Más poesía para hacer frente a la crisis ambiental

Por: Rodrigo Arce Rojas


Si todos los seres vivos somos una gran familia ¿Por qué tanta exclusión, sumisión, especismos e invisibilización?  ¿Y si convocamos al biocentrismo ético para la equidad y justicia ecológica en el marco de los derechos bioculturales?

Florece la ecopoética cuando aprecias el diálogo entre lo humano y los seres tierra, cuando percibes la sutil musicalidad del cosmos.

Qué hermosa es la democracia cuando participan los invisibles, los nadie(s), los que no tienen voz y los seres tierra. Cuando los seres humanos y los seres tierra dialogan generando nuevos afectos y sentidos compartidos se siente la Sociología de la simbiosis.

Si lo dibujamos en el horizonte y en el alma con ternura haremos posible que llegue el día en el que podamos regenerar el jardín de los valores del bien común y participar en la festividad del buen diálogo entre humanos y los seres tierra.

Entonces podremos dialogar como lo hacen la cereza y el capulí para soñar y diseñar las más sublimes utopías.


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Parque Capitano. North Vancouver, BC, Canadá. Foto: PCNPost, julio 13, 2016.


Crisis civilizatoria y ambiental

Aunque muchos no se han dado cuenta todavía nos encontramos frente a una crisis civilizatoria una de cuyas manifestaciones es la crisis ambiental. Como humanidad hemos probado diferentes fórmulas para hacer frente a la crisis ambiental pero esta manera de llamarlo nos induce al error porque nos hace pensar que lo ambiental sólo es una dimensión aislada de la realidad, pero no hay crisis ambientales puras porque lo ambiental se entrecruza con todas las dimensiones de la realidad.

Lo ambiental siempre aludirá a la vez lo económico, lo social, lo institucional, lo legal, lo cultural, lo psicológico, entre otros tantos nombres con los que pretendemos organizar nuestra realidad. Ahora ya tenemos mejor entendimiento que no hay tal separación entre naturaleza y cultura, por lo tanto toda división entre ciencias naturales y ciencias sociales, entre ciencia y filosofía, entre ciencia y ética, entre ciencia y estética, entre ciencia y arte, siempre serán artificiales. Estas dicotomías son válidas para entender las polarizaciones pero no nos serán útiles para abordar el entramado de la realidad compleja.

Los rizomas, las sinapsis, los enredos son manifestaciones de la ecopoética del Pluriverso socioecológico.

La fuerza gravitacional, las relaciones simbióticas y los enlaces covalentes nos hablan del tejido cooperativo.

Sueño con una sociología de las intersubjetividades, de los entreveros bioculturales que acarician la esperanza del Pluriverso.

Adoptar y practicar Sociologías, Ecologías y Economías profundas e imbricadas. A eso le llamo actitud transformadora.

Pero como todavía prima en el imaginario, en las representaciones, en la administración y en la organización de la ciencia y la academia estas perspectivas dicotómicas vamos a mantener momentáneamente la concepción que “lo ambiental” se reduce a lo biofísico sólo para efectos de fundamentar la importancia de la poesía para hacer frente a la crisis ambiental. Luego regresaremos a nuestra visión socioecológica y biocultural de la realidad.

En esta perspectiva como humanidad hemos ensayados diferentes maneras de hacer frente a la crisis ambiental: desde lo racional, desde lo económico, desde lo tecnológico y desde lo legal. No obstante pese a los diferentes esfuerzos los resultados no son efectivos porque los indicadores  dan cuenta que estamos frente a una situación muy grave. El problema es que por diferentes razones existe diferente entendimiento y sensibilidad sobre el grado de gravedad de la crisis.

Entre las diferentes posiciones hay aquellas que aluden a la infinita capacidad humana para revertir sus grandes problemas, a la creatividad e innovación, a las capacidades del sistema económico para auto perpetuarse, al optimismo tecnológico, a la capacidad para establecer acuerdos internacionales, entre otros.

Pero más allá de cualquier mensaje esperanzador sabemos que hemos superado la biocapacidad de la tierra y que no es posible mantener un modelo de desarrollo y progreso que sigue deteriorando la vida humana y vida no humana. Irreversiblemente vamos en camino a la sexta extinción masiva. La contaminación nos ahoga y sus manifestaciones lo encontramos en la disminución de la calidad del agua, del aire y del suelo pero también la contaminación de las conciencias como señala acertadamente Mario Benedetti.


Soluciones racionales

La humanidad se pretende sabia y hemos apostado por la racionalidad como cimiento de nuestra civilización. En esa perspectiva existe una profusa producción científica que fundamenta razones en todos los campos del conocimiento humano. Aunque existe todo un sistema de organización de la información y el conocimiento parece que existe una gran brecha entre los conocimientos científicos y la toma de decisiones, por mayores esfuerzos que se realizan a través de los policy brief  (documentos cortos que sustentan resultados científicos y que deben orientar la política) o los resúmenes ejecutivos de informes clave.

