Uno de los principales mensajes del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GEM) 2017-2018 Rendir cuentas en el ámbito de la educación: Cumplir nuestros compromisos es que sancionar a los docentes con frecuencia puede ser contraproducente.

Los docentes son los principales responsables de educar a los alumnos. Sin embargo, en un gran número de países se les presiona cada vez más. La complejidad y diversidad de sus tareas pueden imponer exigencias contradictorias de su tiempo, lo que dificulta los esfuerzos orientados a pedirles que rindan cuentas.

Sancionar a los docentes por el ausentismo

Una razón frecuente por la que se castiga a los docentes es el ausentismo; así pues, cuando no asisten a la escuela pueden ser sancionados.

Un estudio en seis países de ingresos bajos y medios indicó que el ausentismo de los docentes era en promedio del 19%, lo que empeoraba la ya muy alta escasez de estos profesionales.

No obstante, cuando ahondamos en las razones por las que los docentes faltan a la escuela, la versión podría ser diferente.

“Algunas veces los docentes no van a clase porque la escuela está muy lejos y no hay ninguna carretera por la que puedan conducir, solo un camino de tierra con baches. No tenemos electricidad y no hay servicios. En invierno hace mucho frío y no hay calefacción. Ni los docentes tienen calefacción en su oficina. Nuestros docentes son muy buenos y tratan de enseñarnos a todos, pero no tenemos muchos libros y a veces ni siquiera pupitres”. MUHAMMAD REZZA, ALUMNO DE 10º GRADO, AFGANISTÁN

Muchos factores alejan a los docentes de sus aulas, de los cuales no todos están bajo su control.

En Senegal, por ejemplo, entre las razones del ausentismo de los docentes que escapan a su control se encuentran el cierre de escuelas debido a daños por factores meteorológicos, renovaciones, limpieza, huelgas, falta de material o cuestiones más amplias relativas a la planificación del sistema (como el hecho de que las escuelas primarias cierren a finales de junio para que sus docentes puedan supervisar los exámenes finales de la enseñanza secundaria y técnica en julio).

Los datos sobre el ausentismo de los docentes no tienen en cuenta las razones de sus faltas. En Indonesia, entre 2013 y 2014 el 10% de los docentes de la enseñanza primaria estuvo ausente. Sin embargo, casi la mitad de esas faltas se debió a dispensas para estudiar.

Esto no quiere decir, por supuesto, que no deberán aplicarse sanciones cuando los docentes llegan siempre tarde o no se presentan, pero es importante comprender las razones del ausentismo antes de determinar de forma generalizada las respuestas adecuadas.

Se ha visto que ciertos enfoques disminuyen el ausentismo de los docentes. Entre ellos figura brindar a los docentes apoyo apropiado y adicional en zonas alejadas, como garantizar que la escuela tenga un director y dar una remuneración complementaria a los docentes que trabajan en esas zonas.

En cambio, deberán replantearse las políticas que han demostrado aumentar el ausentismo, como las que alientan a los docentes a enseñar en más de una escuela, o inclusive lo exigen indirectamente.

Sancionar a los docentes por los malos resultados de los alumnos

Muchos sistemas también responsabilizan a los docentes por el desempeño de sus alumnos, lo que se manifiesta en que los resultados de las pruebas de estos últimos se incorporen cada vez más en las evaluaciones de los docentes y, en algunos casos, influyan incluso en las decisiones sobre su salario, promoción y continuación en el empleo. No obstante, al igual que sucede con el ausentismo, el desempeño de los alumnos depende de muchos factores que sobrepasan la capacidad de los docentes, como las competencias, expectativas, motivación y comportamiento de los alumnos; la situación y apoyo de los padres; la presión de los compañeros y las aspiraciones; la organización, recursos y cultura de la escuela; y la estructura del plan de estudios y el contenido. Además, la repercusión de los docentes en el desempeño de los alumnos es acumulativa, es decir que un alumno no solo está influenciado por sus docentes actuales, sino por los anteriores.

Ciertos enfoques más sofisticados, como los modelos de valor añadido, que se basan en datos longitudinales para aislar el efecto de un determinado docente en los logros cognitivos de los alumnos, podrían ayudar a definir los problemas. Sin embargo, su correcta aplicación es muy costosa y con frecuencia carecen de solidez. En cualquier caso, existe un amplio acuerdo de que los logros cognitivos de los alumnos por sí solos no son indicadores suficientemente confiables de la eficacia de los docentes. Incluso si se aplican modelos de valor añadido, su función deberá ser la de respaldar a los docentes en dificultades, y no la de castigarlos. No deberán emplearse para fijar su remuneración, ya que hay pocas pruebas de que repercutan en los resultados o aumenten la motivación.

El problema de echar culpas en lugar de buscar soluciones es que el miedo de las sanciones socava la confianza. En lo que concierne la rendición de cuentas, los bajos niveles de confianza solo conducirán a variantes más intensas, lo que disminuirá aún más los niveles de confianza, y así sucesivamente. No resulta sorprendente entonces que los docentes estén abandonando el mercado laboral a un ritmo tan acelerado en algunos países.

La solución para eliminar la sensación de amenaza no es compleja. Concretamente, se deberá integrar a los docentes en la definición de objetivos comunes. De esta manera se incrementará su motivación y, por tanto, su confianza en el proceso educativo.

Nota publicada en el Blog de la Educación Mundial de la UNESCO, reproducida en PCNPost con autorización

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SOURCE: Blogs de la Educación