El legado de Santos y sus consecuencias

Por: Francisco Manrique.

En general, en todos mis Posts he asumido una visión optimista de las cosas, y cuando he hecho críticas, busco siempre el lado constructivo para hacerlo. En esta ocasión, continuó con el segundo criterio, pero desafortunadamente en cuanto al primero, no tengo una visión optimista del legado de Santos en relación a la paz.

Creo que solo la historia lo podrá juzgar, pero lo que hoy tenemos, si bien es importante, tiene muchas aristas que nos pueden hacer mucho daño como país.

En momentos de confusión como los actuales, vale la pena recordar de dónde venimos, para entender mejor dónde estamos, y especialmente a dónde vamos a ir en la sociedad colombiana. Hacer este ejercicio puede ayudar a tener una mejor perspectiva de las oportunidades y los peligros que enfrentamos.

Cuando Juan Manuel Santos subió a la Presidencia en su primer periodo, llegó con la presunción  de que continuaría con la herencia que le había dejado Uribe después de ocho años. Su popularidad le permitió a Santos llegar a la más alta posición del Estado. Y Uribe la mantuvo, a pesar que había  terminado su segundo periodo, sin haber logrado el propósito sobre el cual montó todo su programa de seguridad: la derrota militar de las Farc.

Farc PDET Colombia Santos

AFP PHOTO / LUIS ROBAYO

Lo que a mucha gente se le olvida, es que a pocos meses de terminar Uribe su presidencia, había buscado acercamientos con este grupo guerrillero, con el fin de encontrar un camino diferente al de las balas, para terminar con cinco décadas de violencia.

Era el reconocimiento en ese momento, que los rendimientos decrecientes del esfuerzo bélico, demandaban buscar otras alternativas.

La opción militar había llegado a lo máximo que se podía alcanzar. La posibilidad de seguir por ese camino, era continuar con el desangre de mucho años, y seguir acumulando los costos humanos y económicos que habían afectado tanto, y a tanta gente, especialmente en las zonas periféricas del país.

Al terminar Uribe en el 2010, los vientos económicos le fueron favorables a Santos. El precio del petróleo estaba por las nubes, y la dependencia económica del Estado de los ingresos de este producto, había aumentado significativamente. Nadie vio el peligro que esto representaba.

La Gobernabilidad que se había construido alrededor de la Seguridad Democrática, le permitió a Santos con el Partido de la U, tener una cómoda mayoría en el Congreso al iniciar su primer mandato y después durante los dos primeros años de su segundo periodo. Esta capacidad fue reforzada, con el reparto consciente de “la mermelada”, con la que se compró el apoyo de los políticos gobiernistas durante estos años.

El primer año de Santos, los vientos favorables de la economía, la llevaron al mayor crecimiento de una década. El optimismo reinaba en el país. Los golpes contundentes contra las FARC habían aumentado, logrando  bajas tan sensibles como las del Mono Jojoy y Alfonso Cano, dos de los cabecillas más emblemáticos de ese grupo guerrillero, después de Marulanda y Raül Reyes que habían sido las figuras más representativas. El primero falleció de muerte natural, el segundo murió en un bombardeó en el Ecuador durante el gobierno de Uribe

Y sin embargo Santos, que había sido el Ministro de Defensa de Uribe por cuatro años, también entendió que había que buscar una negociación con las FARC. Esa decisión la tomó al iniciar su mandato y la hizo pública en agosto del 2012. Yo traté de aportar durante casi cuatro años a la causa con la iniciativa Innovación para la Paz. Siempre pensé que era lo correcto apoyar esta apuesta porque había que parar la hemorragia y era una gran oportunidad para el país.

La decisión del nuevo mandatario, sumada al nombramiento de personas en su nuevo gobierno, que Uribe detestaba, mas otros temas que algún día se sabrán, convirtieron al expresidente en el más feroz enemigo de Santos desde el primer día de su primer mandato. Y ahí fue la de Troya para este dirigente político y para Colombia. Las consecuencias las estamos pagando con creces ocho años después, y posiblemente los costos seguirán aumentando aún más, dependiendo de lo que suceda con la elección del remplazo de Santos el próximo año.

