El Día Internacional de la Lengua Materna de este año coincide con la declaración de la ONU de que 2019 es el Año Internacional de las Lenguas Indígenas, las cuales son “importantes para el desarrollo, la construcción de la paz y la reconciliación”.
Hemos recorrido un largo camino para que esto se considere tan importante a nivel mundial. En el pasado, en gran parte del mundo, los sistemas educativos no solo no proporcionaban educación relevante a las poblaciones indígenas, sino que se centraban en forzar la asimilación a través de la escolarización. Aunque el legado de discriminación y estigmatización al que se enfrentan los pueblos indígenas en países ricos como Australia, el Canadá, los Estados Unidos y Nueva Zelandia ha sido objeto de una atención insuficiente, es claramente observable en los datos de alfabetización.
Los países están buscando la manera de resolver los problemas a los que se enfrentan las poblaciones indígenas. Desde hace algún tiempo, el Gobierno del Canadá intenta reparar las consecuencias del legado de los internados escolares en los que se separaba a los niños indígenas de sus familias con un propósito de asimilación y se contemplaba, entre otras cosas, castigar a los alumnos cuando hablaran en su propio idioma.
Los tiempos han cambiado. Para empezar, existe una creciente conciencia y defensa de la importancia de que los sistemas educativos no contribuyan a la pérdida del lenguaje. Aparte de la inclusión, una razón clave para respetar el idioma indígena en la educación es la importancia de incorporar el conocimiento tradicional en las escuelas. Esto no es trivial: en estos días, por ejemplo, el conocimiento tradicional es reconocido como un recurso importante para adaptarse al cambio climático.
Por esta razón, por ejemplo, Mundiya Kepanga, de la tribu Huli en Papua Nueva Guinea, asistió al evento de lanzamiento de nuestro Informe GEM 2016 sobre “La Educación al servicio de los pueblos y el planeta”, describiendo cómo, en su escuela, “aprendió a vivir en armonía con, y a cuidar a, nuestro planeta”.
Sin embargo, los desafíos de enseñar lenguas indígenas en las escuelas se han visto agravados por la migración de los pueblos indígenas a las áreas urbanas, lo que a menudo implica una mayor pérdida de idiomas y la erosión cultural. Las generaciones más jóvenes en las ciudades tienen una probabilidad significativamente menor de hablar lenguas indígenas en Ecuador, México y Perú, por ejemplo.
El caso de los maoríes en Nueva Zelanda también muestra cómo la migración ha cobrado su precio. La proporción de maoríes que viven en áreas urbanas creció rápidamente de un 16% en 1926 a un 85% en 2006. Luego, en 1960, se encontró que solo el 26% de los maoríes podía hablar el idioma maorí, lo que provocó un llamado a que se proporcionara una educación culturalmente relevante y bilingüe a los maoríes. Sin embargo, en 2013, el censo mostró que, todavía, tan solo el 21% de los maoríes podía mantener una conversación sobre cosas cotidianas en maorí.
Del mismo modo, más del 50% de los indígenas de Canadá viven en ciudades. Diferentes análisis encontraron que la incorporación de prácticas y currículos culturalmente apropiados, incluidos los idiomas aborígenes, las ceremonias y la participación de los adultos mayores, era importante para el desempeño de los niños en la educación de la primera infancia.
Aunque dan la pauta, no solo los gobiernos han sido responsables del abandono de las lenguas indígenas. Parte de la barrera a que se enseñe el idioma indígena en las escuelas proviene de las propias poblaciones indígenas: los padres y los niños, a menudo acertadamente, ven el aprendizaje en un idioma nacional oficial como una clave para el empleo futuro y mayores oportunidades de vida. Muchos países buscan un equilibrio adecuado a través de programas de educación bilingüe, pero rara vez se implementan sistemáticamente.
Se ha visto que las fuertes opiniones de todas las partes sobre este tema causan inquietud en muchas ocasiones, lo que a veces resulta en avances para la lengua indígena. La imposición del español en las escuelas por parte de Guatemala fue vista por los indígenas como parte de un patrón más amplio de discriminación social, por ejemplo. Los grupos armados que representan a los indígenas demandaron educación bilingüe e intercultural durante las negociaciones sobre un acuerdo de paz, lo que llevó a un compromiso constitucional.
La diversidad lingüística también crea desafíos, en áreas como la contratación de docentes, el desarrollo curricular y los materiales de enseñanza, y las políticas para la educación bilingüe a menudo no se implementan por completo. En Chile, cuando las lenguas indígenas se incorporaron en los currículos oficiales en 2010, los maestros de una escuela preescolar intercultural y bilingüe sintieron que, además de aprender la lengua, necesitaban más conocimiento cultural y experiencia de primera mano con las comunidades indígenas.
Y sí, aunque algunos pueden negarlo, la educación no es necesariamente la respuesta a este problema. La educación puede ser tanto la razón por la que se pierde el conocimiento indígena como una manera potencial de restaurarlo. Días como hoy, años como 2019, nos ayudan a reevaluar nuestras políticas y programas de educación para asegurarnos de que no somos parte del problema, sino que, más bien, somos parte de la solución.
Nota publicada en el Blog de la Educación Mundial de la UNESCO, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: Blogs de la Educación
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