Existe amplio consenso sobre la importancia de la transferencia y comercialización de nuevas tecnologías para el desarrollo de los países pero hacerlo exitosamente requiere de una serie de conocimientos y capacidades específicas que intersectan espacios de conocimiento en ciencia, tecnología y negocios. Desde hace dos décadas se ha venido desarrollando una ciencia que formaliza y sistematiza los conocimientos sobre transferencia y emprendimiento tecnológico.
Desde 1981, la Ley Baye Dole otorga el derecho a las universidades estadounidenses a apropiarse de las patentes generadas a partir de tecnologías e invenciones desarrolladas por programas de I+D financiados con fondos públicos, las cuales pueden ser licenciadas. De esta manera, se alinean los incentivos entre investigadores, universidades, empresas y start-ups. Prueba de esto es que un estudio realizado por la Association of University Technology Managers se reportó que las instituciones de investigación en Estados Unidos ejecutaron 5,000 cesiones de licencia, generaron 800 start-ups y obtuvieron más de $2.75 mil millones de dólares en ganancias de tecnologías licenciadas.
América Latina en los últimos años ha destinado recursos incrementales a investigación, desarrollo, innovación y emprendimiento. Sin embargo, estos esfuerzos son aún insuficientes ya que en su mayoría son destinados al desarrollo de proyectos de I+D y no a programas de capacitación en innovación y transferencia tecnológica.
Dada la escasa disponibilidad de profesionales con conocimientos en transferencia y emprendimiento tecnológico, existe la oportunidad de poner en marcha programas de formación en transferencia y emprendimiento tecnológico y de manera complementaria habilitar oficinas de transferencia tecnológica (OTT) e incubadoras de negocios, combinando el aprendizaje con la ejecución de proyectos de transferencia y emprendimiento tecnológico. Estos recibirían asistencia de sus profesores y mentores, apoyados por las incubadoras y OTT, para descubrir modelos de negocios escalables y replicables y a conectarse con redes de financiamiento, clientes y proveedores.
Para ser exitosos, los proyectos de transferencia requieren que los equipos de innovadores y emprendedores tecnológicos tengan acceso a mercados de tamaño relevante que justifiquen las inversiones iniciales en I+D. Adicionalmente deben contar con redes de apoyo como clientes, proveedores, financiamiento y acceso a intermediarios relevantes. En general, nuestros países no cuentan con la escala de los mercados y la sofisticación de los ecosistemas que hagan viable propuestas de innovación. En este sentido, se requiere aunar esfuerzos a nivel regional, donde países ponen a disposición de los emprendedores tecnológicos mercados de mayor tamaño así como también acceso a redes de apoyo más densas y sofisticadas de manera coordinada, ello constituye una condición clave para viabilizar propuestas de innovación.
La Alianza del Pacífico es la integración de las economías de Chile, Perú, Colombia y México. En conjunto representan 210 millones de habitantes y el 50% del PIB de América Latina. De esta manera se constituye en un espacio natural donde los proyectos de transferencia y emprendimiento tecnológico pueden ser viables.
La integración de estos países en temas de innovación no ocurre espontáneamente, se requiere de una intervención proactiva de los gobiernos para crear un ecosistema de innovación y emprendimiento integrado. La división de Competitividad e Innovación del BID junto con el Grupo Técnico de Innovación de la Alianza del Pacífico se ha propuesto apoyar a los cuatro países en el proceso de integración constituyendo un ecosistema de innovación a nivel de la Alianza del Pacífico.
Un componente clave del proyecto de integración para la formación de un ecosistema de innovación será poner en marcha una red de universidades. Estas serán apoyadas con el diseño e implementación de programas de entrenamiento en transferencia tecnológica proveyendo a emprendedores e innovadores tecnológicos el ambiente adecuado para que puedan poner en marcha sus proyectos de transferencia, enfrentando el mercado conjunto y aprovechando las redes, capacidades y conocimientos existentes en los cuatro países.
De esta manera esperamos potenciar en forma considerable la puesta en marcha de nuevas compañías tecnológicas y la adopción de tecnologías por empresas establecidas. Esperemos que a partir de este nuevo apoyo del banco, transferencia tecnológica ya no sea algo remoto y lejano como lo es la mecánica cuántica para los hombres de negocio sino que un salto exponencial en la innovación a nivel de la Alianza del Pacífico.
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