Hoy han pasado siete años y seis meses desde que Santos asumió la Presidencia de Colombia. El panorama no puede haber cambiado más con relación al que se tenia cuando comenzó. Estoy seguro que nunca imaginó que las primeras decisiones que tomó, y la manera como condujo el proceso de paz, iban a terminar con un panorama tan incierto. Y haber logrado el Nobel de Paz, no puede borrar esta realidad ni lo libera de su responsabilidad.

Se suponía que su obsesión por lograr un acuerdo con las FARC, y las arriesgadas apuestas que tomó para obtenerlo, se justificaban porque le abrirían las puertas a muchas oportunidades en Colombia, a nivel político, económico, social y de seguridad. Sin embargo, a pocos meses de entregar su último periodo, la situación no puede estar más distante, y hoy la realidad se ve muy poco clara. De hecho, la incertidumbre y la desconfianza son los grandes protagonistas del estado de ánimo nacional en la actualidad.

Hoy tenemos un país polarizado e incapaz de ponerse de acuerdo sobre temas esenciales para su desarrollo. La corrupción, siempre presente, hizo metástasis y se volvió endémica. La “mermelada” sustituyó a las convicciones partidistas para lograr una gobernabilidad que hizo crisis al final cuando más se necesitaba. Los partidos están desintegrados. Y el crecimiento económico anda por el piso sin una salida clara que sustituya al petróleo.

En este contexto, la gente se encuentra desorientada, indignada y sin una visión compartida que pueda inspirar un trabajo colectivo en la sociedad. Son carne de cañón ideal para un populista que les prometa el oro y el moro. Y en estas condiciones, la desesperanza es la peor consejera.

Pero este panorama, que es bastante grave y que no se puede ocultar, se agrava aún más cuando el proceso con las FARC evidenció algo aún más preocupante: la gran debilidad institucional del estado colombiano y la crisis de liderazgo político que la acompaña. De hecho, las dos son como gemelas que se refuerzan negativamente. Hoy es evidente que no están a la altura de los inmensos retos históricos que tenemos.

Desde que Santos quiso jugar el acuerdo a un Plebiscito, y lo perdió, no era difícil de predecir el futuro, especialmente cuando la oposición recurrió a todos los trucos que pudo para atravesarse al acuerdo. Como le sucedió a Camerón en la GB con el referéndum, y que tiene a su sucesora contra las cuerdas, también le pasó a Santos. Este se encuentra hoy solo, acorralado, sin más “mermelada que repartir”, y con una nula capacidad de controlar los eventos. En seis meses entregará al país en una encrucijada política y económica  muy compleja.

Para la prueba un botón. En una votación crucial para salvar las 16 circunscripciones acordadas en La Habana, el Gobierno no logró reunir los 52 senadores que necesitaba, cuando rutinariamente lo había hecho con mucha holgura. Del total de las leyes que se necesitaban aprobar, para respaldar lo acordado aprovechando el “fast track” que se inventaron para tramitarlas después de perder el Plebiscito, quedaron por aprobar más del 50%. Ahora la discusión se volvió jurídica y aritmética. Su conclusión está en las manos de la Corte Constitucional quien deberá decidir sobre el tema.

Otra prueba, que muestra la incapacidad institucional del Estado, es el manejo que se le dio a  los campamentos donde se agruparon a los combatientes que dejaron sus armas. Hoy, me cuentan personas cercanas al proceso, que hay varios que nos se han terminado después de diez meses, como en Tierra Alta en Cordoba!!!.

Pero lo más grave no es este hecho. Más de 1600 combatientes, han engrosado el grupo de disidentes iniciales, y las bandas crimínales, en las zonas que habían sido controladas por las FARC. Y el 60% de los desmovilizados se han retirado de los campamentos porque no se está cumpliendo con los compromisos del Gobierno.

