Por: Francisco Manrique
En un blog de hace un mes, escribí sobre el poder de las historias. Fue un aporte muy bien recibido que entró en sintonía con muchos de mis lectores. El tema lo he vuelto a retomar con motivo de una presentación que voy a hacer mañana en una ceremonia para celebrar una década de la Corporacion Connect Bogotá.
Mi aporte como Presidente del a Concejo de esta organización, va a ser una propuesta para construir el siguiente capítulo de la historia, sobre el papel que debemos tener para seguir aportándole al ecosistema de Ciencia, Tecnología , Innovación y Emprendimiento de la región y al país.
Mi propuesta busca invitar a las empresas y universidades que nos apoyan, a incorporarse muy activamente al desarrollo de esta iniciativa que debe continuar. Con este fin, me pareció interesante hacer algunos comentarios adicionales, a los que ya hiciera en el blog anterior sobre este tema, en relación al papel de las historias como herramientas para el liderazgo que facilitan el inspirar, pero también alertar cuando son utilizadas para confundir y desorientar.
Desde esta perspectiva, es una invitación para hacernos una pregunta muy importante: ¿cuál es la historia que nos queremos creer como sociedad que sirve de marco para el aporte que queremos hacer desde Connect?
Las historias que nos contamos pueden tener un papel muy positivo e inspirador, tanto si nos referimos al pasado, como si lo hacemos para proyectarnos al futuro. Pero tienen su lado negativo, que si no se tiene en cuenta, el resultado puede propiciar decisiones e interpretaciones erróneas sobre la realidad. Veamos algunos puntos que se deben de tener en cuenta a los ya anotados hace un mes en mi blog sobre el tema
Yo parto de un supuesto, que cada vez lo veo con mayor claridad y validez. No hay conciencia por parte de millones de colombianos, que la historia que se cuentan de su país, les define su identidad y la realidad que quieren ver. También, que condiciona sus posibilidades de avanzar.
Para estas personas, la historia que tienen de Colombia es muy negativa. Define su realidad, sin entender que es solo eso: una historia que es producto de su imaginación, y por lo tanto está hecha de ficciones. Estas son el producto de los filtros constituidos por supuestos, creencias y valores que han adoptado, a través de los cuales, de manera consciente o inconscientemente, interpretan su realidad pero que no se atreven a cuestionar su validez. Otros colombianos tenemos una historia posiblemente más positiva y esperanzadora pero realista de nuestra realidad .
De cualquier manera, ya sea una historia positiva o negativa, al no cuestionar o no ver con escepticismo sus fuentes, ni los filtros que la sustentan, reforzamos y generamos un círculo vicioso muy complejo que distorsiona la forma de percibir esta realidad. Esto permite explicar, porque para muchos colombianos, la historia que se cuentan, se ha convertido en un ancla que llevan en el cuello, y que los mantiene rumiando el pasado, imposibilitando tener conversaciones de futuro que son tan necesarias para avanzar.
La inclinación natural a darle más credibilidad a las noticias negativas, que pueden ser falsas, es explotada por quienes utilizan las redes sociales para propagar las “fake news” que tanto daño han generado. Se han vuelto un arma de desinformación para atacar el buen nombre de las personas, cambiar la dinámica electoral, y generar pánico o miedo. Así se manipula más fácilmente la opinión pública con mucha efectividad.
Ahora veamos el uso positivo de las historias. ¿ Porqué es tan importante promover este tipo de narrativas innovadoras, esperanzadoras y compartidas, que sean fáciles de comprender? Por una razón muy poderosa que hoy en día se utiliza cada vez más: los seres humanos nos entendemos y comunicamos mejor a través de ellas. No tienen que ser ciertas pero son más creíbles si involucran realidades o verdades reconocidas. Son el medio para crear una identidad común y cohesión social. En muchas ocasiones, estas son prioridades por encima de la de buscar la realidad.
