En tiempos de crisis, las mujeres rurales son la clave que mantiene a las familias y a las comunidades rurales unidas y, en épocas como estas, necesitan más que nunca de nuestro apoyo.
Como ha sucedido con un sinnúmero de personas en todo el mundo, la pandemia por la COVID‑19 ha tenido un impacto profundo en las mujeres rurales. Sus actividades agrícolas se han visto afectadas en mayor medida que la de los hombres, lo que es particularmente preocupante, debido a que ya estaban en desventaja para acceder a los recursos productivos. Aun así, pese a las dificultades que enfrentan actualmente, las mujeres rurales están demostrando su resiliencia ante la crisis y su trabajo resulta fundamental para la prevención del hambre en las zonas más afectadas.
Las mujeres rurales también enfrentan muchas de las mismas dificultades que atraviesan otras mujeres en todo el mundo durante la pandemia. En general, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de perder sus empleos, ya que tienen una representación desproporcionada en tipos de empleo inseguros del sector informal de la economía. Las medidas de confinamiento, concebidas para proteger a las poblaciones de la enfermedad, pueden no obstante ser peligrosas para las mujeres expuestas al riesgo de violencia doméstica. Mientras tanto, la preponderancia de los hombres en los procesos decisorios se está poniendo de manifiesto en los debates y decisiones acerca de las respuestas a la COVID-19 en todo el mundo, lo que ha hecho que muchos países no logren proteger a las mujeres de los peores impactos de la pandemia. Y en vista de que los miembros de la familia pasan más tiempo en el hogar, las mujeres experimentan un aumento de las tareas domésticas no remuneradas, entre las que se incluye el cuidado de los familiares enfermos.
En los 25 años desde la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, hemos hecho enormes avances en el empoderamiento de la mujer y en la igualdad de género. Hoy día, las mujeres tienen más probabilidades de ocupar puestos de liderazgo, de obtener un empleo digno, y de tener acceso a la salud y a la educación.
Sin embargo, con la pandemia actual se corre el riesgo de perder muchos de estos avances. En este momento de crisis y de cambios, no debemos permitir que se pierdan los logros conquistados. Las mujeres, y en particular las mujeres rurales, deben estar en el centro de los esfuerzos para alcanzar el quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible: “Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y a las niñas”.
Proteger y agilizar los avances poniendo a las mujeres rurales en el centro
Para el FIDA, las mujeres rurales siempre han ocupado un lugar central en todo lo que hacemos. Sabemos que no puede haber un desarrollo sostenible sin el empoderamiento de 1 700 millones de mujeres y niñas que habitan zonas rurales. Y hemos sido testigos directos de que el empoderamiento de las mujeres rurales no solo beneficia a las mujeres, sino también a sus familias y a sus comunidades.
Una de nuestras principales esferas de interés consiste en reducir la carga de trabajo no remunerado de las mujeres. Hacemos esto de muchas maneras diferentes, que incluyen la construcción de tanques de agua y sistemas de biogás para facilitar la recolección de agua y energía, la construcción de carreteras secundarias rurales para agilizar el transporte y la prestación de servicios de cuidado infantil adecuados a las necesidades específicas de las mujeres rurales.
Otra prioridad consiste en transformar la distribución de las tareas domésticas. Para ello, trabajamos con las familias en lo que denominamos metodologías de los hogares (HHM). Estas metodologías constituyen un enfoque único que, en primer término, compromete a todos los miembros del hogar en la formación de una visión compartida del futuro; luego los guía mediante la decisión de cuál es la función que tendrá cada miembro y qué tareas habrán de asumir para alcanzar esta visión. A menudo, este método lleva a modificar las normas de discriminación en razón de género y suele abrir oportunidades para que las mujeres consigan un empleo y tengan una participación más activa en el comercio local, aumentando también sus ingresos.
También trabajamos para prevenir la violencia de género. Las metodologías domésticas constituyen, asimismo, un gran apoyo en este punto, pues promueven directamente el cambio de conductas en el hogar. Nuestras otras estrategias en este sentido incluyen el fortalecimiento de la representación de las mujeres en las organizaciones de productores y en los organismos de decisión de la comunidad. Además del empoderamiento de las mujeres, esta mayor participación también contribuye a un cambio social en toda la comunidad, en particular a una reducción de la violencia de género.
Hoy, más que nunca, el mundo necesita de las mujeres rurales y de su contribución
Si bien las mujeres rurales enfrentan grandes desafíos, hemos visto que hay soluciones. Y hemos comprobado que las mujeres rurales pueden procurarse un sustento para ellas y para sus comunidades y ayudar a construir economías rurales florecientes cuando tienen la oportunidad de hacerlo.
Hoy día, ante la amenaza de que la COVID-19 eche por tierra los avances hechos, es preciso hacer más para apoyarlas. En el FIDA reconocemos que las mujeres rurales ocupan un lugar central en nuestra respuesta a la COVID-19. Sabemos que invertir en sus actividades no solo los protegerá de los peores efectos socioeconómicos de la pandemia, sino que garantizará que sus familias y comunidades puedan continuar produciendo, vendiendo y teniendo acceso a alimentos nutritivos.
En lo que constituye tan solo uno de muchos ejemplos, hemos venido trabajando con una cooperativa de mujeres en la zona central de Nigeria, ayudándolas a reorganizarse y adaptar sus emprendimientos a las restricciones locales en razón de la COVID‑19. Estas mujeres han podido mantener sus actividades de procesamiento de arroz en funcionamiento e hicieron frente al aumento de la demanda de sus productos incorporando medidas de seguridad como el uso de máscaras faciales, usando nuevas tecnologías y dividiendo las actividades de la mano de obra y rotando turnos para adaptarse a las regulaciones sobre distanciamiento social. Esto las ha ayudado a mantener sus medios de vida, alimentar a la población local y proteger el empleo local.
En todo el mundo, observamos que las mujeres rurales empoderadas e independientes son fundamentales para forjar un futuro más sostenible y resiliente. Mientras el mundo enfrenta desafíos sin precedentes en las últimas décadas, las mujeres rurales necesitan nuestro apoyo más que nunca. Y nosotros las necesitamos a ellas.
Nota publicada en FIDA, reproducida en PCNPost con autorización.
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SOURCE: FIDA
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