Después de 20 años, se necesita un cambio radical para que la inclusión de las mujeres sea una realidad en la paz y el poder político

Un nuevo informe de las Naciones Unidas sobre mujeres, paz y seguridad refleja que en este momento en el que 2.000 millones de personas de todo el mundo luchan por sobrevivir en zonas que sufren un conflicto armado en medio de una pandemia global, las mujeres —afectadas desproporcionadamente por esta dura situación y pese a ser agentes clave de la mediación y la consolidación de la paz— se ven en gran medida excluidas de los procesos de paz formales y de las estructuras de poder que surgen tras el conflicto.

El informe, presentado ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas durante el debate abierto anual de hoy sobre mujeres, paz y seguridad que conmemoraba el 20º aniversario de su resolución 1325, describe cinco objetivos para que la paz inclusiva y sostenible sea una realidad en la próxima década. Estos objetivos abarcan desde la plena inclusión de las mujeres en todos los esfuerzos de paz y la defensa incondicional de los derechos de las mujeres hasta la reversión del aumento histórico en gasto militar mundial, junto con el cumplimiento de umbrales mínimos de asistencia financiera y la puesta en marcha de una revolución de datos que contribuya a informar e impulse medidas rápidas.

“Al tiempo que nos recuperamos de los efectos de la pandemia, nos enfrentamos a una disyuntiva. O bien seguimos por el camino de una mayor militarización, un mayor conflicto y pérdidas intergeneracionales, o bien trabajamos hacia una mayor inclusión, igualdad y prevención de conflictos y crisis de todo tipo”, afirmó el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.

FARC desmovilización niños violencia

Margot Silva, miembro de las FARC. San Jose de Oriente, Cesar. Febrero 28, 2017. AFP PHOTO / Luis Acosta.

Mientras los países luchan por prestar servicios básicos que sostengan la seguridad humana, el gasto militar registra un récord histórico. Sólo en 2019, el gasto militar mundial alcanzó los 1,9 billones de USD, tras el mayor aumento anual en una década. “Las necesidades evidenciadas por la pandemia deberían orientar la toma de decisiones respecto a la inversión nacional en consolidación de la paz, educación, salud y otros programas públicos esenciales, incluyendo plenamente a las mujeres en todos los aspectos de estas consideraciones”, afirmó Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres. “Cuando cambiemos el rostro de la política, pongamos en práctica las lecciones aprendidas durante décadas de activismo de las mujeres y alteremos la perspectiva sobre los presupuestos para servicios sociales más que para armas, estaremos en condiciones de mantener la paz, superar la crisis climática, recuperarnos de esta pandemia o prevenir la siguiente. Una respuesta ante la COVID-19 que sea verdaderamente inclusiva supone una oportunidad transformadora de lograr un mundo más pacífico, sostenible y equitativo. Debemos atender este llamado”, añadió.

Veinte años después de la aprobación de la histórica resolución 1325 del Consejo de Seguridad, por la que se establecía un nuevo marco para el liderazgo y la inclusión de las mujeres en todos los aspectos de la paz, varias deficiencias preocupantes en su implementación frenan el impacto en un momento crítico en el que se necesita un esfuerzo conjunto y centrado para contener la COVID-19. La paz es un requisito previo para fomentar la salud, la igualdad y la seguridad humana. A pesar de las contribuciones que siguieron a la resolución, con demasiada frecuencia las mujeres siguen quedando al margen, ocultas tras quienes portan las armas. Como promedio, las mujeres fueron únicamente el 13 por ciento de los negociadores, el 6 por ciento de los mediadores y el 6 por ciento de los signatarios en procesos de paz importantes entre 1992 y 2019.

Entre el grupo de hoy que informó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se encontraba Danai Gurira, Embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres, actriz y dramaturga galardonada, que afirmó: “La mayoría de las veces, cuando las mujeres logran dejar huella a pesar de todos los impedimentos, no es porque se les haya concedido el espacio y la oportunidad, sino porque han protestado contra su exclusión y han perseverado”.

Las organizaciones feministas han insistido repetidamente en promover el desarme, el control de armas y cambiar el gasto militar por inversión social. Asimismo, los grupos de mujeres son los primeros en defender el llamado del Secretario General hecho previamente este año a favor de un cese del fuego mundial a fin de centrarse colectivamente en la lucha contra la pandemia. Las activistas por la paz instan a las partes del conflicto a silenciar sus armas, ya que los países con infraestructuras y sistemas de atención de la salud socavados por el conflicto no pueden luchar en dos frentes a la vez.

“La paz no puede ir en detrimento de los derechos de las mujeres. Todo lo que hemos conseguido peligra en las actuales negociaciones entre los talibanes y el gobierno afgano… Por lo tanto, instamos a la comunidad internacional, incluidas las instituciones de carácter mundial y regional, los Estados Miembros y los países donantes, a ejercer su responsabilidad de garantizar que ninguna de las partes implicadas, incluidos los talibanes, restrinja los derechos humanos de las mujeres, las libertades civiles o la ciudadanía de ninguna manera”, añadió Zarqa Yaftali, activista afgana y Directora Ejecutiva de Women and Children Legal Research Foundation, que también intervino ante el Consejo de Seguridad.

Las mujeres son fundamentales en los esfuerzos de paz, y obtienen resultados. Las pruebas son claras: cuando las mujeres se sientan en la mesa de paz se genera una mayor aceptación y se fortalece la rendición de cuentas de la implementación. Además, la participación de las mujeres propicia que la paz sea más duradera, ya que, con su aportación, los acuerdos van más allá del ámbito del poder para fijarse en las realidades de las personas. Sin embargo, los acuerdos de paz con disposiciones sobre la igualdad de género tan sólo aumentaron del 14 por ciento en 1995 al 22 por ciento en 2019.

Sin la instauración de medidas radicales durante la próxima década para integrar a las mujeres en todos los aspectos de la paz, seguimos afrontando el riesgo de un estado de inseguridad continuado, una mayor inestabilidad y conflictos prolongados.


Nota publicada en ONU Mujeres, reproducida en PCNPost con autorización


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SOURCE: ONU Mujeres

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