¿Qué estamos entendiendo por desarrollo forestal?

Por: Rodrigo Arce Rojas

Para poder entender lo que significa el desarrollo forestal tenemos que desagregar cada uno de los componentes de la frase “desarrollo forestal”.  Así es que empecemos hablando de lo que significa cada una de estas palabras. Parece un ejercicio simple pero no lo es pues resulta que el significado de cada palabra obedece a un marco cultural, a un contexto determinado y su proceso histórico. Quiere decir que el significado de las palabras se va construyendo y legitimando socialmente, es consecuencia por tanto de un proceso de intersubjetividades que no está exento de las relaciones de poder.

Otra manera de decirlo es que hay marcos epistemológicos, ontológicos, teóricos, políticos que van configurando el significado de las palabras y que la confluencia de la ciencia, la economía, los medios de comunicación y socialización terminan por modelar una intensidad significativa. Aunque las palabras, como si fueran entes vivos autoorganizados, no constituyen procesos acabados y tienen la capacidad o flexibilidad de adaptarse o evolucionar no de manera lineal pues hay la posibilidad de múltiples bifurcaciones en el camino. Es la plasticidad de las palabras la que permite que en ocasiones sean usadas de manera falaz. Es la magia de la complejidad del lenguaje.

Así es que si soltamos al ambiente la palabra “desarrollo” va a convocar inmediatamente múltiples significados. Un grupo pensará por ejemplo que se refiere a mejoría, progreso, maduración y lo pensará en términos deterministas y lineales que se ponen de manifiesto en una línea ascendente en que no hay mirada atrás y será señal de superación permanente. Otro grupo asociará el desarrollo al crecimiento y pondrá énfasis al crecimiento económico como medida del éxito del desarrollo.

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valiunic / Pixabay

En esta forma de pensar el desarrollo las dimensiones sociales y ambientales se subordinan a la dimensión económica dominante y se manifiesta explícitamente que sin éxito económico no es posible atender los aspectos ambientales y sociales. Un tercer grupo, absolutamente minoritario, pensará que el desarrollo es una condición que permite la plenitud del despliegue de potencialidades y posibilidades de la vida y que no es un proceso lineal de quema de etapas sino de mirar la condición o situación que mejor sustente la celebración de la vida. Aquí la mejor figura que representa esta situación es una espiral de espirales o del símbolo del infinito o la cinta de Moebius (BBC, 2018).

Revisemos ahora el significado de la palabra “forestal”. Igual encontraremos entre los diversos actores una diversidad de significados. Desde una perspectiva institucionalista el significado de la palabra forestal se encuentra definida en las políticas, en las leyes, en los manuales, guías y diccionarios. Esta perspectiva oficialista te dice lo que es y lo que no es forestal. Es el lenguaje de la ciencia, la academia, las instituciones, los profesionales disciplinados y disciplinarios. Pera esta perspectiva normalizada, estandarizada e instituida de comprender y sentir a los bosques no comulga con toda la riqueza de la realidad.

Se podría decir entonces que no hay un universo forestal sino un pluriverso forestal que da cuenta de muchos significados y que esforzadamente tratan de comunicar los pueblos indígenas de la tierra, los antropólogos o los filósofos. En estos otros universos de significados los bosques no se reducen a aspectos objetivos y racionales de las dimensiones biofísicas, sino que incluyen también a los intangibles del mundo cultural y espiritual.  Los bosques no se reducen a bienes, servicios ecosistémicos al ser humano, recursos forestales y menos a cosas o objetos sino a interrelaciones, tramas y entreveros en los que existe una comunidad expandida de vida en la que humanos, no humanos y seres tierra dialogan y establecen relaciones de colaboración, reciprocidad o conflicto. Una tercera perspectiva de entendimiento de lo forestal alude al concepto de bosques como socioecosistemas. Profundicemos al respecto.

Entender los bosques como socioecosistemas refuerza la idea de las interrelaciones entre el subsistema ecológico y el subsistema social. Pero esta forma de entender los bosques no es sino una respuesta a la ontología disyuntiva que separa el ser humano de los bosques y de la naturaleza en general por lo tanto recupera y refuerza la idea de unidad y red de relaciones.  En el marco de una ontología de la continuidad no hay tal separación por lo tanto naturaleza y cultura aparecen como categorías humanas construidas socialmente que constituyen una única realidad. Bajo esta perspectiva no hay cultura (el mito de la cultura), no hay naturaleza (el mito de la naturaleza) sino que la unidad remite a la Pachamama o Gaia en la que el ser humano es un constituyente de la comunidad de vida, pero no el único y menos el que puede someter a las otras expresiones de la vida a voluntad.