Se supone ahora que con apoyo de las herramientas de inteligencia artificial las y los tomadores de decisiones tienen más posibilidades de conseguir información relevante para la política. Pero tal parece que el ser humano (los malos políticos) está vestido con chaleco (o casco) a prueba de razones científicas y  priman los intereses económicos y políticos lo que terminan desvirtuando, minimizando o invisibilizando los aportes científicos.

Sentipensamos, más allá del logos, con todo el cuerpo, con toda nuestra humanidad, con toda nuestra socionaturaleza…

Existen cien mil millones de razones para pensar, impensar, repensar con todo el cuerpo-humanidad-naturaleza desde la energía de los afectos. Ecologías afectivas para regenerar el tejido con el que la Pachamama nos cobija desde el corazonar.

Corazonar, identificar y develar los eufemismos para rediseñar y regenerar en clave socioecológica. Es la irreverencia epistémica que hace posible que la indisciplinariedad se vuelve telúrica poesía con la sensibilidad del pluri-Verso.

Alcanzamos la sabiduría cuando comprendemos el valor, el sentido y la energía de los intangibles emergentes. ¿Y si educamos cordialmente para la vida, la celebración y el respeto de la vida humana y no humana y la imaginación regeneradora?


Soluciones económicas

Desde la economía, hemos pretendido resolver los problemas ambientales incorporando principios y métodos procedentes de la economía neoclásica y lo que hemos conseguido es que se busque que la naturaleza tenga propietarios, sea producible, tenga precios y que puedan entrar al mercado. En esta perspectiva se ha planteado la valorización de los llamados bienes y servicios ecosistémicos (llamados ahora contribuciones de la naturaleza) para que puedan entrar en el mercado y dejen de ser considerados como elementos difusos difíciles de asir desde la economía o desde el derecho.

Pero esta perspectiva no hace sino extender un espíritu colonialista que termina mercantilizando la naturaleza. Es por ello que se insiste en la financiarización de la naturaleza como estrategia clave para hacer frente a la crisis ambiental. Así se termina legitimando lo que podríamos llamar las indulgencias ambientales, pagar por las emisiones con conservación de la naturaleza aunque no se haga gran cambio en lo que significa los estilos de vida y los modos de producción.

La sustentabilidad mercantilizada es insostenible. Que germinen y florezcan nuevos sentidos por la plenitud de la trama de la vida.

La clasificación de los recursos naturales como renovables y no renovables son en realidad recursos lingüísticos de la economía para justificar la colonización de la naturaleza.

Con la moderna colonización de la Amazonía caen árboles, nidos, culturas, espíritus, lenguajes, palabras y sensibilidades… Los árboles sólo quieren vivir felices en la comunidad biocultural en respetuosa convivencia.

Los que reducen la naturaleza a capital natural se pierden de la sonrisa del sol, de la danza de los ríos y la esencia de la vida.

Necesitamos soluciones basadas en el respeto a la naturaleza de la cual formamos parte inseparable. Más allá del utilitarismo.

Alguna vez bajamos de los árboles. Ha llegado la hora del retorno espiritual hacia la época en la que fuimos lava, fuimos mar.


Soluciones tecnológicas

Otra forma de combatir la crisis ambiental alude al optimismo tecnológico. Es indudable que como humanidad hemos logrado avances tecnocientíficos gigantescos. Pero estos avances también tienen claro oscuros porque la tecnología no sólo contribuye a mejorar las condiciones de vida del ser humano sino también incrementa explosivamente su capacidad de impacto ambiental. La tecnología puede tener repercusión en el mayor consumo de energía, la producción de residuos (incluyendo basura espacial), alteración y degradación de los ecosistemas para la obtención de minerales, contaminación del agua, el aire y el suelo, entre otros. La tecnología puede cumplir un rol efectivo en hacer frente a la crisis ambiental pero depende de los marcos paradigmáticos de desarrollo o de la forma cómo nos relacionamos con la naturaleza.


Soluciones legales

La crisis ambiental también pretende resolverse desde lo legal y lo político. En países con alta producción de leyes como los nuestros se dice que el problema no es generar nuevas leyes si no hacer cumplir las existentes. Esta premisa asume que las leyes son perfectas y acabadas y de ahí la necesidad de reforzar el sistema de cumplimiento de las leyes. Pero todos sabemos que las leyes son hijas de su tiempo y que son producto de las interrelaciones de fuerzas entre los grupos políticos participantes en la producción de leyes. Además las leyes se inscriben en marcos paradigmáticos de desarrollo y marcos epistemológicos y ontológicos dominantes.

