Sociedades que aprenden – I Parte

Por: Francisco Manrique.

Joseph Stiglitz fue Premio Nobel de Economía en el 2001 y es uno de los galardonados de esta disciplina más polémicos y citados a nivel mundial. Entre otros cargos fue el Chairman del   “Council of Economic Advisers”  en el primer periodo del Presidente Clinton, y posteriormente fue el Economista Jefe del Banco Mundial y Vicepresidente de esa institución. También ha sido catedrático en Oxford, Cambridge, Yale, MIT y Columbia. A lo largo de su carrera ha asumido una posición bastante crítica de la Globalización y de instituciones como el FMI.

Me he extendido en la presentación del Dr Stiglitz, porque es un eminente pensador que ha incursionado en muchos temas dado su interés en las ciencias económicas. Recientemente, ha publicado un libro que me llamó mucho la atención titulado:” Creating the learning society” en el que hace una defensa muy interesante del papel del conocimiento y el aprendizaje en el desarrollo de los paises. Es una mirada en la que incorpora varias de las teorías que ha elaborado a lo largo de su brillante carrera.

Lo que llama mucho la atención de este trabajo de Stiglitz, es que incluye dimensiones distintas, que son cada vez más relevante en el mundo actual y que han estado ausentes de los análisis de los economistas tradicionales. Y en particular, me parecen muy relevantes para Colombia donde estos temas van a ser críticos, si queremos un desarrollo sostenible.

El primer planteamiento fundamental es la evidencia que hay, entre el aumento en los estándares de vida de una sociedad, y su capacidad de aprender, tema que también es válido para las sociedades más avanzadas en ciencia y tecnología. Hoy se reconoce que, la mayoría de las diferencias del ingreso percápita entre los países más avanzados, y los menos avanzados, se debe a una diferencia en el conocimiento que los primeros tienen, más que de sus recursos disponibles.

Desde esta óptica, Stiglitz introduce la relación entre la competitividad y la innovación, reconociendo que es una relación compleja. Pero también, muestra la correlación entre la productividad y el aprendizaje. Por esta razón, una buena Política Económica, debe de promover este último como factor crítico para el crecimiento.

Las políticas que se desarrollen, deben transformar a las economías en sociedades del conocimiento y del aprendizaje, mejorando sus posibilidades para ello. Se debe buscar promocionar unas industrias y tecnologías particulares, con capacidades de aprendizaje mucho mayores, que también impacten a otras áreas.

El autor está convencido que el éxito de las economías modernas se debe a la innovación y el aprendizaje; por lo tanto, entender el proceso mediante el cual se desarrollan, así como el efecto que puede tener la política en ese desarrollo, debería ser el centro del análisis económico. Se menciona que hay un número importante y positivo de externalidades que se derivan del aprendizaje. Éste tipo de resultados son mayores en algunas industrias que en otras. El problema es que los mercados no tienen en cuenta estas dinámicas, lo cual es una falla de mercado estructural que está en el corazón del análisis del libro.

Por la razón anterior, también es importante tener en cuenta que el aprendizaje está influenciado por el ambiente económico y social, la estructura de la economía, así como la inversión en investigación y en la educación, tanto pública y privada. Los incentivos son claves para lograr un aumento en el aprendizaje y en el aprender a aprender,  que cierren las brechas entre los actores más productivos y el resto.

El espíritu de este libro es que las políticas de los países, deben de estar formadas para tomar ventaja de las “ventajas comparativas”, en conocimiento y en sus habilidades de aprendizaje, incluyendo las habilidades para aprender y aprender a aprender, en relación con sus competidores. En este sentido, cada país toma decisiones en relación a lo que va aprender, y en qué se va a focalizar. Esto implica que muy posiblemente no se van a generar aprendizajes en otras áreas.

Según Stiglitz, hay varias dimensiones para crear una sociedad del aprendizaje: el conocimiento es creado por individuos, típicamente trabajando dentro de una organización – empresa, universidad y otras-. A partir de ahí es que se transmite de una organización a otra. Pero se señala que las personas deben tener unos modelos mentales, unas habilidades alineadas y  la motivación  para  aprender.

Un comentario muy pertinente para una sociedad como la nuestra, que todavía no parece despegar a la realidad de la Nueva Economía: La facilidad, rapidez y extensión de la transmisión del conocimiento, es uno de los aspectos centrales de la sociedad que aprende. Se requieren nuevas formas de pensamiento para sacar provecho de las nuevas tecnologías. Estas son a su vez el catalítico, a partir del cual surgen nuevas ideas, y emerge la creatividad.

Algunas sociedades son mejores que otras en aprender, para cerrar las brechas entre las mejores prácticas y las promedio, así como en cuanto a la velocidad con la cual se mueve la frontera del conocimiento.

Una observación pertinente que me llamó mucho la atención: en general los países del Báltico, y muchos de Europa Oriental, se focalizaron menos y aprendieron mucho más despacio que sus contrapartes en el Asía.

