En el mundo hay 244 millones de personas que viven en un país que no es su lugar de origen. De ellos, los latinoamericanos y caribeños son el segundo grupo más numeroso, después de los asiáticos: hay 37 millones de migrantes de América Latina y el Caribe, según un informe de las Naciones Unidas.
Los migrantes aportan cuantiosos beneficios económicos al país de destino, y también al de origen. Además, cada vez están más formados y pueden emplear sus conocimientos especializados para el buen funcionamiento de las empresas. Por ejemplo, centrándonos en América Latina y el Caribe pues es el tema que ocupa este blog, hoy en día 1 de cada 13 titulados de esta región reside en un país de la OCDE.
Hay varios asuntos que conviene abordar al hablar de migración y a continuación plantearemos dos de ellos: la seguridad de los migrantes y el buen uso de su capacitación.
La seguridad de los migrantes:
La globalización ha permitido que los flujos migratorios sean más rápidos, más voluminosos y mejor informados. Pero las políticas equivocadas han hecho que sean inseguros o incluso dramáticamente peligrosos. Podemos conseguir que sean más seguros mediante regímenes migratorios efectivos: un conjunto de instituciones, leyes y políticas que generen múltiples beneficios y permitan un desarrollo sostenible.
Los desplazamientos trascienden las fronteras de los estados-nación. Por ello se necesitan acuerdos bilaterales, acuerdos regionales sobre movilidad, regímenes interregionales e incluso globales.
Con un régimen migratorio eficaz, los países que desean aumentar su producción y promover la innovación pueden solventar la escasez de mano de obra, proteger los derechos humanos de los migrantes e incrementar su capacidad de contribuir al desarrollo del país de destino (y del de origen).
Las sociedades que están envejeciendo y dependen de los inmigrantes para complementar su fuerza de trabajo podrán mantener su nivel de vida y su sistema de protección social. Además, los que se desplazan dejarán de pagar a coyotes y contrabandistas. Cada año hay numerosas víctimas de tráfico ilegal, incluidos niños y adolescentes, en zonas como el corredor constituido por Centroamérica, México y Estados Unidos.
Cuando las migraciones se gestionan bien, dan buenos resultados. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce su contribución positiva al crecimiento incluyente y al desarrollo sostenible. Esto no es solo importante para los traslados de los países en desarrollo a los desarrollados: más de 100 millones de migrantes viven en un país en desarrollo. La migración sur-sur es mayor que la de los países pobres a los ricos. En América Latina y el Caribe residen 9 millones de personas de otros países, en su mayoría de la misma región.
Los conocimientos y destrezas de los migrantes:
En los últimos quince años ha aumentado considerablemente el número de migrantes con formación universitaria en todo el mundo, sin embargo esta no siempre se valora. Para los latinoamericanos y caribeños ha crecido la brecha entre su nivel de calificación y las oportunidades laborales en el país de destino: a menudo ocupan empleos por debajo de su capacidad.
El desaprovechamiento de la educación de los migrantes les genera frustración, perjudica al país de destino y también al de origen: una persona que ha practicado y ampliado sus conocimientos en el extranjero puede aplicarlos luego al desarrollo del lugar donde nació.
Responsabilidad y oportunidad compartidas:
Los migrantes realizan una contribución fundamental a la economía global, pero no son una mercancía: son titulares de derechos, merecen oportunidades y merecen que se reconozca su educación. Solo así podrán contribuir plenamente al desarrollo y, a la vez, podrán empoderarse.
La migración es una responsabilidad compartida de los países de origen, tránsito y destino, pero también es una oportunidad compartida.
Todos ganamos si reducimos el coste social y humano, si los migrantes llegan en seguridad, si gozan de sus derechos adonde se les ofrecen oportunidades, y si las economías acceden más fácilmente a mano de obra y a profesionales capacitados. Este asunto tiene una repercusión cierta en la prosperidad y la paz regionales y globales.
Magdy Martínez-Solimán es Subsecretario General de las Naciones Unidas, Administrador Adjunto y Director de la Oficina para las Políticas Públicas y el Apoyo al Programa del PNUD.
Nota publicada en el Blog de la Educación Mundial de la UNESCO, reproducida en PCNPost con autorización.
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