Por: Mauricio Báez y Katherine Poole.
Durante 71 años, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) dominó sobre prácticamente todos los aspectos de la vida mexicana. Era, según palabras del escritor y Premio Nobel Mario Vargas Llosa, “la dictadura perfecta”. Sin embargo, México ha experimentado una extraordinaria evolución. Desde el año 2000, el PRI se ha alternado en el poder con el derechista Partido de Acción Nacional (PAN). En la actualidad, diferentes partidos compiten en el Congreso, y las principales instituciones democráticas, como el Consejo Nacional Electoral, operan de manera imparcial e independiente. La democracia en los aspectos más importantes ha madurado y se ha consolidado.
Y en este momento, con México a puertas de celebrar unas elecciones presidenciales cruciales el próximo 1 de julio, vale la pena analizar cómo ha sucedido esto. Una valiosa forma de hacerlo es a través de la base de datos de instituciones políticas Database of Political Institutions (DPI), una herramienta alojada en el BID, con más de 100 variables para examinar los controles y equilibrios, la estabilidad política y otros factores que influyen en el funcionamiento y la solidez de las instituciones políticas en todo el mundo. Lo que podemos ver al usar la herramienta para México es un país con características únicas, que aun así ha participado en la tendencia hacia una mayor democracia y desarrollo político, que son el denominador común en la mayoría de los países latinoamericanos en las últimas décadas.
No hay duda de que la democracia en México se está volviendo cada vez más competitiva. Observando los datos de la DPI, vemos el descenso constante del PRI en las elecciones presidenciales, desde su victoria en las elecciones de la década de 1970 con más del 90% de la votación presidencial hasta su caída con menos del 40% de la votación en las elecciones de 2012, mientras los partidos de la oposición pasaron a ser opciones cada vez más viables.
Un momento decisivo fue en 1995, cuando el PRI aceptó negociar con la oposición para crear el Instituto Electoral independiente, encargado de administrar las elecciones. Como resultado, la oposición terminó obteniendo mayor financiamiento. En 1997, el PRI perdió su mayoría absoluta en el Congreso.
Desde entonces, ningún otro partido político ha logrado la mayoría absoluta, y cualquier legislación importante debe ser negociada en el congreso entre los partidos opositores. Eso ha producido un cambio decisivo. El presidente Vicente Fox, que fue el primer presidente no perteneciente al PRI, trató de lanzar una serie de ambiciosas reformas, incluyendo la construcción de un nuevo aeropuerto para Ciudad de México. Pero las iniciativas fracasaron por falta de apoyo de la oposición.
La DPI muestra claramente esta creciente dispersión del poder. Podemos verla reflejada en la suerte del PRI. El gráfico 2 muestra la disminución en la representación del PRI en el congreso, la cual es coherente con su disminución en el porcentaje de votos presidenciales.
El punto más bajo del PRI en el Congreso llegó en 2006, cuando la contienda presidencial fue impugnada por primera vez por dos partidos de la oposición, el PAN y el izquierdista Partido Revolucionario Democrático (PRD). Pese a ello, en las elecciones intermedias de 2010, el PRI había recuperado casi por completo su casi mayoría, quizás debido a las poco populares políticas de seguridad nacional del PAN.
Sin embargo, el partido aún tenía que lidiar con las diversas fuerzas políticas que caracterizaban la nueva era. En 2012, tras 12 años en la oposición, el PRI estaba de regreso en el poder. No solo ganó la presidencia, sino además obtuvo el mayor número de escaños en la Cámara de Representantes y el Senado. No obstante, esto no significó una mayoría absoluta y, a diferencia de los viejos tiempos, tuvo que trabajar con sus opositores para lograr los objetivos de su programa.
Ante el riesgo de una parálisis del Congreso, los tres partidos políticos principales firmaron un acuerdo nacional llamado el Pacto de México, que abarcó una serie de reformas de libre mercado que las administraciones anteriores habían tratado desesperadamente de aprobar. Estas incluían la apertura del mercado de las telecomunicaciones y la revocación de la prohibición de inversión privada en el sector energético, la cual data de la década de 1930.
A pesar de la popularidad del acuerdo, los tres partidos firmantes fueron castigados en las elecciones intermedias tras una serie de escándalos de corrupción. Los tres perdieron escaños en el Congreso, y el recién formado partido llamado MORENA aprovechó la situación, convirtiéndose rápidamente en un actor importante para las próximas elecciones.
Ahora todo está listo para un nuevo episodio en la joven democracia mexicana. Según varias encuestas, el claro favorito es MORENA con Andrés Manuel López Obrador, quien está postulado como candidato por tercera vez. El candidato del PAN, Ricardo Anaya de 39 años de edad, ocupa el segundo lugar; su partido ha formado una coalición con dos partidos de la izquierda: PRD (antiguo partido de López Obrador) y el Movimiento Ciudadano. En tercer lugar se encuentra José Antonio Meade, candidato del PRI.
No sabemos qué remezón producirá todo esto. Hay incertidumbre sobre lo que le espera a México en materia política. Pero la participación pluripartidista, rasgo fundamental de una democracia sana, ha echado raíces. Es posible que MORENA obtenga una mayoría absoluta en estas elecciones y no se vea obligado a formar una coalición. Pero dada la tendencia hacia el aumento de la competitividad electoral, se espera que las coaliciones continúen aumentando en el futuro ante la necesidad de cumplir ambiciosas promesas de campaña.
Autores invitados: Katherine Poole Lehnhoff se graduó recientemente del programa de relaciones internacionales y ciencias políticas de la Universidad de la Columbia Británica, con un especial interés en desarrollo internacional y sostenible.
Mauricio Báez Sedeño es un estudiante de economía del Programa Académico Conjunto del Tecnológico de Monterrey y la Universidad de la Columbia Británica. Actualmente, trabaja como pasante en la Misión Permanente de México ante la OMC.
Katherine y Mauricio han estudiado con Cesi Cruz, profesora asistente nombrada conjuntamente por el Departamento de Ciencias Políticas y de la Escuela de Ciencias Económicas de Vancouver de la Universidad de la Columbia Británica. La profesora Cruz es colaboradora clave del BID en la base de datos de instituciones políticas (DPI).
Nota publicada en el blog “Ideas que cuentan” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.
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