Por: Gustavo Mutis.
Ver: La gestión del conocimiento y el liderazgo – Parte I
La Gestión del conocimiento y el Liderazgo pretenden dar respuesta a las nuevas demandas de transformación empresarial, para conseguir empresas más competitivas al emplear de manera intensiva las capacidades de las personas y de las tecnologías de la información.
El conocimiento es el conjunto de informaciones, experiencias, valores, actitudes y capacidades de realización, que otorga sabiduría a las organizaciones y a los individuos. En términos de utilidad, el conocimiento es la materia prima que utilizan los gestores de organizaciones para obtener resultados a través de terceras personas; es, en suma, algo que se puede crear, difundir y medir.
El conocimiento del que disponen las personas en la organización y su recopilación no sólo genera valor económico para la empresa, sino que, en la nueva era de la información, es el activo más importante para marcar la diferencia.
El conocimiento de una organización forma parte de un nuevo capital de la empresa. Aprovecharlo se ha convertido en un arma poderosa para maximizar el potencial de la compañía. Atesorar el conocimiento ha dejado de ser símbolo de poder. Al gestionar el conocimiento se da el paso que permitirá darse cuenta de en qué momento el conocimiento ha pasado a ser parte de la cultura empresarial. La gerencia del conocimiento es el resultado de un alto grado de consolidación de la cultura de la organización.
El valor del conocimiento es un elemento estratégico que condiciona y configura la organización y su modelo, la gestión y el desarrollo de la empresa, sus productos y servicios, y la red de sus colaboradores.
La Gestión del Conocimiento debe estar basada en la importancia de la Gestión Humana, donde cada ser humano es visto más como cooperador que como un trabajador, donde es de vital importancia el conocimiento que cada quien posea. El conocimiento sirve además para prever el comportamiento y adelantarse a las consecuencias de los cambios. Quien tenga claro este concepto tendrá siempre ventajas frente a los que operan de forma reactiva frente a los cambios. La gestión por conocimiento no es otra cosa que configurar la organización más dinámica, inteligente y eficaz utilizando los recursos no materiales de la empresa, como agentes únicos operadores del conocimiento, constituyendo así la esencia fundamental del desarrollo de los negocios y de la riqueza de los países. Por esto es importante usar la información, el conocimiento, la inteligencia y el talento, ubicando a la empresa paralelamente con el conocimiento y su generación de valor para los clientes, accionistas, empleados, proveedores y entorno social.
Identificar lo que realmente es útil y lo que falta por incorporar a la empresa, además de no ser nada nuevo, es una tarea intensa y complicada; lo novedoso es considerar al conocimiento como activo de la organización y reconocer que este se crea, se adquiere, se aplica, se protege y se transfiere dentro de las organizaciones. La Gestión del Conocimiento es un instrumento básico para la gestión empresarial. Es el proceso constante de identificar, encontrar, clasificar, proyectar, presentar y usar de un modo más eficiente el conocimiento y la experiencia del negocio, acumulada en la organización, de forma que mejore el alcance de los empleados para conseguir ventajas competitivas.
Mientras más inteligente es una empresa y más conocimiento acumula, mayor es la posibilidad de lograr ventaja frente a los competidores del mercado. Las empresas que aprovechan al máximo sus conocimientos no tienen que repetir tareas, ni perder tiempo en realizarlas; están preparadas para mostrar su rentabilidad, para compartir y para no acaparar el conocimiento en la organización, están en el camino del know-how particular al aprendizaje compartido. Evolucionan en un espacio propio, tienen la capacidad de conducirse con la efectividad requerida y se desarrollan tanto dentro como fuera de la organización.
El propósito principal de la Gestión del Conocimiento es traducir el conocimiento en acción y este en resultados, por lo tanto va unido con lo que nosotros denominamos Liderazgo y no se pueden comprender el uno sin el otro para realizar una Gestión Empresarial exitosa y productiva. Esto es lo que convierte a las Organizaciones comunes en Organizaciones Inteligentes.
El líder empresarial forma el liderazgo, creando en forma permanente espacios donde florezca la imaginación y la creatividad de cada uno de los demás trabajadores y directivos. Forma liderazgo permitiendo que en lo posible cada trabajador ejerza un rol digno e inteligente, donde pueda tomar decisiones y ejercer influencia múltiple. Inclusive, crea políticas donde se estimula y reconoce el liderazgo y la toma de decisiones por parte de todos los trabajadores.
