No es ninguna novedad que todos esperamos la vacuna contra el COVID-19. A las preocupaciones por el funcionamiento del sistema de salud se le han sumado las expectativas por una fórmula que pueda detener este virus que circula tan fácilmente. Pero creer que hallar una -o varias- vacunas será la panacea y terminará inmediatamente la pandemia es un error. Hay tres cuestiones fundamentales que explican por qué la vacuna no brinda una solución inmediata. La primera y más obvia, la fecha ¿Cuándo estará lista la vacuna? seguido por el acceso ¿y cómo será el acceso para la comunidad? La tercera cuestión, igual de importante, el costo: ¿Y cuando esté lista, a qué costo lo estará? En este artículo te compartimos las posiciones y visiones de tres organismos líderes en la búsqueda mundial de la vacuna del COVID-19.
En un webinar organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, el presidente del organismo, Luis Alberto Moreno dialogó con la Dra. Melanie Sabille de CEPI Vaccines (Coalition for Epidemic Preparedness Innovations) que actualmente se encuentra apoyando el desarrollo de 9 vacunas, 4 de ellas en fase clínica. También participó el Dr. David Robinsonde la Bill and Melinda Gates Foundation, Fundación que ha reunido hasta el momento 8 billones de dólares en financiamiento. La visión de la región la brindó Marco Krieger (Fundación Oswaldo Cruz, Brasil). Aquí, presentamos las principales conclusiones
¿Cuándo estará lista la vacuna contra el COVID-19?
Entre 12 y 18 meses es el horizonte posible que los especialistas calculan para que tengamos una primera versión de la vacuna. En general, las vacunas tardan años, incluso décadas en desarrollarse. En el caso de algunas enfermedades como el Ébola, a pesar de las décadas de investigación y el alto nivel de financiamiento destinado, aún no ha sido posible encontrar una dosis efectiva.
En el caso del COVID-19, los expertos coinciden en que la velocidad con la que los distintos actores involucrados están trabajando no tiene precedentes. Los desarrolladores se encuentran combinando nuevas tecnologías, que permiten avances más rápidos, con tecnologías tradicionales que, si bien dan resultados más espaciados, permiten que la producción de vacunas sea escalable. La ventaja de velocidad de las nuevas plataformas resulta sorprendente: por ejemplo, Moderna (una compañía de vacunas mRNA) tardó solamente 10 semanas desde que se liberó la secuencia del virus hasta que pudo probar la vacuna en un humano. En general, este proceso dura entre 3 y 4 años.
El problema con estas nuevas plataformas es la producción a escala. En el caso de mRNA, no cuentan aún con una licencia para una producción masiva. Además, al no haber sido probadas en la población, no sabemos a ciencia cierta si generan el mismo antígeno como respuesta y consecuentemente, la misma inmunidad. La Dra. Sabille afirma que es muy probable que las tecnologías más viejas terminen “alcanzando” a las nuevas, ya que las nuevas se estacarán en el proceso de producción, generándose un cuello de botella. Tanto el Dr. Krieger como el Dr Robinson coinciden en la necesidad de utilizar las instalaciones existentes (que usan tecnologías tradicionales), ya que construir nuevas puede demandar hasta 4 años.
¿Cómo lograrlo? Un balance de velocidad y calidad.
Aún en el caso de que se aceleren los procesos y se asuma un riesgo financiero, es inadmisible asumir un riesgo sanitario. Es cierto, el mundo necesita cuanto antes una vacuna contra el COVID-19. Pero las pruebas que determinen que sea efectiva y segura para su uso en seres humanos, no pueden apresurarse, resumirse, ni ser reemplazadas por procedimientos más cortos.
¿Y cuándo será accesible al público?
Supongamos que se encuentra una vacuna efectiva y segura, la segunda es asegurar el acceso para toda la población, comenzando por los grupos más expuestos.
Los expertos consultados coinciden en que la mejor forma de distribución, y la única forma de luchar contra una pandemia es un sistema global de distribución y asignación. Además, es la única forma de asegurar reunir el financiamiento necesario, invertir con alto riesgo y ofrecer la vacuna a un precio adecuado.
¿Cuánto costará la vacuna?
Uno de los temas más álgidos lo representa el financiamiento de alto riesgo. Por un lado, se deben considerar los costos de desarrollo y aprobación de una droga. Por el otro, los costos de producción de una droga a gran escala.
De acuerdo con la Dra. Sabille, es necesario que, para ganar tiempo, varias actividades ocurran en paralelo. Esto implica que los inversores deban arriesgarse a financiar una etapa temprana del desarrollo, antes de las pruebas clínicas en humanos, con la posibilidad de que muchas fórmulas sean descartadas. Además, los inversores deben tener cierta seguridad de que la vacuna será adquirida una vez desarrollada, y para esto el costo no puede ser exagerado. Si bien es imposible hoy en día calcularlo, el Dr Robinson advierte que el hecho de que las compañías no hayan tenido tiempo suficiente de optimizar procesos puede generar que el costo en un principio sea mayor.
¿De qué volumen de financiamiento estamos hablando? CEPI estima que son necesarios 2 billones de dólares para investigación y desarrollo de 3 vacunas que estén en condiciones de obtener una licencia y posteriormente puedan ser escalables. Por una cuestión de equidad y además para hacer frente al riesgo, es deseable lograr un acuerdo entre gobiernos, organizaciones filantrópicas, organismos internacionales y empresas privadas que hagan su aporte para acelerar el proceso. Como reza el saber popular: solos vamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos.
La investigación en la región: el caso de Brasil.
Actualmente Brasil se encuentra en investigación y desarrollo de 7 vacunas, aunque todas se encuentran en fase preclínicas. De acuerdo con el Dr. Krieger, los países en desarrollo cuentan con una buena experiencia en producción de vacunas. Por ejemplo, de las vacunas utilizadas por la Organización Panamericana de la Salud, el 70% provienen de países en desarrollo.
En el caso de Brasil, la tradición de participaciones público-privadas hace que este país cuente con una estructura de desarrollo sólida. Además, los brotes pasados de fiebre amarilla y sarampión han asegurado que se trabaje en un programa que llegue a toda la población, lo que facilita futuras campañas de vacunación.
Es importante manejar expectativas y saber que el mero desarrollo de una vacuna no termina la pandemia. A su vez, queda clara la importancia de la colaboración de gobiernos y organismos para luchar contra el virus. En este sentido, la inversión en investigación y desarrollo de vacunas debe continuar superada la pandemia del COVID-19. Si bien esto puede resultar una obviedad, lo cierto es que tanto el desarrollo de la vacuna sobre SARS, como la vacuna sobre MERS prácticamente se detuvieron una vez que fueron controlados los brotes. Además, es necesario continuar con las campañas de vacunación existentes. Las tasas de vacunación han caído en muchos países y esto es preocupante. El COVID-19 es el desafío que actualmente nos quita el sueño, pero no es el único reto al que nos enfrentamos.
Nota publicada en Los Blogs del BID reproducido en PCNPost con autorización.
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