Por: Ricardo Pérez Cuevas.
El oído es uno de los sentidos primordiales del ser humano. De él dependen la comunicación y la capacidad para interrelacionarse. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 360 millones de personas, lo que equivale a un 5% de la población mundial, sufren de pérdida de audición discapacitante. De los afectados, 32 millones son niños y casi un tercio son mayores a 65 años.
La pérdida de la audición se da en todas las edades, e incluso puede aparecer antes de nacer. El Centro para el Control y Protección de Enfermedades (CDC), uno de los componentes operativos más importantes del Departamento de Salud de Estados Unidos, reporta que 1,4 de 1000 bebés experimenta algún tipo de pérdida auditiva.
Los jóvenes y adolescentes son, según la OMS, uno de los grupos de edad que presenta más riesgos de sufrir pérdidas de audición debido a prácticas auditivas perjudiciales. El aumento de la exposición a sonidos fuertes en lugares de ocio es cada vez mayor y el uso de dispositivos electrónicos para escuchar música a gran volumen puede provocar lesiones irreparables.
Si la pérdida de audición no se trata, afecta la comunicación y puede agravar el aislamiento social, la ansiedad, la depresión y el declive cognitivo, especialmente entre los adultos mayores. Por ello, es imprescindible estar bien atento a las señales de pérdida de audición.
Implicaciones de la sordera discapacitante
La discapacidad física como consecuencia de una deficiencia auditiva, afecta de muchas maneras a los niños y adolescentes. Tener una discapacidad es una barrera mayor para el acceso a la educación que el género, la situación socio-económica o la ciudad de residencia. En América Latina solamente acude a la escuela entre un 20 y un 30% de los niños y adolescentes con algún tipo de discapacidad física, según una investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que asegura además que este es uno de los grupos con menor índice de permanencia en la escuela.
Las dificultades a las que tienen que enfrentarse los jóvenes con problemas auditivos para culminar su educación son el tema del cortometraje Hugo, de la cineasta mexicana Mariana Chenillo y que se puede ver de manera gratuita en internet. Incluida en la producción El Aula Vacía, ganadora del Premio Unicef a la mejor película sobre la niñez, esta obra aborda el tema de la deserción escolar desde el punto de vista de un joven que, a pesar de querer estudiar, tiene que luchar contra barreras de todo tipo debido a su discapacidad auditiva.
Aunque queda mucho por hacer, existen programas para evitar estas consecuencias. En Brasil y Argentina, por ejemplo, unos 1.500 niños por año se benefician de programas de implante coclear con amplia cobertura. Este dispositivo se implanta en la parte del oído conectada al nervio auditivo y ayuda a superar algunos problemas de audición cuyo origen está en el oído interno o cóclea. En México, el Seguro Popular financia aproximadamente a 300 niños por año. Esto es crítico porque un niño que no escucha no puede desarrollar un lenguaje correcto. Sin la rehabilitación temprana, estos niños tendrán limitaciones para trabajar, socializar y desarrollarse plenamente.
La detección temprana es clave
En los recién nacidos se debe realizar el tamiz neonatal que incluye, entre otras cosas, la detección de problemas de audición y que permite identificar a los niños que tienen hipoacusia sensorial profunda. La detección temprana es fundamental porque este problema auditivo puede ser tratado mediante el implante coclear, reduciendo significativamente el riesgo de discapacidad. Es aconsejable realizar esta intervención entre los 6 y los 12 meses de edad, cuando los niños comienzan a desarrollar destrezas orales.
La audición está íntimamente unida al desarrollo psicosocial de los niños, a sus respuestas a los estímulos externos y a que sean capaces de potenciar de manera adecuada sus habilidades. La atención, percepción, identificación y discriminación son procesos cognitivos básicos íntimamente ligados a la capacidad de oír y que interactúan a lo largo de todo el desarrollo evolutivo del niño, contribuyendo a que adquiera sistemas de comunicación primarios.
Tanto en niños como en adultos, una adecuada salud auditiva forma parte de la salud integral, afectando inclusive la posibilidad de mantener el equilibrio físico. No deberíamos esperar a incidentes concretos para preocuparnos por nuestra salud auditiva. No hay que correr el riesgo de hacer oídos sordos a posibles indicativos de una merma en la capacidad de oír.
Ricardo Pérez Cuevas es médico e investigador en salud.
Nota publicada en el blog “Gente saludable” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.
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SOURCE: Los Blogs del BID
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