La ayuda humanitaria no puede olvidar a la primara infancia

Por: Marta Rubio-Codina

El último informe anual de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) eleva a 68,5 millones las personas obligadas a abandonar sus hogares escapando conflictos a finales de 2017. Esto representa 44,400 desplazamientos cada día, o una persona desplazada cada dos segundos.

Más cifras desoladoras:

  • Cuatro de cada cinco refugiados buscan acogida en países vecinos, en su mayoría países en vías de desarrollo, con limitada capacidad de acogida y que apenas reciben ayuda para atenderlos.
  • Los niños y adolescentes menores de 18 años representan el 52% de los refugiados. Muchos de ellos (173.800) han sido separados de sus familias y viajan solos.
  • UNICEF estima que más de 86,7 millones de menores de 7 años en el mundo han pasado toda su vida inmersos en situaciones de inestabilidad política, caos social, conflicto armado y/o en desplazamiento forzado.

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Al verse obligados a abandonar sus hogares, estos niños abandonan también sus escuelas, sus hospitales, sus amigos y sus comunidades. Solos o junto a sus familias, buscan refugio en asentamientos temporales, centros de acogida, campamentos improvisados en descampados o edificios abandonados, en condiciones de hacinamiento, saneamiento y salubridad altamente deficientes, sin acceso a medicamentos, servicios, ni materiales de juego y aprendizaje.

En muchas ocasiones, estos niños pierden también a sus cuidadores—ya sea física o emocionalmente. Los adultos de su entorno, también expuestos a la crudeza del conflicto y el desplazamiento, a menudo sufren de ansiedad, depresión y/o estrés postraumático, lo que limita fuertemente su capacidad de ofrecerles un entorno seguro, receptivo y estimulante.

Para que los niños sigan siendo niños, aún en la adversidad

Esta exposición constante a tantísimos factores de riesgo—inherentes al conflicto y al desplazamiento—amenaza seriamente el desarrollo cognitivo y socioemocional de estos niños, pudiendo llegar a afectar su arquitectura cerebral de forma prácticamente irreversible. La neurociencia nos muestra lo críticos que son los primeros años de vida para el desarrollo del cerebro y la activación de miles de conexiones neuronales.

Estas conexiones son los cimientos sobre los que se construye el bienestar físico y emocional de los niños en la adolescencia y la edad adulta. Definen su capacidad de aprendizaje, de desempeñarse en la escuela y en el lugar de trabajo, de adaptarse a entornos cambiantes, de afrontar la adversidad y desarrollar resiliencia.

Pese a ello, la ayuda humanitaria en emergencias y crisis no prioriza la atención a la primera infancia. En parte por las muchas otras necesidades que debe atender; en parte por restricciones de financiamiento.

Solo el 2% de los recursos de ayuda humanitaria se destinan a educación, y de éstos una pequeña proporción al desarrollo infantil. En una publicación reciente, el International Rescue Committee (IRC), una ONG que ayuda a afectados por conflicto armado y desastres naturales, hizo un llamado a la comunidad internacional y filantrópica para que los sistemas de ayuda humanitaria hagan más por priorizar la protección del desarrollo infantil.

En colaboración con Sesame Street, IRC está desarrollando un programa para mejorar las condiciones de vida de los niños víctimas del conflicto sirio en campamentos y asentamientos de refugiados. La estrategia tiene tres componentes: una versión local de Plaza Sésamo, centros de cuidado infantil, y visitas domiciliarias à la Reach Up and Learn, una intervención que promueve el desarrollo a través del juego y la estimulación en relación directa con el niño y su adulto cuidador.

¿Un refugio seguro para los niños en medio del caos?

En efecto, estrategias como Reach Up and Learn, implementadas en varios países de la región en diversos formatos, podrían incorporar de forma más intencionada elementos que ayuden en la gestión de la ansiedad, la depresión y el estrés postraumático en niños afectados por el conflicto y en sus cuidadores.

Puede que, a través del juego—de armar un rompecabezas, de cuidar y arrullar una muñeca, de mirar un libro de imágenes—no solo cultiven la capacidad de resolver problemas, la atención, la imaginación y el vocabulario en el niño, sino que además propicien interacciones cálidas y receptivas entre cuidador y niño, capaces de forjar resiliencia y control emocional en el cuidador. Puede también que talleres grupales de juego y construcción de juguetes para familias promuevan la cohesión social.

Todo ello queda por demostrar, pero parece promisorio. El Fondo de Innovación en Primera Infancia del BID, por ejemplo, está explorando la efectividad de estas estrategias en áreas rurales afectadas por el conflicto armado en Colombia.

No conocemos las cifras para 2018, pero tenemos una triste certeza: la contribución de nuestra región a la población global de desplazados seguirá aumentando. Según la Organización de las Naciones Unidas, 2,3 millones de venezolanos han abandonado su país desde 2015.

Han llegado a Costa Rica 23.000 nicaragüenses en los últimos meses. A ellos se suman los 7,7 millones de desplazados internos registrados en Colombia a finales de 2017, que sigue siendo el país con mayor población en esta situación. Y de acuerdo a UNICEF, entre octubre 2017 y junio 2018 han sido interceptados 37.450 menores no acompañados en la frontera suroeste de Estados Unidos, provenientes del Triángulo Norte.

La situación es alarmante y requiere que las políticas de protección social en la región, incluyendo las estrategias de promoción de la primera infancia y trabajo con familias, aborden esta realidad de forma estructural, innovadora y articulada entre sectores. Se trata de ofrecer oportunidades a toda una generación que corre el riesgo de convertirse en una generación perdida.


Marta Rubio-Codina es Economista Senior en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.


Nota publicada en el blog “Primeros pasos” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.


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SOURCE: Los Blogs del BID

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