Por: María Laín.
Al llegar a Nueva York lo primero que pensé fue “¿qué hago yo aquí?” Enseguida me vino a la cabeza una respuesta: “Sencillamente estoy aquí porque, desde niña, me ha fascinado la naturaleza”. Desde siempre he tenido inclinación a contemplar su belleza y admirar su perfección. Qué paradoja entonces venir a una de las ciudades con más coches y edificios del mundo para hablar de naturaleza, para pensar en ella. Pero así es. Nuestro sistema económico, político y social ha conseguido amenazar al planeta hasta tal punto que incluso las decisiones para salvarlo se toman entre asfalto y hormigón.
Aquí, en la sede de la ONU en Nueva York, uno puede darse aires de importancia y sentirse poderoso. Sin embargo, la cruda realidad es que todos los allí presentes éramos y somos completamente insignificantes y vulnerables en comparación con la magnitud y el poder del mundo natural. Y no solo eso, sino que, además, dependemos de él. Pero, entramos en este prestigioso edificio de la Primera Avenida y nos parece que somos intocables. Y es precisamente esta impresión de que somos intocables e ilimitados la que nos ha traído al punto en el que hoy nos encontramos: camino de la extinción.
Por muy radical que parezca, hasta que no cambiemos el paradigma cultural y nuestras preferencias vitales, no habrá un cambio realmente profundo que nos permita vivir de forma sustentable. Sin embargo, y aquí viene la parte positiva de mi viaje, he sido testigo con mis propios ojos del nivel de exigencia y compromiso para cambiar las cosas que tienen miles de jóvenes de todos los rincones del mundo. Ese ímpetu de las personas que aún no han “envejecido” hasta el punto de conformarse, ha sido como ver una llamarada olímpica que nunca se apaga. No hay nada más potente ni estimulante para un joven que luchar por una causa justa. Es imparable. Tal como dijo Greta Thunberg, los jóvenes estamos despertando y el cambio viene, lo quieran o no.
En este sentido, la Cumbre de Jóvenes por el Clima del 21 de septiembre ha sido todo un éxito. Se pretendía que nos empoderásemos y que creáramos redes de apoyo entre nosotros, y lo han conseguido. A lo largo de la jornada, intercambié números con más de 30 personas hasta ese momento desconocidas.
Ya nunca más me sentiré sola o ridícula por formar parte de esta lucha. Al contrario, me siento cada vez más orgullosa. En este día revelador aprendí que los jóvenes tenemos derecho a levantar nuestra voz y a estar presentes en las mesas donde se toman las decisiones políticas, a nivel nacional e internacional, que nos afectan a todos.
Por otro lado, a través de un taller de roles organizado por la organización Climate Interactive, comprendí la importancia de mantener la visión global de la situación que nos ha tocado vivir. Como activistas, tenemos que tener presentes no sólo nuestras demandas, sino también los intereses de otros sectores influyentes: la energía, la industria, el transporte, la agricultura, las tecnologías e incluso las instituciones y gobiernos. Desde esta multiplicidad de factores que afectan al medioambiente, tenemos que hacer nuestras propuestas.
Y así lo hemos hecho: el mismo día que se celebró la Cumbre del Clima de la ONU, el 23 de septiembre, la Juventud Global por la Acción Climática presentaba su manifiesto, en el que se recogen propuestas e iniciativas para llevar a cabo el cambio sistémico, justo y acelerado que necesitamos. Cualquier persona que esté de acuerdo con él puede firmarlo.
Además de este manifiesto, los jóvenes europeos hemos creado la Iniciativa de Ciudadanía Europeapara poner sobre la mesa del Parlamento Europeo las medidas que pensamos que se deben tomar. Para que salga adelante esta iniciativa es imprescindible que los ciudadanos se involucren y firmen la propuesta a través de la página web.
Sin embargo, lo que nos identifica como movimiento es la protesta. El 20 de septiembre, 4 millones de personas se movilizaron en todo el mundo para exigir un cambio. En España, tras una intensa semana de acciones, culminaremos el 27 de septiembre con la Huelga Mundial por el Clima. Esta jornada, que cuenta con el apoyo de medio millar de organizaciones, engloba una huelga general laboral en Aragón, Canarias, País Vasco y Navarra, una huelga estudiantil en todo el Estado y en el ámbito educativo en Andalucía, así como una huelga de consumo.
Desde el día que llegué a Nueva York, mis ganas de asistir a este evento histórico no han dejado de crecer. Para todos los que estáis apasionados por la vida, para todos los que amáis este planeta, para todos los que esperábais el momento de actuar, ¡esta es nuestra hora!.
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SOURCE: Unicef
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