Por: Katalin Solymosi.
En la agricultura no es frecuente encontrar maneras relativamente sencillas de aumentar la productividad hasta un 20%. Una fórmula que funciona para los ganaderos es la introducción de árboles en sus tierras de pastoreo. A las vacas les gusta la sombra y crecen mucho más rápido cuando tienen árboles alrededor. Hay estudios que demuestran que, al combinar la ganadería con la silvicultura, se puede obtener un aumento del 8 al 20% en la producción de carne y lácteos en el Cono Sur.
Es tan solo una de las ventajas de lo que los expertos denominan sistemas silvopastoriles – la cría de ganado en áreas forestales. Aparte de una serie de beneficios para el medioambiente, el silvopastoreo presenta importantes incentivos empresariales para los agricultores. Aquí hay cinco de ellos:
Ganar más:
Al combinar la ganadería con la silvicultura los agricultores generan más ingresos que centrándose en una sola actividad. Las vacas que crecen en estas condiciones favorables producen más carne y leche que, además, son de mayor calidad.
La producción de carne de vacuno en un país como Paraguay puede parecer rentable a corto plazo. Sin embargo, las proyecciones a largo plazo muestran que no es sostenible desde un punto de vista financiero. La rentabilidad del rubro aumenta en la medida que los agricultores plantan árboles para uso productivo en sus tierras de pastoreo. Es una estrategia que puede resultar en una tasa interna de retorno (TIR) del 18,6%, según cálculos del Grupo BID.
Combatir el cambio climático:
Los árboles plantados en áreas degradadas por pastoreo captan altos volúmenes de dióxido de carbono. Un proyecto silvopastoril de Colombia aumentó su captura de carbono en alrededor de ocho toneladas de CO2 por cada hectárea de tierra.
Los sistemas silvopastoriles también tienen beneficios para las cuencas y la biodiversidad. En Paraguay, donde la biomasa representa un alto porcentaje de la matriz energética, los árboles trazables que provienen de pastos ayudan a poner fin a la tala ilegal.
Acceder a financiamiento:
Para las compañías del rubro maderero es difícil conseguir préstamos por su perfil de flujo de caja. Como los árboles sólo se cosechan una vez que llegan a la madurez, las plantaciones pasan un mínimo de siete años – el período de maduración – sin ingresos directos. Eso supone un riesgo que muchos bancos prefieren no asumir. Al integrar la ganadería en el negocio, se generan ingresos anualmente. Con ese flujo de caja los ganaderos pueden acceder a financiamiento y repagar su deuda mientras esperan a que maduren los árboles.
Hacer más con menos:
Al integrar la silvicultura en sus operaciones, los ganaderos maximizan el rendimiento de su tierra, en vez de ampliarlas para poder aumentar sus ingresos. Es un beneficio clave puesto que la deforestación y la degradación de los bosques siguen creciendo de una manera que casi se ve en tiempo real.
Adaptarse a las condiciones locales:
Los sistemas silvopastoriles pueden ajustarse a las necesidades de los agricultores al dar más énfasis a la producción maderera o en la ganadería.
Algunas empresas paraguayas se enfocan en la producción de madera y plantan bosques más densos. Los productores lecheros de Brasil, por otro lado, pretenden optimizar su producción de leche. Dejan más espacio entre los árboles, con lo cual sus pastos reciben más luz, pero manteniendo buenos niveles de sombra para el ganado.
Las investigaciones del Grupo BID revelan que gran parte del territorio de Paraguay se presta a una producción silvopastoril.
Empresarios interesados en saber más sobre el silvopastoreo y las oportunidades de negocio que representa, pueden contactar a Sandra Benítez Pereira (sandrabe@iadb.org) para más detalles.
Nota originalmente publicada en el blog “Negocios sostenibles” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.
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