El nuevo Pero, para alcanzar su potencial y abordar los retos que existen actualmente para el planeta, se necesita un cambio sísmico en términos de política, propósito y práctica.
Hay ciertos cambios vitales que se requieren para que la educación nos dé lo que esperamos de ella. En primer lugar, urge acelerar el progreso de la educación. De continuar las tendencias actuales, el mundo logrará la educación primaria universal en 2042, la educación secundaria inicial universal en 2059 y la educación secundaria superior universal en 2084. Esto significa que el mundo tendría medio de siglo de retraso en la consecución del plazo de 2030 de los ODS en cuanto a la educación primaria y secundaria universal.
El Informe, La educación para las personas y el planeta, también muestra que los sistemas de educación deben garantizar que la gente reciba de ellos habilidades y conocimientos para contribuir a la transición a industrias más verdes y encontrar nuevas soluciones para los problemas ambientales. La preocupación por el medio ambiente ha disminuido en casi todos los países durante las últimas dos décadas.
En los países que son miembros de la OCDE, por ejemplo, casi un 40% de los estudiantes solo tiene conocimientos básicos sobre el medio ambiente. Pero, aunque en la mayoría de los países la educación es el mejor indicador de la conciencia sobre el cambio climático y su mitigación, análisis recientes muestran que la mitad de los marcos curriculares de los países no mencionan explícitamente el ‘cambio climático’ o la ‘sostenibilidad ambiental’ ni una vez.
Muchos sistemas de educación también están amenazando los sistemas de conocimiento tradicionales. Como dijo hoy Mundiya Kepanga, jefe de una comunidad indígena, durante nuestro evento de lanzamiento mundial en Londres, “una educación que no respeta las culturas nos puede enseñar el egoísmo y la codicia que a su vez desestabilizan nuestras estructuras tradicionales y conducen a la destrucción de nuestro medio ambiente”.
Mundiya Kepanga. Crédito: Marc Dozier. Blogs de la Educación Mundial.
Los idiomas locales contienen mucha de la información vital de diferentes culturas sobre el funcionamiento de nuestro ecosistema, pero al 40% de las personas se les instruye en un idioma que no entienden, lo cual pone en riesgo dichos conocimientos.
También es urgente que los sistemas de educación impartan habilidades superiores que se alineen con las necesidades de las economías crecientes, donde las capacidades profesionales están cambiando rápidamente, y muchas de ellas se están automatizando. Para llevar a cabo la transición a un mundo más próspero e inclusivo la gente necesita las habilidades que se requieren para el trabajo. Pero una de cada tres personas en la Unión Europea no puede adjuntar un documento a un correo electrónico; la mitad no puede hacer operaciones aritméticas básicas en una hoja de cálculo.
Según las tendencias actuales, de aquí al 2020, faltarán al menos 40 millones de trabajadores con educación terciaria en términos de oferta-demanda. Se debe reconfigurar la educación para que no se rezague. El Informe muestra que este cambio es vital: la consecución de la educación secundaria superior universal de aquí al 2030 en los países de bajos ingresos permitiría a 60 millones de personas salir de la pobreza de aquí al 2050.
Igualmente, la desigualdad en la educación, que interactúa con disparidades más generales, exacerba el riesgo de violencia y conflicto. En 22 países de África sub-sahariana, en regiones donde los niveles de educación promedio son muy bajos, es 50% más probable que se viva un conflicto dentro de un periodo de 21 años.
El Informe pide a los gobiernos que empiecen a tomar en serio las desigualdades, dándoles seguimiento con encuestas comparables sobre la educación llevadas a cabo de hogar en hogar.
En resumen, el Informe nos pide a todos repensar cómo se organiza la educación, así como los contenidos que prioriza y con qué fin. Nos recuerda a todos que, si tomamos en serio la consecución de nuestra nueva agenda mundial de desarrollo, debemos exigir mucho más de nuestros sistemas educación que la simple transferencia de conocimientos convencionales y habilidades básicas.
En vista de que se tiene una responsabilidad tan vasta, y un gran potencial para fomentar un cambio significativo, complacerse con la educación tal y como está sería imprudente. Ahora más que nunca necesitamos que nuestras escuelas, universidades y programas de educación a lo largo de la vida se centren en horizontes económicos, ambientales y socioculturales que ayuden a desarrollar ciudadanos empoderados, críticos, conscientes y competentes.
Para encontrar soluciones nuevas e innovadoras para las crisis ambientales, sería repetir errores pasados pensar que el aprendizaje termina cuando los estudiantes salen o se gradúan de la escuela. La educación debe continuar más allá de la escuela, en las comunidades y los lugares de trabajo a lo largo de la vida.
Sin embargo, actualmente dos de cada tres adultos en el mundo son analfabetas en temas financieros; un 63% de los adultos en la Unión Europea nunca participó en un programa de educación no-formal en años recientes; solo un 6% de los adultos en los países más pobres ha participado en programas de alfabetización.
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