Por: Samuel Azout.
En el año 1776 Adam Smith describió la magia de la mano invisible de la siguiente manera: “Nuestra cena no proviene de la benevolencia del carnicero, ni del cervecero, ni del panadero, sino que es el producto de perseguir sus intereses particulares.” Smith argumentaba que el libre mercado y el interés personal, egoísta y codicioso, era la gran fuerza que conduciría al bien común.
Doscientos años más tarde en 1976, Milton Friedman, el célebre profesor de la Universidad de Chicago y premio Nobel señaló: “Los negocios tienen una sola responsabilidad y es la de generar utilidades.” En otras palabras, las empresas deben cumplir la ley, por lo demás, su trabajo es ganar dinero para sus accionistas.
Los admiradores de Adam Smith y Milton Friedman tienen mucho que reflexionar por estos días. No es un secreto que el crecimiento económico de los últimos cincuenta años y la fuerza de la revolución digital poco han ayudado a solucionar los problemas más apremiantes de la humanidad: a) el deterioro del único planeta conocido que puede albergar a humanos, b) la violencia manifestada en guerras, homicidios, migraciones humanas, y c) la escandalosa desigualdad económica y social. Para quienes no lo saben, América Latina lidera los continentes tanto en deforestación (% de bosques nativos destruidos anualmente), como en homicidios (# por cada millón de habitantes) y desigualdad (medida por coeficiente GINI).
Por fortuna, ha nacido una esperanza. Por primera vez, el Influential Business Roundtable (BRT), la asociación de los 200 Gerentes más influyentes de Estados Unidos, anunció este mes un nuevo propósito para las empresas. En este documento aparecen conceptos diferentes a la tradicional concentración en beneficios para accionistas. De igual importancia ahora surgen cuatro nuevos compromisos: a) agregarles valor a los clientes, b) invertir en los empleados, c) trato justo a proveedores, y d) apoyo a comunidades a través de prácticas ambiental y socialmente sostenibles.
Ya era hora de un cambio de paradigma en el sector privado de la mayor economía del mundo. Por fin entendieron que los gobiernos son incapaces de garantizar el goce efectivo de derechos de la población, y que la concentración de riqueza, y la voracidad de poder económico puede terminar acabando con el sistema que lo permitió. Por eso, BRT ha propuesto un nuevo capitalismo más realista y consciente. Ya en el Foro Económico Mundial del 2006 en Davos Bill Gates había dicho que “para mejorar la vida de los más pobres y excluidos se necesita un mejor sistema de negocios…un sistema que tenga la doble misión: ganar dinero y mejorar la vida de aquellos que no se benefician con las fuerzas del mercado.”
Este nuevo propósito de los empresarios tiene sus contradictores. Uno de ellos, Anand Giridharadas, autor de “Winner Takes All” acepta que algunas empresas están implementando acciones más responsables, pero señala que ninguna está reemplazando sus actividades claves, aquellas prácticas que excluyen sistemáticamente a los más débiles.
La‘mano invisible’le entregó al sector privado licencia para innovar – y este lo que hizo fue innovarnos hacia una brecha social y un deterioro ambiental sin precedentes. La idea de BRT de un nuevo capitalismo es un paso en la dirección correcta. Falta ver si tanta belleza se materializará en resultados tangibles.
“Amanecerá y veremos,” dijo el ciego.
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