Oxfam advierte de que un niño o niña de una familia pobre tiene siete veces menos probabilidades de terminar la escuela que uno de una familia rica.
La investigación realizada por la organización pone en evidencia la alarmante brecha de oportunidades educativas entre niños y niñas dependiendo de los ingresos y la riqueza de sus familias. Incluso en los países ricos, solo tres cuartas partes de los niños y niñas procedentes de familias pobres completan la escuela secundaria, en comparación con el 90% de los niños y niñas de familias ricas.
El informe “El poder de la educación en la lucha contra la desigualdad” también muestra una correlación clara entre una baja inversión en servicios educativos públicos y gratuitos y el número de niños y niñas que abandona la escuela. Por ejemplo, Pakistán, donde 24 millones de niños y niñas están sin escolarizar, tiene uno de los niveles de gasto en educación más bajos, así como las mayores desigualdades a nivel educativo.
Kira Boe, especialista en políticas educativas de Oxfam, señala:
“Los Gobiernos están poniendo en peligro el futuro de los niños y niñas de todo el mundo al no invertir en una educación pública gratuita y de calidad. Cada niño y niña debería tener la oportunidad de aprovechar al máximo su potencial, y no solo aquellos cuyos padres pueden permitirse pagar las tasas escolares”.
Los niños y niñas que nacen en situación de pobreza llegan a la escuela ya en una posición de desventaja, pues a menudo sufren enfermedades y malnutrición crónica, lo que menoscaba su desarrollo y afecta su capacidad de concentración. El gasto público en educación tiende a centrarse en las comunidades más ricas, lo que significa que las escuelas en las zonas pobres suelen estar abarrotadas y carecen de profesorado cualificado y de recursos básicos como libros de texto o baños. Por ejemplo, en Malaui, Burkina Faso, Madagascar, Lesoto y Senegal, el 10% más rico de la población recibe más de la mitad de los recursos destinados por el Gobierno a educación. La UNESCO estima que hay 330 millones de niños y niñas escolarizados que, sin embargo, no llegan a aprender habilidades básicas.
Muchas de las niñas más pobres ni siquiera llegan a las escuelas. El género, como los ingresos, el origen étnico y la geografía, determina quién recibe una educación de calidad –o tan siquiera, una educación–. En muchas zonas rurales pobres de Pakistán, es tres veces más probable que jamás asista a la escuela una niña que un niño. Obligadas a abandonar la escuela antes que sus hermanos, millones de las niñas más pobres del mundo pierden oportunidades vitales al ser privadas de una educación.
El informe también denuncia cómo la privatización de la educación agrava la desigualdad. Las escuelas privadas con tasas baratas logran reducir gastos a costa de pagar salarios extremadamente bajos a profesores poco cualificados, lo que afecta la calidad de la educación. Asimismo, establecer tasas de cualquier tipo excluye a los niños y niñas más pobres.
La educación pública de calidad ha demostrado ser una forma eficaz de reducir la desigualdad y de construir sociedades más justas que aprovechen al máximo el talento y potencial de todos sus niños y niñas. Por el contrario, la brecha educativa originada por la escasa inversión en educación pública alimenta la desigualdad. Por ejemplo, en El Salvador el 47% de la población adulta con estudios secundarios tiene un empleo formal, en comparación con el tan solo 5% de quienes no terminaron la escuela primaria.
Muchos Gobiernos, como los de Ecuador, Etiopía y Vietnam, son conscientes de ello y por eso han aumentado significativamente el gasto en educación pública. Etiopía es el quinto país del mundo que más invierte en educación con respecto a su presupuesto, y entre 2005 y 2015 ha escolarizado a 15 millones de niños y niñas más (pasando de 10 a 25 millones). Entre 2003 y 2010, Ecuador triplicó su gasto en educación aplicando políticas eficaces de movilización fiscal y priorizando la educación en sus presupuestos.
“Los Gobiernos deben invertir de forma urgente en servicios educativos públicos gratuitos y de calidad para garantizar que todos los niños y niñas tengan igualdad de oportunidades. Incrementar los impuestos a las personas y empresas ricas contribuiría a cubrir estos gastos. La respuesta a la crisis educativa es la inversión en educación pública y no desviar fondos, y menos los procedentes de la ayuda oficial para el desarrollo, a escuelas privadas”, añade Boe.
El informe de Oxfam hace un llamamiento a Gobiernos y donantes a construir una educación pública equitativa y de calidad:
- proporcionando una educación pública gratuita y de calidad para todos los niños y niñas. Esto implica eliminar todo tipo de tasas, proveer a las escuelas de un profesorado calificado y remunerado de forma justa, y proporcionar ayuda adicional a los niños y niñas más pobres.
- velando por que la educación contribuya a reforzar la igualdad para las niñas. Abordar las barreras que mantienen a las niñas sin escolarizar, por ejemplo, construyendo baños separados y garantizando que el profesorado y los libros de texto promuevan roles de género positivos y eviten estereotipos.
- ampliando las inversiones en educación pública. Los países de renta baja y media deberían destinar al menos el 6% de su PIB a la educación pública y sufragar dicho gasto mediante sistemas fiscales más justos. Los donantes, incluido el Banco Mundial, no deberían destinar fondos públicos a escuelas privadas.
Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: Oxfam
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