Por: Miguel Guzmán
El escenario actual que nos plantea la crisis derivada de la pandemia de la Covid-19, ha acelerado cambios muy importantes en el día a día de las familias, de las empresas y los gobiernos.
La percepción con respecto a riesgos que se venía acumulando, hoy solo se ha develado en su verdadera magnitud y está influyendo en la conducta individual y cada vez más en la conducta colectiva, con cambios en los patrones de consumo y en las dinámicas sociales.
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En efecto, una realidad que ya se discutía a nivel global antes del SARS Cov-2, con respecto al incremento esperado de la población mundial hasta los 9.700 millones de habitantes en 2050 y la resultante demanda de alimentos que podría exigir un 50% más de la producción actual, no hacen más que marcar un complejo desafío en un escenario en que los cuidados sanitarios, las medidas de restricción a la movilidad y los patrones de comportamiento social definen la necesidad de adaptación de las cadenas de valor locales, regionales y globales, para mantener la actividad productiva en operación con crecimiento estable en cantidad, pero principalmente en calidad e inocuidad.
Por otra parte, la demanda de servicios de telecomunicaciones se ha disparado a niveles inesperados a partir de marzo-2019, convirtiéndose en un factor crítico para que la población, a partir del acceso a servicios de datos que sustentan el teletrabajo y otras actividades virtuales, continúe realizando una cantidad de tareas diarias que anteriormente requerían de contacto físico directo. Esto ha expuesto aún más la brecha digital existente en los países de la región con países de mayores ingresos, pero también las asimetrías al interior de los territorios de cada uno.
Mientras la mayoría de la población se mantuvo bajo resguardo en sus domicilios, una prioridad central para el sostenimiento de las medidas sanitarias y que fue activamente impulsada por los gobiernos, fue la continuidad en el abastecimiento de bienes de la canasta básica de consumo y de servicios esenciales. Estas cadenas de valor se vieron en la necesidad de reinventar sus modelos de negocios y, como nunca, los servicios de pedidos a distancia y delivery proliferaron y se adaptaron a la necesidad de evitar contacto físico entre personas.
Hoy por hoy, hay muchos sectores altamente dependientes de la movilidad y de la concentración de personas, que siguen profundamente afectados y que todavía no pueden el nivel pre-pandemia de sus operaciones, pero también hay sectores que han logrado mantenerse a flote y otros que han surgido con modelos de negocios innovadores y han logrado crecimientos importantes. Todo esto no fuera posible sino a través de la digitalización. La inventiva, pero además la rapidez en la adaptación de los modelos de negocio ha permitido sostener el abastecimiento de bienes y servicios, ha revelado nuevas oportunidades productivas y ha profundizado de manera acelerada la inserción de lo digital en la vida de cada ser humano.
Bajo este nuevo escenario, los países y cada uno de los actores de las cadenas de valor, se ven ante el desafío de mantener y ampliar la cobertura de sus servicios y el abastecimiento de bienes, ante el reto adicional de lograr niveles de eficiencia mayores. En este ámbito, por ejemplo, el Blockchain es una herramienta que puede facilitar eficiencias mediante el encadenamiento de soluciones digitales para procesos relacionados con las operaciones en cada uno de los diferentes eslabones de las cadenas de valor, incluyendo tanto aquellas actividades o roles que hacen al sector público, como al sector privado.
Para el sector privado en general, independiente del eslabón en que cualquier empresa se encuentre dentro de su rubro o sector, el sostenimiento de la cadena de suministro y de la cadena de pagos son asuntos vitales que pueden determinar la sostenibilidad del negocio, y por tanto se convierten en oportunidades para el desarrollo de soluciones digitales que permiten una gestión eficiente, pero además trazable y segura, para cada operación o transacción, ámbito en que se conectan también con prestadores de servicios, desde aquellos organismos oficiales que cumplen roles de contralor o de promoción de inversiones y exportaciones, hasta aquellos que proveen personal, insumos, maquinaria o financiamiento.
CAF está trabajando activamente desde diferentes frentes para apoyar esta “transformación digital” de las cadenas productivas y de suministro en la región. Por un lado, apoyando a los países en la expansión del ecosistema digital mediante el desarrollo de infraestructuras de comunicaciones de banda ancha que soporten la extensión de servicios y soluciones digitales basadas en Internet para hogares, gobiernos y empresas; y por otro, en la promoción y profundización de la digitalización de procesos en las diferentes cadenas de valor mediante la facilitación del acceso a soluciones digitales que traigan eficiencias en su funcionamiento, como instrumento clave para mejorar la productividad y la competitividad, pero además para la resiliencia económica y la recuperación.
Nota publicada en CAF , reproducida en PCNPost con autorización.
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SOURCE: CAF
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