Por: Robert Delve

Vamos a centrarnos en dos cifras.

En primer lugar: 14 %. Es la proporción de la producción mundial de alimentos que se pierde en algún punto del camino entre la cosecha y la venta, es decir, que nunca llega al consumidor.

En segundo lugar: 828 millones. Representa el número estimado de personas que pasaron hambre en 2021.

Si se combinan ambas cifras, queda patente la necesidad de reducir la pérdida de alimentos si se pretende erradicar el hambre a nivel mundial.

FIDA

Reducir o eliminar las pérdidas de alimentos hace que los sistemas alimentarios sean más sostenibles. Cuando los alimentos se pierden, se desperdicia la tierra, el agua y otros insumos utilizados para producirlos. En las zonas rurales, la reducción de las pérdidas de alimentos mejora la seguridad alimentaria a nivel de los hogares y crea oportunidades de empleo para los productores en pequeña escala. Las causas de estas pérdidas de alimentos difieren para cada tipo de cultivo y país, por lo que su prevención también es específica para cada contexto. El FIDA, en colaboración con la FAO y el PMA, respalda el uso de la metodología de evaluación de las pérdidas de alimentos, una herramienta que determina en qué puntos de la cadena de valor se produce la pérdida de alimentos, a fin de adoptar medidas correctivas. No obstante, existen otras formas de evitar, detectar y revertir las pérdidas de alimentos.

Formulación de políticas para evitar la pérdida de alimentos

Las políticas y los entornos institucionales favorables son indispensables para aplicar prácticas que permitan reducir la pérdida de alimentos a lo largo de las cadenas de valor. No obstante, no siempre es sencillo crear ese tipo de marcos normativos, y los países suelen necesitar ayuda para hacerlo.

En 2014, por ejemplo, los miembros de la Unión Africana firmaron la Declaración de Malabo, que incluyó el compromiso de disminuir las pérdidas de alimentos a la mitad para 2025. Burkina Faso, la República Democrática del Congo y Uganda llevaron a cabo un proceso de consulta de un año de duración sobre las políticas y los marcos estratégicos existentes dirigidos a reducir la pérdida de alimentos.  Los resultados de este proceso sirvieron de base para el examen y la revisión de políticas más antiguas, así como la creación de otras nuevas, en apoyo de sus compromisos nacionales.

Prevención de la pérdida de alimentos en las explotaciones agrícolas

En muchos casos, la pérdida de alimentos se produce precisamente en las granjas, normalmente porque los productores en pequeña escala no tienen acceso a las técnicas o tecnologías mejoradas que ayudarían a evitar esas pérdidas. Como se observa en el Informe sobre el desarrollo rural 2021 del FIDA, para mejorar la eficiencia de los sistemas alimentarios es fundamental capacitar a los campesinos sobre las mejores prácticas en materia de gestión de los recursos.

Recientemente, el FIDA lo puso a prueba y ayudó a un grupo de asociados en siete países a probar y evaluar soluciones a nivel de las explotaciones dirigidas a los productores en pequeña escala.

Se brindó capacitación a los productores sobre una serie de soluciones innovadoras y asequibles, adaptadas al cultivo, el contexto y los problemas concretos que afrontaban.

Muchos productores lograron reducir sustancialmente las pérdidas de alimentos. En Rwanda, por ejemplo, los campesinos que utilizaron lonas alquitranadas para el secado y sacos herméticos para el almacenamiento en los hogares redujeron las pérdidas de maíz del 18 % al 4 %, lo que supone un ahorro anual de 128 kg de maíz por hogar y contribuye en gran medida a la seguridad alimentaria de las familias.

Inversiones en la gestión poscosecha

A través de sus programas de préstamos, el FIDA invierte más de USD 100 millones al año en mejorar la infraestructura poscosecha (carreteras y almacenes), las instalaciones de elaboración y empaquetado y el equipo, así como en formación en técnicas postcosecha.

La mayoría de los productores en pequeña escala y los empresarios rurales no pueden permitirse invertir en tecnologías poscosecha y necesitan acceder a instrumentos financieros asequibles para respaldar esas inversiones. Sin embargo, esos instrumentos siguen sin estar al alcance de muchos campesinos.

Por ejemplo, en un estudio llevado a cabo en cuatro países africanos con el respaldo del FIDA, se constató que, si bien había una gran oferta de productos de préstamos apropiados, en la práctica, la mayoría de los productores en pequeña escala no podían acceder a ellos. Esto obedecía a varias razones: muchas instituciones financieras no contaban con sucursales en las zonas rurales; los tipos de interés eran elevados, y el riesgo de obtener un préstamo sin contar con garantías de precio o seguro era demasiado alto para los productores en pequeña escala.

El FIDA está promoviendo las inversiones del sector privado en las iniciativas dirigidas a reducir la pérdida de alimentos, tanto a nivel local como nacional, a través de sus diversas intervenciones de financiación rural. Entre ellas, se encuentran la Estrategia del FIDA para la Colaboración con el Sector Privado y las colaboraciones con los bancos privados, las instituciones de microfinanciación y el sector público con el objetivo de diseñar instrumentos financieros apropiados.

Perspectivas de futuro

La reducción de la pérdida de alimentos se ha convertido en una prioridad mundial. El aumento de los precios de los alimentos y de los insumos agrícolas nos ha hecho ver que tenemos que hacer más con menos. Para ello es fundamental reducir las pérdidas de alimentos antes de que lleguen al consumidor. Esto es clave para reducir el impacto medioambiental de la producción de alimentos a pequeña escala y ayudar a los pequeños productores a hacer sus operaciones más sostenibles.

Nota publicada en FIDA, reproducida en PCNPost con autorización.

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SOURCE: FIDA