La educación integral en sexualidad es parte esencial de una educación de buena calidad que mejora la salud sexual y reproductiva, sostieneFacing the Facts(“Afrontando la realidad”), nuestro más reciente documento de política publicado hoy en forma conjunta con la UNESCO. Lanzado en la Conferencia Women Deliver (“Las mujeres cumplen”), durante un evento con Helen Clark, la Primera Dama de Namibia y Vivian Onano, el documento explora la resistencia a la educación en sexualidad en muchos países y los obstáculos a su implementación, buscando formas de superarlos.
A nivel mundial, cada año, 15 millones de niñas se casan antes de los 18 años. Alrededor de 16 millones de niñas de 15 a 19 años y 1 millón de niñas menores de 15 años dan a luz. Esto no solo marca el final de su educación, sino que a menudo es fatal: el embarazo y el parto son la principal causa de muerte entre las mujeres jóvenes.
Las y los jóvenes también representan un tercio de las nuevas infecciones por el VIH entre los adultos y en 37 países de ingresos bajos y medios, aunque solo aproximadamente una tercera parte de las personas de 15 a 24 años tienen un conocimiento integral de la prevención y transmisión del VIH.
Ante estos hechos, nuestro nuevo documento hace un llamado a que los niños y jóvenes reciban una educación integral en sexualidad antes de que se vuelvan sexualmente activos. Esto les ayuda a protegerse de embarazos no deseados, VIH y otras infecciones de transmisión sexual, y promueve valores de tolerancia, respeto mutuo y no violencia en las relaciones.
Incluso a la edad de cinco años los niños necesitan entender los hechos básicos sobre su cuerpo, pensar en las relaciones familiares y sociales, y reconocer el comportamiento inapropiado e identificar el abuso. De lo contrario, muchos crecerán con creencias inexactas, como aproximadamente la mitad de las niñas en la República Islámica de Irán, que creen que la menstruación es una enfermedad, y el 51% de las niñas en Afganistán y el 82% en Malawi, que no saben nada sobre la menstruación antes de vivirla.
Sin embargo, en varios países, ha aumentado la resistencia activa a la educación integral en sexualidad por parte de algunos grupos. En Uganda, una reacción pública violenta provocó que el Ministerio de Educación retirara el currículo nacional de educación en sexualidad, por ejemplo, el cual fue revisado posteriormente.
En Inglaterra, la decisión de 2018 de hacer que la educación sexual y de pareja fuera obligatoria fue opuesta en vista de algunos temas del currículo, y una petición en línea contra ella reunió más de 100,000 firmas. En los Estados Unidos, una oposición marcada ha impactado las políticas: entre 2006–2010 y 2011–2013, el porcentaje de adolescentes que recibieron instrucción formal sobre el control de natalidad disminuyó del 70% al 60% entre las niñas y del 61% al 55% entre los niños. Solo alrededor de la mitad de los distritos escolares requieren educación en sexualidad y, de ellos, la mayoría exige o enfatiza la instrucción de abstinencia exclusivamente. De hecho, 18 estados requieren que los maestros le digan a los estudiantes que el sexo es aceptable solo en el contexto del matrimonio.
Pero, como muestra el documento, los programas que se centran exclusivamente en la abstinencia son ineficaces y potencialmente dañinos a medida que aumenta la brecha entre la edad de la actividad sexual inicial y el matrimonio. Un análisis de los programas de abstinencia en los Estados Unidos, por ejemplo, mostró que dicha enseñanza incluía información médica inexacta, promovía estereotipos de género negativos, y estigmatizaba a los jóvenes sexualmente activos y a lesbianas, gais, bisexuales, transgéneros e intersexuales.
El argumento de los detractores de que la educación integral en sexualidad promueve la actividad sexual entre los adolescentes también es infundado, ya que la evidencia demuestra que la educación retrasa la edad de la iniciación sexual, algo que no hacen los programas de abstinencia.
Aparte de los desafíos sociales de introducir la educación integral en sexualidad, también existen algunos desafíos operativos. La introducción de la educación integral en sexualidad en el currículo es insuficiente sin la capacitación adecuada de los maestros, para dar un ejemplo obvio. Es posible que los maestros no tengan la confianza para enseñar la materia y que terminen simplemente omitiendo el contenido relevante de los planes de estudio. Hay maneras de abordar esto. Namibia y Chile lo han hecho mediante la creación de planes de estudio con guiones para los maestros, por ejemplo, mientras que Tanzania y algunos países de América Latina han creado recursos en línea a los que los maestros pueden recurrir en caso de duda.
Además, la educación integral en sexualidad a menudo no se enseña como una clase independiente, sino como parte de varias otras materias. Esto significa que puede disminuir su importancia como resultado, y también abre más oportunidades para que la materia se deje de lado por maestros que no están dispuestos a enseñarla.
La importancia del tema en nuestra meta global sobre la educación se reconoce en un indicador estandarizado sobre la educación integral de calidad, que se incluye en el marco de seguimiento del ODS 4 bajo la meta 4.7. Sin embargo, el seguimiento de la implementación enfrenta muchos desafíos, en parte debido a la manera en que el tema se presenta en los currículos, y por la diversidad de maneras en que se imparte. Recopilar datos relevantes para que se ajusten al indicador sigue siendo un desafío: puede que los directores de las escuelas no entiendan cómo recopilar datos sobre el tema, y resumir la información de manera que pueda compararse entre países aún requiere reflexión.
El documento insta a los países a:
- Invertir en la formación y el apoyo docente para ofrecer una educación integral en sexualidad.
- Hacer que los currículos sean relevantes y basados en evidencia.
- Desarrollar mecanismos de seguimiento y evaluación y asegurar su implementación.
- Promover la colaboración intersectorial para lograr un cambio real. En particular, vincular las escuelas con los servicios de salud, y apalancar los fondos.
- Trabajar con la comunidad y las organizaciones de padres para superar la resistencia que no se basa en hechos.
Nota publicada en el Blog de la Educación Mundial de la UNESCO, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: Blogs de la Educación Mundial
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