Al líder lo reconocerás por sus logros, no por su forma de ser, o los atributos de su personalidad. El líder empresarial sabe que solo con el liderazgo colectivo se pueden lograr en forma perdurable, las grandes transformaciones que requiere una empresa, una ciudad o un país. Los líderes deben estar preparados para enfrentar los retos y crear las estrategias necesarias para aumentar la competitividad de sus empresas, y esto es imposible de realizar sin contar con el conocimiento suficiente, sin el manejo adecuado de la Gestión del Conocimiento tanto propio como del equipo total de sus colaboradores.
Los mejores Gerentes son aquellos que están abandonando de manera radical los hábitos empresariales típicos de la “gerencia tradicional”; ya no dedican tanto tiempo a hacer planeación estratégica, a controlar o a simplemente administrar. Su labor, su énfasis, su energía, se concentra en el desarrollo de habilidades mucho más estratégicas, mucho mas orientadas a la gestión, a los resultados……al Liderazgo y a la Gestión del Conocimiento.
Saben que su mayor peligro está en la arrogancia, en creer que todo lo saben y todo lo pueden. Su ejercicio legitimo de poder se concentra en el desarrollo del liderazgo colectivo, de la gestión del conocimiento, en la creación de una comunidad empresarial perdurable. Rompen rápidamente la lidero dependencia y saben que su responsabilidad primordial es la conducir “la embarcación” en un entorno altamente competitivo, amenazador e impredecible, con mercados globalizados, permanentes fusiones y adquisiciones por parte de otros jugadores, y con reglas de juego bastante variables.
Conducen entonces a sus empresas hacia la obtención de resultados extraordinarios, y su rol es el de liderar un proceso de transformación de alto impacto, que beneficie tanto a los accionistas, como a los clientes, los trabajadores y la sociedad en general. Por tanto, en el fondo y en la forma, se dedican a la revolución. A re-evolucionar; saben que solo con un ejército de liderazgo e inteligencia colectiva se puede avanzar, perdurar y crecer. Saben que la única ventaja competitiva perdurable y no fácilmente copiable es el conocimiento y el aprendizaje acumulado de todo su equipo de trabajo.
Reconocen entonces que es en el talento de su gente donde se encuentra el poder, y lo aprovechan para generar colectivamente fenómenos extraordinarios de Prosperidad Colectiva. Por tanto su énfasis, su estrategia superior es la de sintonizar y sincronizar dicho talento, y que esa “energía invisible” sea el motor central de un proceso de gestión de resultados, orientado a atraer y retener clientes, a merecer su lealtad.
Los buenos gerentes están dedicados a la prospectiva, a la gestión por escenarios, entendida esta como la capacidad de construir colectivamente el futuro sabiendo que no existe un solo “camino recto” para llegar a él. Existen diversas opciones que se van consolidando en la mediad en que se avanza, en la mediada que el entorno va cambiando. De hecho su esfuerzo, el del gerente, está más encaminado a consolidar un Norte Común, un Propósito Trascendental, una Intención Superior que sea “aprehendida” por toda su empresa.
Los buenos gerentes ya descolgaron de las paredes los valores tradicionales de “honestidad”, “respeto por el cliente”, etc. Promueven estos principios, pero se centran más en el desarrollo de cierto tipo de hábitos empresariales mucho más estratégicos y mucho más creadoras de una verdadera identidad. A manera de ejemplo, apoyan la diversidad, la creatividad, el aprendizaje permanente, el refuerzo del liderazgo y la inteligencia colectivo, la capacidad de tomar decisiones, el logro colectivo, etc.
Los buenos gerentes promueven altos estándares de disciplina, perseverancia y método. Acuerdan con sus equipos indicadores de gestión que están midiendo constantemente. Sus reuniones directivas no se focalizan en lo que pasó o no paso, si no en qué hemos aprendido, o qué necesitamos “desaprender” para lograr los indicadores siguientes. Su pasión esta centrada en los logros, y para lograrlo están dedicados a nuevas labores de arquitectura organizacional. Ya no a la reingeniería, sino a la creación de núcleos o células vivas con altísima autonomía e interdependencia. Fomentan equipos de alto desempeño, capaces de lograr resultados ciertamente extraordinarios.
Los buenos gerentes entienden su responsabilidad como lideres de una comunidad, que tiene un gran impacto en la sociedad que los rodea. Por tanto dedican mucho tiempo a la interacción con el entorno, y a la creación de prosperidad colectiva.
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