Por: Francisco Manrique.
A lo largo de dos días, el grupo fue invitado a reflexionar alrededor de las implicaciones de la decisión tomada por las directivas, lo cual abrió espacios de conversación muy interesantes en diferentes áreas de su actividad. Estuve en una de las mesas de trabajo, donde se discutió el impacto de la Innovación en los servicios que ofrece la universidad, a los diferentes grupos de interés.
Aplaudo la decisión estratégica de la Universidad de poner la Innovación en el corazón de su quehacer institucional. Ojalá, todas las instituciones de Educación Superior, tomarán este camino, porque le estarían haciendo un extraordinario aporte al país.
Ahora bien, esta es una decisión trascendental que hay que sostener y profundizar en el tiempo. No es una moda como algunas personas piensan. Es una invitación a cambiar sus rutinas y sus modelos mentales que les han dado sentido a su vidas por muchos años. Esto genera resistencia porque las saca de su zona de confort. Para la organización, también implica cambios profundos en la forma como aborda su quehacer diario y estratégico competitivo.
Estas dos preguntas están orientadas al propósito de la decisión. El que hacer y como avanzar, vienen después de tener claridad sobre este primer aspecto que inspira el camino a seguir.
El Dr Velez, ex presidente del Grupo ARGOS, invitado al evento de cierre, daba un motivo contundente para la primera pregunta: una empresa como la suya, que vende un producto que no ha cambiado por más de ciento cincuenta años, hoy está a la vanguardia de las empresas colombianas que están innovando en su modelo de negocios, sus procesos y productos.
¿Porqué lo hicieron?
En un viaje de exploración que hizo a Stanford, descubrió que se están trabajando en más de cincuenta materiales nuevos que todavía no han salido al mercado. Y con razón, cuando tuvo acceso a esa información, se preguntó si dentro de ese grupo no estaba el que iba a remplazar al cemento y sacarlos del mercado. Ya había un antecedente: el Pegacor que remplazo al cemento blanco para estampar la cerámica.
Ahora bien, para contestar la segunda pregunta que mencioné: ¿para qué innovar?, el tema tiene que ver en este caso, con un aspecto que es fundamental para los Jesuitas que dirigen a la Universidad Javeriana: su impacto en la sociedad. La relevancia de una entidad educativa, en la que estudian más de 24.000 estudiantes en diferentes niveles en Bogotá, y donde hay investigación en muchas disciplinas, está asociada a su capacidad de estar en sintonía con los retos de su entorno.
El mundo del aprendizaje está pasando por un momento de cambio fundamental. El modelo pedagógico tradicional ya no responde a las necesidades de los cambios que afectan la sociedad. Hoy, gracias a la tecnología, el conocimiento tiene dos características que marcan el quiebre de los modelos tradicionales: su disponibilidad está a un click en Mr Google, y su relevancia se degrada cada día más rápidamente.
El reto es configurar espacios y comunidades de aprendizaje, donde la experiencia vivida le despierte la pasión al alumno, y le de un sentido a su proceso personal de aprender. Un ejemplo de esta nueva tendencia la presentó un investigador de la Universidad de Mondragón en el País Vasco en España.
Teniendo en cuenta los puntos anteriores, quisiera volver al reto de convertir el entorno universitario, en un laboratorio vivo de innovación permanente. En mi concepto, esto debe de ser una prioridad. porque cada vez es más claro, que la tendencia del aprendizaje, es tener experiencias significativas, más allá de lo que les transmiten sus profesores.
Pero hay mas razones para el cambio: no hay cosa más difícil de cambiar que un catedrático universitario que utiliza su conocimiento como escudo para justificar su rutina y modo de pensar. Hay una posición defensiva y muy dogmática en el mundo académico universitario.
Lo anterior implica un gran reto para los docentes: ya no se pueden esconder detrás del escudo de su conocimiento, que como ya vimos, es cada vez más efímero. Su rol debe de cambiar y para esto deben de innovar. Muchos catedráticos necesitan ayuda para cambiar sus aproximaciones a la nueva enseñanza, como hoy la están recibiendo los profesores de la Universidad de Chile, según nos lo mostraba otro de los invitados al evento de la Javeriana.
Las dinámicas de estos cambios, que se aceleran cada vez más hacia el futuro, van a generar una gran tensión, ya que enfrentan las nuevas realidades de los estudiantes contra las viejas perspectivas de sus profesores. Y en el medio, está la institución universitaria que requiere de ambos para cumplir su misión. Ante esta realidad, también sus directivas van a tener que innovar.
Como ya lo vimos, la universidad que no cambia su cultura, será cada vez más irrelevante como agente de transformación de la sociedad. Hoy, hay la percepción de que las universidades en general, tienen unos ritmos internos que son muy lentos y poco ágiles, que les impiden adaptarse rápidamente y estar en sintonía con las nuevas demandas del entorno.
Hacia adelante cuando el aprender y desaprender será cada vez más necesario, el que aprender y el como hacerlo, deberá ser una preocupación permanente de los individuos. Las universidades deberán de estar innovando continuamente para mantener su relevancia ayudando en este proceso y así tener su impacto en la sociedad.
Pero también, su éxito dependerá de la capacidad que tenga su grupo docente de entender, que van a tener que cambiar, y de adaptarse a las demandas crecientes de un entorno que lo exige.
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