Pero también, las historia son muy importantes para generar preguntas que no se hacen y desarrollar conversaciones sobre los temas importantes que no tienen la atención requerida
El contar una buena historia es el instrumento más persuasivo para inspirar y mover a la gente, por lo que es una herramienta esencial en el ejercicio del liderazgo. Por esta razón, en un ambiente de pesimismo y desesperanza, como el que hoy tenemos, es imperativo el construir historias diferentes, que nos devuelvan la confianza en nosotros mismos y nuestras instituciones,
Una historia inspiradora nos habilite para ser los autores de nuestro propio destino, sin esperar los milagros ofrecidos por charlatanees y caudillos, que creen poder tener las soluciones a los grandes retos del país. Porque, como ya lo he explicado en blogs anteriores , en esta época de tanta complejidad, volatilidad y cambios, estas promesas simplemente no son creíbles ni realista de lograr por una persona o una institución. Se requiere de la inteligencia y el liderazgo colectivo para lograr construir una nueva realidad.
Al estructurar nuevas historias, hay que entender que estas deben de ser adaptables y compatibles con unas realidades que cambian todos los días. Las que fueron relevante antes , pueden no serlo hoy y mucho menos proyectables hacia el futuro, especialmente por los cambios tecnológicos.
Hay que comprender que, las historias que nos contamos y no cuestionamos, generan confort y seguridad. Esto explica el porque son tan difíciles de cambiar. El problema es que muchas de ellas se fundamentan en la nostalgia de un pasado que se percibe como mejor. Otro peligro que existe es el de confundir las historias con la realidad
También, hay otro peligro: algunas historias que sirvieron en el pasado hoy ya no se sintonizan con los cambios en el entorno. Dejaron de ofrecer una visión realista y positiva de lo que es posible lograr para enfrentar los retos actuales.
Por ejemplo, el historiador e investigador Yuval Noha Harari, en su libro: “21 lecciones para el siglo XXI” afirma que algunas historias que sustentaron el desarrollo del siglo XX, relacionadas con la religión, el nacionalismo, los derechos humanos y el liberalismo, que han soportado la historia de la democracia en este periodo, están colapsando y se necesita con urgencia otras que las reemplacen.
A la luz de lo anterior, es indudable qué hay una necesidad para construir una nueva narrativa de país. Una donde por ejemplo, se han generado grandes innovaciones sociales, como son las redes de comunidades de liderazgo colectivo, pero también nuevos modelos de negocios más incluyentes. Es necesario utilizar la creatividad y la imaginación para poder innovar en la construcción de esta nueva narrativa. Ver mi blog de la semana pasada.
En países como el nuestro, se necesitan muchas más historias esperanzadoras, ancladas en los resultados positivos que deberíamos de reconocer, como fundamento para cambiar la realidad que hoy nos agobia y así, aprovecharlos. Si lo logramos, podremos cambiar la narrativa que hemos construido, que nos impide avanzar, haciendo un tremendo aporte al fortalecimiento de la Innovación como palanca para el desarrollo, en lo social, lo económico, y lo político.
Con estos comentarios, espero haber podido aportar a contestar la pregunta que formule sobre la historia que nos queremos cree. Veo que la innovación y las organizaciones como a Connect, tienen que evolucionar para aportar con nuevas historias donde se desarrollen nuevos espacio de relacionamiento. En la actualidad, es lo que vamos a comenzar a hacer desde enero para ayudar al despegue de un gran proyecto de redes de comunidades de liderazgo colectivo, apalancadas por la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendimiento.
Este tipo de iniciativas, formuladas a partir de una narrativa diferente, deben de motivar la participación activa de muchas instituciones de educación superior, empresas y otros actores, que se han comenzado a unir al rededor de un propósito superior.
Buscamos construir una nueva historia que nos habilite para identificar las oportunidades inmensas de transformación innovadora que podemos lograr, y que responde a la historia que nos queremos creer para nuestro país . Sería una demostración del poder de las historias para reimaginar el futuro. Si lo conseguimos, es posible soñar que Colombia sea vista como un referente de vanguardia a nivel internacional.
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