Por: Javier Luque.
Desde Chile hasta México, un fenómeno está transformando a los sistemas educativos en América Latina y el Caribe: los dobles y triples turnos en las tardes están siendo eliminados, reapareciendo así jornadas educativas extendidas y completas en las escuelas públicas.
Y es que si bien los sistemas educativos empezaron con jornadas únicas, la ruptura de la misma se realizó para crear jornadas matutinas y vespertinas que incorporaran a estudiantes de forma rápida al sistema educativo y así responder al contexto de rápido crecimiento demográfico. Pero, ¿cuál ha sido el efecto en los aprendizajes?
La población en edad de asistir a educación secundaria se multiplicó por 5 en la segunda mitad del siglo XX en la región, mientras que la tasa de matrícula aumentó en promedio del 12 al 72 por ciento (ver gráfica abajo). El crecimiento de matrícula en América Latina y el Caribe, si bien necesario para garantizar el derecho a la educación, claramente creó retos en la capacidad del sistema para mantener la calidad de los servicios educativos.
Los objetivos de aumentar la matrícula se lograron, pero con un uso limitado de la infraestructura, tanto por los alumnos como por los docentes en dos turnos escolares con poco tiempo de preparación. Todo esto enmarcado en un contexto en el que el debate educativo no estaba enfocado en los aprendizajes. Las evaluaciones internacionales como, PISA, así lo demuestran: bajos recursos y bajos resultados generaron un equilibrio de bajo nivel: un círculo vicioso de baja calidad, cantidad de recursos y baja demanda de resultados.
Afortunadamente, la situación está cambiando. Las tasas de crecimiento de la población han disminuido en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe. En algunas áreas, como la Ciudad de México, la disminución de la población es notoria, generándose oportunidades de mejorar la intensidad del uso de recursos por alumno matriculado. Adicionalmente, en algunos de los países de la región como el Perú, los gobiernos nacionales están dedicando mayores recursos a la educación, generando oportunidades de una mayor intensidad en el uso de los recursos educativos por alumno. Y, afortunadamente, en algunos países, ¡se está registrando simultáneamente la disminución en la población y aumento del gasto en educación!
El regreso a jornadas escolares completas está ampliando las oportunidades de aprendizaje, por lo que se espera mejoras. No obstante, el cambio no va a ser automático. Salir del equilibrio de bajo nivel requerirá que, entre otras cosas, nuevas metas de aprendizaje, más altas y ambiciosas, guíen el proceso pedagógico en estas escuelas.
En mis visitas a escuelas aplicando jornada escolar completa he visto satisfacción entre alumnos y docentes con la nueva situación. Particularmente, los talleres que suelen acompañar las jornadas escolares completa dan a los estudiantes la oportunidad de participar más activamente en el proceso educativo, motivándolos. ¡Es necesario que los profesores maximicen estas nuevas motivaciones!
Las evaluaciones muestran resultados positivos y promisorios de las jornadas escolares completas. Holland, Alfaro y Evans (2015) presentan resultados positivos de expansión de la jornada escolar en evaluaciones en un grupo de países en América Latina, pero advierten que los costos serían elevados en el caso de Uruguay. Estudios recientes en Perú, Agüero (2016) muestra que en el primer año de implementación la Jornada Escolar Completa aumentó el rendimiento académico de matemática entre 14% y 23% de un desvío estándar. Igualmente, un estudio de mi colega Diana Hincapié del BID encontró que la jornada escolar podría ser una política efectiva para los estudiantes más pobres en Colombia. ¡El efecto acumulativo de estos logros es muy prometedor! Con relación a los costos, a diferencia del ejemplo analizado por Holland, Alfaro y Evans (2015), países como Honduras han ampliado la jornada usando provisiones que ya existían en las leyes del país y tomando ventaja de la transición demográfica, con impacto casi neutro en costos.
Las posibilidades que nos está brindando la evolución demográfica para el regreso de la jornada escolar completa es una de las mejores noticias para los estudiantes de los sistemas públicos en América Latina y el Caribe. Dependerá de los hacedores de política aprovechar la oportunidad y apoyarla con intervenciones complementarias en otras dimensiones del proceso educativo.
Javier Luque es especialista senior en educación. Ingresó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Septiembre de 2012 y se desempeña actualmente en la representación del BID en Honduras, desde donde también coordina asuntos de Centro América, México y la República Dominicana.
Nota publicada en el blog “Enfoque Educación” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.
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SOURCE: Los Blogs del BID
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