Por: Tania Marín Macías.
En América Latina la atención a la salud de los hombres, representa múltiples desafíos. Estilos de vida no saludables (tabaquismo, exceso del consumo de alcohol, sedentarismo), estereotipos de género rígidos, falta de información tanto de los usuarios como de los servicios de salud acerca de la salud del hombre, barreras culturales y económicas que se traducen en escaso uso de servicios de salud preventivos y curativos, escasez de programas con enfoque de género y la creciente prevalencia de enfermedades crónicas son algunos de los problemas que los sistemas de salud deben afrontar para atender las necesidades de salud de los hombres.
Factores y conductas de riesgo en los hombres
Frecuentemente, los hombres incorporan conductas de riesgo a su estilo de vida, lo cual tiene consecuencias en su salud e incluso aumenta el riesgo de mortalidad. Las normas y estereotipos de género en los que se basa la noción de masculinidad (por ejemplo: fuerza, independencia, autosuficiencia, poder, virilidad, entre otros), no sólo influyen en el perfil epidemiológico de los hombres, sino que también tienen repercusiones a nivel social.
Se estima que en América Latina y el Caribe, existen 32.1 millones de hombres fumadores y 15.7 millones de mujeres que fuman. El consumo de tabaco es uno de los principales factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de muerte en América Latina, con una mayor mortalidad para hombres que para mujeres.
En nuestra región los hombres tienen episodios semanales de consumo excesivo de alcohol en una proporción de 4 a 1 en comparación con las mujeres. Como resultado, las tasas de mortalidad y discapacidad asociadas al consumo de alcohol son mayores en los hombres, principalmente, entre los 15 y 49 años. A nivel social, esta problemática afecta directamente a la población económicamente activa, crea condiciones de dependencia en adultos jóvenes y aumenta la demanda sanitaria. Cabe resaltar que éstas muertes y lesiones son 100% prevenibles, evitando el consumo nocivo de alcohol. De igual forma, de acuerdo a un reporte de la Organización Panamericana de la Salud, el consumo de alcohol por parte de los hombres aumenta la posibilidad de que usen la violencia contra las mujeres.
Violencia
En América Latina existe un serio problema de violencia contra las mujeres, principalmente por parte de sus parejas. De acuerdo a la evidencia recabada por ONUMUJERES, las actitudes de género existentes en la región tienden a “justificar” socialmente el uso de la violencia física y sexual contra las mujeres por parte de los hombres, además de que existen modelos rígidos que legitiman el uso de la violencia de pareja, como una forma de “disciplinar” a las mujeres. Por lo anterior, es imprescindible involucrar a los hombres en políticas y programas de prevención de violencia de género. Sin embargo, los hombres también son víctimas de la violencia interpersonal. En un estudio realizado por el BID, se encontró que los hombres jóvenes son las principales víctimas de homicidios en varios países de América Latina (48% tenía entre 15 y 29 años), y en seis de 17 países del estudio, más del 90% de las víctimas de homicidio eran hombres.
Los hombres hacen menor uso de los servicios de prevención y salud mental
En Brasil, se ha detectado que los hombres hacen un menor uso de los servicios de salud, principalmente para acudir a servicios preventivos o en el primer nivel de atención; también se ha explorado la asociación entre la noción de masculinidad y el acto de buscar atención para la salud. Brasil cuenta con una Política Nacional de Salud del Hombre, en la que se reconoce que los hombres son menos propensos al autocuidado y acuden a atención médica en etapas más avanzadas de enfermedad, lo cual implica, por una parte consecuencias negativas en su estado de salud y por otra un aumento en los costos de salud, debido a que sus padecimientos requieren mayor tecnología y personal especializado para el tratamiento.
En lo que respecta a las enfermedades crónicas, el cáncer de próstata es el cáncer que más afecta a los hombres, representando el 13% del total de muertes por esta enfermedad. La OMS espera que el número de casos se duplique para 2030. Debido a la falta de detección oportuna (que tal vez se deba a la falta de uso de servicios preventivos), muchos casos sólo se detectan en fases avanzadas.
En el caso de la depresión, las normas existentes de masculinidad que exaltan el estoicismo, la autosuficiencia y la fortaleza, representan una barrera social para que los hombres acudan a los servicios de salud mental, ya que la vulnerabilidad o debilidad son considerados “inadecuados”. Esto inhibe la búsqueda de atención profesional, lo cual impide el acceso al tratamiento, afecta la calidad de vida de la persona y perpetua estereotipos.
Los hombres también deben ser incluidos en la agenda de salud sexual y reproductiva
Existe una noción creciente de que los hombres deberían formar parte de la población objetivo dentro de los programas y estrategias de salud sexual y reproductiva, para aumentar su efectividad, dado que actualmente, la agenda de salud global se enfoca principalmente en la fase reproductiva de las mujeres. Un estudio reciente de UNFPA revela cómo las normas de género ejercen presión sobre los adolescentes, promoviendo la adopción de versiones de masculinidad poco saludables, éste estudio detectó que en muchos países, la mayoría de los hombres adolescentes entre 15 y 19 años había tenido conductas sexuales de riesgo en el último año.
Adicionalmente, se han detectado brechas tanto de conocimiento como de políticas y estrategias de atención para algunas comunidades vulnerables y específicas como los hombres que tienen sexo con hombres, o las personas transgénero.
Ante este escenario, atender los problemas de salud que más afectan a los hombres, entender el papel que juegan los estereotipos de masculinidad en la adopción de las conductas de riesgo, y cómo éstos afectan a otros grupos sociales, son estrategias relevantes no sólo para disminuir la carga de enfermedad de los hombres, sino también como un mecanismo para cerrar las brechas en salud.
Tania Marín Macías es médica y tiene una maestría en Salud Internacional. Actualmente colabora como fellow en la División de Protección Social y Salud de BID.
Nota publicada en el blog “Gente saludable” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.
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