De esta primera revisión llegamos a la conclusión que hablar de desarrollo forestal no es tan simple como parece y que es necesario un diálogo de éticas para poder definir la mejor forma de relacionarnos con los bosques. Asumir que la perspectiva antropocéntrica dominante es la única forma de hacer desarrollo forestal es limitado y no da cuenta de la complejidad de la realidad.

Para entender los reales retos del desarrollo forestal no nos podemos substraer de las discusiones en general que se realizan en torno al desarrollo e incluso al desarrollo sostenible. Esto es importante porque generalmente apostamos por un sector forestal sostenible como aspiración máxima. Hagamos una rápida revisión.

Desarrollo es una palabra que irrumpe después de la Segunda Guerra Mundial, antes existía el término, pero no con la connotación actual. Frente a las críticas posteriores de su énfasis marcadamente economicista surge el concepto de desarrollo sostenible que en teoría trata de integrar y equilibrar las dimensiones económicas, ambientales y sociales.

Aunque ha habido esfuerzos sistemáticos por cumplir la promesa de la ponderación esta no ha sido lograda y lo que se puede apreciar son procesos de enverdecimiento y de inclusión de consideraciones sociales siempre subordinados a la racionalidad económica. El gran problema tiene que ver con la propuesta optimista de un crecimiento infinito basado en un planeta de dones finitos (recursos en el lenguaje hegemónico) como ya fue advertidos tempranamente por el Informe Meadows “Los límites del crecimiento: informe al Club de Roma sobre el predicamento de la Humanidad” (Meadows, D.H.; Meadows, D.L.; Randers, J; Behrens, W. 1972).

Frente a los límites del desarrollo sostenible han surgido propuestas alternativas al desarrollo tales como el post-desarrollo, el decrecimiento, el buen vivir. Otras propuestas son las eco-aldeas, las comunidades en transición, el movimiento cero kilómetros, movimiento slow; desarrollo propio, autodesarrollo, etnodesarrolo, transiciones, desarrollo regenerativo y el biodesarrollo (Cubillo e Hidalgo, 2015). Aunque muchas de estas expresiones alternativas todavía son focalizadas, o están en formulación, ofrecen una gama de posibilidades que constituyen genuinas fuentes de inspiración para superar una racionalidad colonizadora y de dominio de la naturaleza.

Es importante anotar que la búsqueda de alternativas al desarrollo no solo viene desde perspectivas sociocríticas, sino que también están presentes en el corazón del sistema hegemónico que ha ido generando propuestas como la economía azul, la economía circular, la economía del bienestar. El PNUD ha ido generando interesantes propuestas de medición del bienestar subjetivo y del bienestar multidimensional para dar cuenta que las mediciones tradicionales de medir el desarrollo no son suficientes.

Entre las diversas propuestas que se están trabajando destaca la del Biodesarrollo que implica poner la vida en el centro de todo el pensar y accionar humano. No se trata únicamente de la vida humana sino de todas las expresiones de vida. Esta no es una propuesta que disminuya la importancia de atención de la vida humana, sino que lo que hace es ampliar la comunidad moral para que prime el respeto a la vida en general. Es una manera de superar una visión marcadamente antropocéntrica, antropomorfa y antropológica que ha primado hasta ahora en el discurso del desarrollo (Maldonado, 2014). Ver y sentir a las plantas y animales como seres vivos y no como recursos forestales es una diferencia crucial para generar sentido de urgencia en las diferentes formas de intervención sobre los bosques.

Se concluye por tanto que hablar de desarrollo forestal solo en términos de contribución al PBI, incremento de exportaciones de madera u otros productos forestales es absolutamente insuficiente y se requiere incorporar otros aspectos de las discusiones sobre el desarrollo a nivel global. Si la sustentabilidad forestal se reduce solo a un proceso entonces estamos perdiendo de vista que el bosque es fuente de vida al cual estamos altamente interrelacionados por la historia de la propia humanidad, los grandes ciclos hidrológicos y biogeoquímicos en general. 


Referencias:

BBC News Mundo (27 septiembre 2018). La cinta de Moebius: el enigmático objeto con un solo lado que fascina a matemáticos, artistas e ingenieros. (En línea). Consultado el 9 de septiembre de 2020. Disponible en: La cinta de Moebius: el enigmático objeto con un solo lado que fascina a matemáticos, artistas e ingenieros

Cubillo-Guevara, Ana Patricia y Hidalgo-Capitán Antonio Luis. (2015). El trans-desarrollo como manifestación de la trans-modernidad. Más allá de la subsistencia, el desarrollo y el post-desarrollo. Revista de Economía Mundial 41, 2015, 127-158.

Maldonado Castañeda, Carlos. Eduardo. (2014). Biodesarrollo y complejidad: Propuesta de un modelo teórico. In Un viaje por las alternativas al desarrollo. perspectiva y propuestas teóricas Universidad del Rosario.


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