sus ideales.
En una sociedad ‘pacata’, la gente piensa que es mejor quedarse callado, no decir, silenciar y faltarnos al respeto a sí mismo, por que primero están los demás. Con esto no estoy diciendo que no hay que respetar al prójimo, sino que el respeto empieza por asumir el timón de tus emociones, no es justo que sigamos en ese juego de la esclavitud emocional, donde se calla, para agradar a los demás, es cierto que hay un hilo muy delgado entre la prudencia y la cobardía, y que se debe actuar con sabiduría.
Pero nadie tiene el derecho de apagar tus emociones, si tu no lo permites. Tu eliges que postura asumir y como responder a las circunstancias de la vida. Así a tu lado, viva un ogro.
¿En qué momentos has suprimido tus emociones por atender las de otro?
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