Y esto me lleva al otra perla del rosario de problemas que va a entregar Santos el 7 de agosto del 2018. Los territorios ocupados por las FARC hoy se los están feriando los grupos criminales. Y lo están haciendo porque el Estado no estaba preparado para llenar este gran vacío.

Esta debilidad se hace evidente, en el momento en que los cultivos de la coca se dispararon a niveles históricos sin antecedentes. Esto sucedió en buena medida, por la manera torpe como se manejaron las expectativas a los campesinos metidos en el negocio. Pero también, por la suspensión de la aspersión del glifosfato en el momento más inoportuno de toda esta historia.

Para terminar este Post, quiero hacer una reflexión final.  Para conseguir su reelección en el 2014, Santos propuso acabar con esta figura aprobada para Uribe. Esta decisión se tomó sin otras consideraciones. No se dio cuenta que esta figura, a pesar de la manera tan cuestionable como la consiguió Uribe, era necesaria para tener el tiempo de tramitar muchos de los grandes cambios que necesita la sociedad colombiana. Además, es una figura que la tienen las democracias más avanzadas como los Estados  Unidos, Alemania e Inglaterra, para poder tener agendas políticas de largo plazo.

Hay que observar un hecho que nadie comenta en Colombia. Fueron necesarios 16 años de los gobiernos de Uribe y Santos, con reelecciones incluidas,  para lograr el desarme de las FARC.  Este grupo siempre le jugó a los limitados tiempos políticos de los cuatro años de sus antecesores. Y durante cuarenta años, le habían ganado siempre la partida al Estado colombiano.

De hecho, Santos había pensado lograr un acuerdo en un año, y le tomó más de cinco conseguirlo, pero lo hizo en las espaldas de los ocho años de Uribe, durante los cuales se logró  disminuir significativamente la capacidad de este grupo guerrillero, aunque no lo logró acabar.

En Colombia no hemos entendido las condiciones que se necesita para conseguir los grandes cambios en nuestra sociedad. Estos requieren de mucho tiempo, pero adicionalmente, de una gran liderazgo para sostenerlos, y de una alineación de voluntades que permitan los grandes acuerdos nacionales. Para que esto sea posible, eran necesarios los dos períodos presidenciales, acompañados de una gobernabilidad muy sólida, y de unos partidos políticos fuertes. Pero también, una sociedad que sancione la corrupción y una justicia que funcioné.

Pero como se ve en este Post, ninguno de estos requisitos los entrega Santos al siguiente presidente de Colombia. En mi opinión este es el gran pecado que cometió por su limitada visión de la paz y su incapacidad de liderazgo para unir a Colombia alrededor de este valor esencial para cualquier sociedad.

En estas condiciones, la paz que se imaginó Santos hace siete años largos, no se ve muy clara. Aún más, hay un gran riesgo que como en el pasado, estemos sembrando y reciclando otra vez, las bases del siguiente periodo de violencia y una gran oportunidad perdida.

Evitar que este sea nuestro futuro a partir del 2018, es la inmensa responsabilidad del próximo  presidente de Colombia. Debe ser una persona con la capacidad de liderar la oportunidad y minimizar el riesgo existente, uniendo en el proceso a todos los colombianos. Alguien que sea capaz de devolvernos la confianza en la democracia y sus instituciones.

Cuando propuse hace cinco años poner la innovación al servicio de la paz, tenía la intuición que esta apuesta iba a necesitar nuevas formas de pensar y de actuar. Hoy, al ver el estado en que entrega Santos su último mandato, no tengo ninguna duda que yo estaba en lo cierto.

Este país no resiste más la polarización como resultado de choque de egos de nuestra desprestigiada clase política. Hasta ahora, no han estado a la altura del momento histórico que tenemos. ¿Será posible que lo entiendan?. Depende de nosotros y de que tan consientes depositemos nuestros votos en las próximas elecciones.


Posts relacionados:

Reflexiones y preguntas agudas para Colombia

Yo tengo un sueño

El derrumbe parcial del Estado

César Gaviria, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, deben conversar.


 

Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora