Sobre patrones y trampas del pensamiento para la gestión socioambiental

Por: Rodrigo Arce Rojas.

Múltiples son los problemas (socio) ambientales que los peruanos no hemos sabido afrontar (Ráez y Dourojeanni, 2016) entre los que podemos mencionar, entre otros, la deforestación, tala ilegal, mala gestión de bosques y la minería ilegal.

Existen múltiples interpretaciones sobre las razones que han llevado a esta situación pero me gustaría explorar las causas desde la perspectiva de los patrones de pensamiento de los tomadores de decisiones. Esta es una dimensión aún poco explorada y requiere mayor profundización.

El Banco Mundial (2015) nos dice que “cuando los individuos piensan, en general no emplean conceptos inventados por ellos mismos. Utilizan conceptos, categorías, identidades, prototipos, estereotipos, argumentos causales y cosmovisiones extraídas de sus comunidades. Todos estos son ejemplos de modelos mentales. Estos modelos influyen en lo que los individuos perciben y en el modo en que interpretan lo que perciben”. Los modelos mentales de los decisores nos llevan a los paradigmas, creencias, ideologías y representaciones que ellos tienen sobre la realidad.

Los psicólogos distinguen dos tipos de procesos utilizados por los individuos al pensar: los que son rápidos, automáticos, asociativos y no exigen esfuerzo, y los lentos, deliberativos, esforzados, seriales y reflexivos. Los psicólogos describen los dos modos, metafóricamente, como dos sistemas distintos de la mente: el sistema 1, el automático, y el sistema 2, el deliberativo (Kahneman, 2003; citado por Banco Mundial, 2015). Podríamos pensar que lo que prima es el pensamiento deliberativo pero esto no siempre es así, máxime aún si la toma de decisiones debe hacerse bajo presión política, económica o social. No son pocas las veces en las que las decisiones son tomadas a destiempo o tienen consecuencias no deseadas.

Existen dos estrategias básicas para la toma de decisiones en el ámbito gubernamental. La primera, la “concepción racionalista”, establece que una vez que el decisor conoce un problema, define claramente una meta y analiza exhaustivamente las alternativas para alcanzarla. Posteriormente, escoge entre ellas de acuerdo con una estimación de sus cualidades, en referencia al estado de cosas preferido, y se procede a generar un cambio “inmediato” y previamente definido.

La segunda estrategia corresponde al “Enfoque Incrementalista”, que procura adaptar la estrategia de toma de decisiones a las capacidades limitadas de los decisores, reduciendo el espectro y el costo de la búsqueda de la información. (Morán y Bianchi, 2005). En el segundo enfoque los decisores pueden moverse entre una saludable propuesta adaptativa de aprender en el camino o caer en el sesgo de decisiones apuradas.

Una forma de estructurar las decisiones para trabajar en problemas de gestión o manejo de recursos naturales y problemas ambientales en el contexto de la producción agropecuaria y forestal es el método de toma de decisiones estructuradas (TDE). Este método consiste en aplicar un pensamiento sistemático donde luego de definir el problema cuidadosamente se trata de conectar decisiones con objetivos mediante la construcción de modelos que ayuden a predecir el comportamiento del sistema ante cada decisión alternativa, evaluando sus consecuencias, permitiendo en última instancia tomar las decisiones óptimas para alcanzar el o los objetivos planteados (Zaccagnini y colaboradores, 2014).

Por todo ello, es necesario indagar más sobre los patrones y trampas de pensamiento de los decisores para corregirlos. Al respecto, el Banco Mundial (2015) nos dice que “si se presta atención al modo en que los seres humanos piensan (los procesos de la mente) y al modo en que la historia y el contexto configuran el pensamiento (la influencia de la sociedad), se puede mejorar el diseño y la implementación de las intervenciones y las políticas de desarrollo que se centran en la elección y la acción (conducta)”.

Algunas de las trampas de pensamiento identificadas en los decisores socioambientales se presentan como dilemas:

  • Pragmatismo-idealismo
  • Reduccionismo- holismo
  • Eficientismo – inacción
  • Presión – convicción

Exploremos cada uno de estos dilemas:

  • Pragmatismo-idealismo: Esta es una disyuntiva entre tomar decisiones rápidas, prácticas e inmediatas y decisiones que apunten a fortalecer la situación ideal del tema en cuestión. Se asume que el decisor pragmático es ejecutivo y se orienta por los resultados inmediatos (mediatizado por los tiempos políticos). Por el contrario el decisor idealista es visto ya sea como un gran estadista o visionario o alguien que no pisa tierra.
  • Reduccionismo- holismo: Aunque todos los decisores hablan de la importancia del enfoque de desarrollo sostenible no todos están de acuerdo en el tratamiento de cada una de estas variables. Para algunos nada se puede hacer si es que no pasa por una racionalidad económica. En esa misma dirección otros consideran que todo debe subordinarse a los enfoques ambientales. Asimismo, hay quienes plantean que se privilegie la cuestión social. Lo curioso es que estas perspectivas unidimensionales pueden llevar a la inacción o a la distorsión de la realidad. Pero el reduccionismo no solo trata de dimensiones sino también de asociaciones a colores políticos (“rojo” o “verde”). Ello lleva por ejemplo a cuestionar o deslegitimar todo aquello que tiene cierta coloración política. Esta es una manera de simplificar la realidad a categorías o etiquetas.

En el otro extremo un pensamiento “holístico” con apariencia de totalizador puede ser paralizante cuando en nombre del balance de las dimensiones o el abordaje del total de los factores se produce un débil entendimiento de la complejidad y se debilita su entendimiento y tratamiento.

  • Eficientismo – inacción: Cuando la búsqueda de resultados se convierte en ideología muchas veces se cae en reduccionismos y lo que interesan son las metas cuantitativas “a cualquier costo” lo que implica descuidar o subestimar por ejemplo las consideraciones sociales y ambientales en nombre del crecimiento económico que se convierte en el indicador máximo de éxito de gestión socioambiental. Al amparo de esta propuesta de aparente efectividad por ejemplo se plantea eliminar las trabas burocráticas o debilitar la consulta previa a los pueblos indígenas por constituir, desde su perspectiva, un factor que ahuyenta las inversiones. En el otro extremo, se encuentra la inacción porque se “racionaliza mucho” la situación, no se la piensa porque no es prioridad, o demora tanto que cuando se toma la decisión ya es inoportuna.
  • Presión – convicción: Cuando las decisiones de los gestores están sujetas a la presión de actores económicos, políticos y sociales su viabilidad va estar en función del grado de legitimidad que tengan del total de los actores involucrados. Si una de las partes interesas no se siente representada entonces ejerce presión que puede incluso llevar a desestimar la decisión ello independientemente de la consistencia que pueda tener. En el otro extremo se encuentra el campo de la convicción cuando el decisor cree honestamente que es la mejor decisión para todos, aunque la sola creencia de la certidumbre del decisor no garantiza que sea la decisión más racional y coherente.

Cierto es que la realidad socioambiental es compleja e incierta y que se requiere que el decisor esté consciente de sus pautas mentales que les ayude a tomar las mejores decisiones. Pero la realidad ha demostrado que enfoques de comando y control son insuficientes para un buen proceso de toma de decisiones y se requiere fortalecer enfoques y prácticas de gobernabilidad y gobernanza que conlleven a que las decisiones sean producto de un diálogo intercultural, democrático y fructífero, en el que las decisiones sean producto de amplios procesos participativos y de reflexión y propuesta colaborativos.

Quiere decir entonces que no se trata solamente de las pautas mentales de los decisores sino también las pautas mentales de la sociedad civil y de los actores. Esto es un diálogo de sistemas y de intersubjetividades para encontrar respuestas que incorporen la subjetividad de los interesados en la racionalidad de lo que se está tratando.

Esto lleva a fortalecer competencias dialógicas de todas las partes, procesos en los que no se trata de convencer al otro sino de construir juntos realidades y significados compartidos. Para que eso suceda este diálogo intercultural no está exento de tratar con la ética, la transparencia, la buena fe y con información apropiada, pertinente y oportuna.


Literatura revisada:

Banco Mundial. 2015. Informe sobre el desarrollo mundial 2015: Mente, sociedad y conducta, cuadernillo del “Panorama general”, Banco Mundial, Washington DC. Licencia: Creative Commons de Reconocimiento CC BY 3.0 IGO

Morán, Alberto E. y Bianchi, Gustavo F. 2005 “Toma de decisiones ambientales: apuntes para un marco conceptual y meteorológico“. Argentina: Universidad Nacional de General San Martin. Escuela de Posgrado. Cátedra Unesco Cousteau en Ecotecnia

Ráez, E. y Dourojeanni, M. 2016. Los principales problemas ambientales políticamente relevantes en el Perú. Lima: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Fundación Pronaturaleza, Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), Universidad Científica del Sur.

Zaccagnini, María Elena; Goijman, Andrea P.; Conroy, Michael J. y Thompson, Jeffrey J. (Editores) 2014. Toma de decisiones estructuradas para el manejo adaptativo de recursos naturales y problemas ambientales en ecosistemas productivos. Conceptos, metodologías y estudios de casos en Argentina. Buenos Aires: Ediciones INTA.


 

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