La publicación emblemática de la OCDE, Panorama de la Educación, ha centrado su atención en el Objetivo de Desarrollo Sostenible – ODS #4.
Esto es importante para confirmar la universalidad de la agenda.
Pero también tiene implicaciones sobre cómo la OCDE, como organización que representa a los países ricos, participa en procesos globales.
Ajustar el Panorama de la Educación a la era ODS
Pocas organizaciones pueden igualar las contribuciones innovadoras de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) a la educación internacional en los últimos 20 años. Mientras que la atención tiende a centrarse en el Programa de Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), su trabajo en temas que van desde los recursos escolares a la motivación docente y a la calidad de la educación infantil ayuda a generar debates interesantes sobre las políticas educativas. El equipo del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo se ha referido cada vez más a la investigación de la OCDE, como ha demostrado un análisis bibliométrico reciente.
Un hilo conductor vincula las innovaciones de la OCDE, remontándose al programa de Indicadores de los Sistemas de Educación a finales de los años ochenta y principios de los noventa, que dio como resultado su publicación emblemática, Panorama de la Educación. El mes pasado se publicó el más reciente de la serie, Panorama de la Educación 2017. El informe ha establecido altos estándares de claridad y atención al detalle, y esta edición no es una excepción.
La serie Panorama de la Educación se ha construido sobre cuatro pilares de indicadores: producción del sistema educativo; recursos financieros y humanos; acceso y participación; y entornos de aprendizaje. A partir de 2016, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y, en particular, el ODS #4 sobre la educación, se ha superpuesto como un marco secundario y paralelo.
El año pasado, Panorama de la Educación incluyó una introducción especial al ODS #4. Nos pareció “una de las señales más claras de que es una agenda universal, no dictada por los países ricos a los países pobres”, dado que hasta entonces los países miembros de la OCDE rechazaron las agendas internacionales, tales como los ODM y la EPT, como irrelevantes para sus necesidades educativas nacionales.
Sin embargo, en ese momento también observamos que la presentación estaba llevando a los lectores a creer que los indicadores presentados conformaban el enfoque mundial para el seguimiento del ODS #4, cuando en realidad solo eran una interpretación de dichos indicadores, entre los cuales la OCDE, comprensiblemente, privilegiaba a aquellos que se basaban en sus propias herramientas de seguimiento.
No fuimos los únicos que lo observamos. Hubo preocupación entre 22 de los 35 miembros de la OCDE que también son estados miembros de la Unión Europea. El Panorama de la Educación 2016 había establecido “puntos de referencia” (benchmarks) en su nombre, que eran diferentes a los criterios de educación cuidadosamente acordados para 2020 que habían establecido a través de un largo proceso de negociación de la UE.
Interpretación y aceptación de indicadores globales
En respuesta a esta crítica, el Panorama de la Educación 2017 no ha incluido puntos de referencia. También ha reconocido que “cuando un indicador presentado… no corresponde a la metodología establecida por la UNESCO, está claramente etiquetado como un sustituto”. Este es un paso hacia adelante, pero tal vez se quede corto.
A nivel mundial, el proceso de especificación de los sustitutos (o “marcadores”) se decide a nivel del Grupo de Cooperación Técnica, una plataforma convocada por la UNESCO y su Instituto de Estadística que consta de 28 países y de una selección de agencias y organizaciones de la sociedad civil. En este sentido, el Panorama de la Educación 2017 no especifica que dichos sustitutos se utilizan para la rendición de informes de la OCDE y no para la rendición de informes del ODS #4.
El informe es selectivo en la forma en que representa el proceso mediante el cual se alcanza un acuerdo sobre las metodologías de indicadores. Cuando se refiere a los “indicadores globales y temáticos acordados con la UNESCO”, reduce el proceso a dos organizaciones que deciden por su cuenta. Sin embargo, en el proceso establecido por el Instituto de Estadística de la UNESCO, que es la agencia de custodia de 9 de los 11 indicadores globales del ODS #4, participan muchos socios y, lo que es más importante, los países deben ser los conductores del mismo. En ningún momento la UNESCO “acuerda” metodologías de indicadores con otro socio, como la OCDE.
Esto no quiere decir que la OCDE, como todos los demás socios, no tenga mucho que ofrecer en este proceso. Sus metodologías para medir la participación en el aprendizaje a lo largo de la vida, la alfabetización y las habilidades numéricas de adultos, o el desarrollo profesional de los docentes, por mencionar solo algunos ejemplos, son una buena base y se están tomando en cuenta en el trabajo para desarrollar las metodologías de indicadores. Pueden ayudar a ampliar la forma en que los países más pobres supervisan y mejoran sus sistemas educativos. Pero esto requiere reconocer las diferentes perspectivas y necesidades en diferentes partes del mundo.
Es importante evitar atajos a indicadores que son oportunos y tentadores, pero pueden distorsionar el propósito de lograr un objetivo. Un ejemplo es la forma en que la comunidad internacional se ha concentrado en el volumen de ayuda desembolsada en forma de becas como indicador global de la meta 4b.
Pero la mayoría de las becas no se financia con presupuestos de ayuda. Como resultado, la calidad del indicador global es pobre. No mide el progreso hacia el objetivo; y, peor aún, seguirá distorsionando la asignación de ayuda, alejándola de la clara prioridad de la educación básica.
Como parte del mandato que los gobiernos, incluidos los de los estados miembros de la OCDE, dieron al Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, a saber, “el mecanismo de seguimiento y presentación de informes sobre… el ODS #4” y de “informar sobre la aplicación de estrategias nacionales e internacionales”, el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2017/8, que se lanzará el 24 de octubre, aborda algunas de estas cuestiones.
Con base en el tema de la rendición de cuentas, el informe examina las responsabilidades de todos los actores de la educación, incluidas las organizaciones internacionales.
Uno de sus puntos clave es que las organizaciones internacionales deben facilitar procesos de establecimiento de normas, por ejemplo de marcos de seguimiento, asegurando que sean abiertos e inclusivos, liderados por los países y que atiendan las necesidades de los mismos.
Nota publicada en el Blog de la Educación Mundial de la UNESCO, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: Blogs de la Educación Mundial
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