Resultado de ello es que nuestras leyes se inscriben en la perspectiva del sistema económico hegemónico que ha sobredimensionado el valor del individuo, la propiedad privada, los precios y el mercado. Aunque muchos no lo queramos aceptar mucho de nuestro discurso ambiental institucionalizado corresponde a la lógica de la mercantilización de la naturaleza incluyendo la conservación capitalista. En tal sentido parece que hecha la ley hecho los estudios de abogados para defender los intereses de los poderosos. A ello se suma la cooptación de los órganos de control de la justicia que fallan a favor de perspectivas antropocéntricas y mercantilistas, según el “Estado de Derecho.”

 ¿Y si en vez de hablar de desarrollo hablamos de florecimiento pleno? Así nos orientaríamos por la fuerza vital y regeneradora, la alegría, el color, la esencia… Si no estamos trabajando solidariamente por la vida plena, digna, bonita, buena, dulce entonces ¿Cuál es el sentido de la vida?

La paz también está hecha de equidad, justicia, sonrisas, de tierra, de agua, de trinos silvestres y de la música del pueblo. Emerge con valentía el derecho a las alternativas al desarrollo cuando se sentipiensa en las diversas justicias interrelacionadas con ética biocultural.

El poder de cuidar la vida humana y no humana es una manifestación de la democracia ampliada y regenerativa para un Biodesarrollo biocivilizatorio.

Si se nos han agotado las diferentes fórmulas ¿Qué nos queda? ¿Apelar al bolsillo? ¿Apelar al garrote y la zanahoria?  ¿Apelar a la sensibilidad? Es aquí cuando ingresa la perspectiva de más poesía para afrontar la crisis ambiental. Aquí tenemos que retomar lo ambiental no como un campo específico de la realidad sino como las totalidades entretejidas que nos envuelven. Es así como es que se han configurado perspectivas integradoras desde enfoques socioambientales, socioecológicos, desde la socionaturaleza o la Culturaleza, desde los territorios y paisajes. La dilución de las categorías de sociedad y naturaleza se sustentan en la Teoría del Actor Red de Bruno Latour, en la epigenética y en el enfoque eco-evo-devo (Ecology-Evolution-Development), entre otros.


Alternativas desde la ecopoética

Las palabras tienen poder, tienen la capacidad de configurar realidades. La poesía con su capacidad de jugar con las palabras, sus sentidos y significados logra llegar a las fibras más profundas de la sensibilidad humana. La poesía nos enternece, nos sacude, nos golpea o nos acaricia. La poesía puede ser de alabanza, de tristeza, de angustia, de denuncia o simplemente dejar proyectar nuestros sueños e ilusiones. La poesía da cuenta de nuestra segunda naturaleza y hace posible que el ser humano tenga conciencia de sí mismo, siendo a la vez la conciencia y la voz de la naturaleza que habla, se emociona. Pero sobre todo, la poesía permite que florezcan los afectos.

Desde la ecopoética podemos hablarle al alma sensible. También nos permite adentrarnos al mundo de la biosemiótica para escuchar los diversos lenguajes con los que nos habla la naturaleza. Es por ello que podemos reconocer las sonrisas de los árboles o la felicidad de los ecosistemas.

La ecopoética nos permite que afloren los afectos por todo el entramado de la vida, nos hace empáticos, solidarios y reconocemos que somos cuerpo entre los cuerpos como dirían Omar Giraldo e Ingrid Toro (2020) en la afectividad ambiental. La afectividad humana es una experiencia trascendental. Cuando amamos a nuestros seres queridos lo vemos de una manera tan especial que nos parecen más grandes, los vemos maravillosos, los vemos brillantes, y su felicidad es nuestra propia felicidad. La afectividad ambiental implica dejar fluir el deslumbramiento de la naturaleza, el respeto y la veneración.

Las hojas regresan al suelo porque quieren volver a besar la luz en un continuo renacer. Cada hoja recuerda con afectividad el origen del cosmos y abraza las caricias del sol para compartirlo solidariamente.

Cuando reconozco que soy parte de la naturaleza, que soy naturaleza entonces entiendo que debo verme reflejado en cada elemento tangible e intangible de mi realidad entrelazada. Reconozco que debo devolver con cuidado las bondades de la tierra, que me nutre, que alberga mis sueños.

Al ver la capacidad de sonreír de la naturaleza entonces puedo decir:

Adoro la filosofía porque me permite encontrarte en la felicidad de los follajes e inflorescencias y en las sonrisas de las nubes.

Tu sonrisa ecologizada entrelaza las subjetividades humanas y más que humanas, las angustias del caos con la armonía total.

Qué paradoja tu sonrisa, situada y temporal, a la vez ubicua e infinita que genera sentidos inconmensurables de eternidad.

Que los afectos infinitos nos devuelvan la comunión con la naturaleza a la que pertenecemos.


Referencia

Giraldo, O.F. & Toro, I. (2020). Afectividad ambiental: sensibilidad, empatía, estéticas del habitar. Chetumal, Quintana Roo, México: El Colegio de la Frontera Sur : Universidad Veracruzana. (99+) Afectividad Ambiental | Omar Felipe Giraldo – Academia.edu


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