En el caso de América Latina, África y partes del Asia, no han tenido altas tasas de crecimiento. Como lo explica Stiglitz: “esto ha sido así a pesar de que estos países se han acogido a los principios de mercado, han tenido acceso a la tecnología global, fomentado niveles altos de ahorro, políticas macroeconómicas sanas, y sistemas educacionales aceptables. Lo que les ha faltado a estos países, es la habilidad de adaptar las tecnologías globales y desplegar los recursos de manera efectiva, dentro de cada sector”.

Stiglitz se pregunta si los mercados pueden por sí solos influir en la eficiencia del aprendizaje y de la innovación. Y si no lo hacen, se pregunta cuál debería ser entonces el nivel deseable de intervención del gobierno. Para el autor es claro que los mercados no pueden hacer eficientes la producción y la diseminación del conocimiento y el aprendizaje. De hecho, es todo lo contrario. Los supuestos, que se han mantenido en contra de la  intervención del gobierno en estos campos, están equivocados. El gran reto de los gobiernos en el siglo XXI es como mejorar la capacidad de aprendizaje en la sociedad.

El rol del Estado es crítico para fomentar las economías avanzadas, como lo muestran los casos de la China, Taiwán, Corea, Singapur, entre otros. Stiglitz ha estudiado extensivamente estos casos y escrito sobre ellos. En todos los ejemplos se puede observar que los gobiernos fomentan el aprendizaje interno y la adopción de tecnologías, para promover una mentalidad exportadora antes de abrir a sus economías a la competencia externa. En todos los casos hubo una clara política industrial que permitió el desarrollo.

En el contexto del párrafo anterior, hay unas afirmaciones especialmente interesantes sobre qué tipo de aprendizajes y tecnologías se deben desarrollar:

  1. Se ha demostrado que la difusión de tecnologías existentes contribuye mucho más al crecimiento de la productividad en cualquier momento, que buscar el camino del mejoramientos en las tecnologías de punta.
  2. Es posible lograr crecimientos importantes en la productividad, sin que hayan cambios dramáticos en la tecnología, lo cual es una evidencia del importancia del aprendizaje.
  3. Los grandes cambios tecnológicos son raros, lo que explica porque las firmas adaptan tecnologías probadas.
  4. Los incrementos de productividad de los Estados Unidos en los años 80 y 90, se debieron a mejoramientos en la gerencia operacional a través de la implementación rigurosa de procesos, como la referenciación , la calidad total y la reingeniería, en otras palabras, el aprendizaje.

Los puntos anteriores, tienen una gran pertinencia en el debate que se está dando en Colombia en la actualidad, para salir de la encrucijada de la sobre dependencia del petróleo en nuestra economía. Para Stiglitz es muy importante que un país cuente con un sector industrial fuerte, por su impacto en la productividad. Sin esta condición hay poco aprendizaje e innovación. A partir de este planteamiento, Spiglitz defiende la necesidad de proteger la industria a pesar de ser un planteamiento  que va en contravía de la apertura y la globalización.

Pero la política industrial no significa que el Estado haga las escogencias estratégicas sobre los sectores a desarrollar. El planteamiento de Stiglitz está dirigido más hacia el papel que este debe hacer para eliminar las restricciones y “externalidades negativas” que les impiden a las firmas productivamente aprender, innovar y ser competitivos a nivel global.  Facilitar al máximo la adopción de tecnologías en sectores con altas capacidades de aprendizaje, debe ser una de las prioridades de una política pública bien estructurada.

Stiglitz reconoce que han habido fallas en este tipo de políticas industriales. Pero también han habido éxitos notables. Y afirma: “Los países tiene que aprender cómo hacer un buen trabajo, para conducir este tipo de políticas, inclusive entender qué tipo de arreglos institucionales son necesarios para lograr el éxito. Tiene que haber una disposición a aprender haciendo y estar dispuesto a fallar”.

Un ejemplo de este tipo de intervención fue la crisis del 2008. Es un caso donde el problema en el sector financiero se produjo porque se pensó que el mercado podía auto corregirse, pero no fue así, con un resultado desastroso para la economía mundial. Pero en el otro extremo, gracias a la intervención del Gobierno de Obama y la Reserva Federal, el daño en ese país se pudo controlar con relativa rapidez. Mientras que en Europa, la demora en las acciones de los gobiernos de la CE, prolongaron innecesariamente la crisis.

Stiglitz nos recuerda que “muchos de los avances, sobre los cuales se basa una economía dinámica, descansan en las investigaciones que son financiadas por el gobierno, y que sin su apoyo, la velocidad de innovación sería mucho más lenta,  Y por lo tanto, esto afectaría  el aumento de los estándares de vida, que serían mucho más bajos”. El mejor ejemplo es el nacimiento del Silicon Valley, el Internet, el GPS, entre otros en los Estados Unidos.

En el próximo Post continuaré con mis comentarios sobre la obra de Stiglitz porque la considero de muchísima relevancia para enmarcar de una manera distinta, la discusión que se está dando sobre el modelo de desarrollo que necesitamos, el papel del conocimiento y el aprendizaje, así como si debemos contar con una política industrial que lo facilite.


Joseph E. Stiglitz. Imagen en página principal tomada  de Wikimedia Commons. Por:  Raimond Spekking, 2012. CC BY-SA 4.0


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