El papel de las emociones en el aprendizaje

Por: Francisco Manrique.

Es interesante ver cómo cambia la percepción de la imagen de una persona cuando es capaz de mostrarse vulnerable de manera espontánea. Es la manera más mágica que permite conectar a los seres humanos entre sí. En mi Post anterior me referí a un momento de esta naturaleza que pude experimentar en una charla en la U del Externado. Y la vulnerabilidad está relacionada directamente con el poder mostrar las emociones.

En este Post, voy a seguir profundizando sobre el tema, porque hay otras aristas que valen la pena explorar, especialmente porque en nuestra sociedad nos cuesta mucho reconocer el papel que juegan las emociones. Por ejemplo, en un reciente artículo de David Brooks en el NY Times, mencionaba como hay una relación directa entre las emociones y el aprendizaje.

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Como bien lo subraya Brooks, tradicionalmente ha habido una confrontación entre la racionalidad y la emocionalidad. Para mucha gente, el poder del intelecto y su buen uso,  depende de que las emociones sean suprimidas. En el campo de la docencia, el enseñar a un estudiante implica que este reciba el conocimiento de manera “desapasionada”.

Sin embargo, estudios realizados en el campo de la neurociencia, demuestran que las emociones son esenciales para el uso de  la parte intelectual del cerebro del ser humano,  porque es a través de ellas, que le asignamos valor a las cosas. Las emociones son críticas para ayudar a recordar, a motivar  la  atención, y para poder superar situaciones difíciles.

En mi Post anterior, El papel de las conversaciones y las emociones, traía una definición útil del mundo del coaching ontológico, de que son las emociones: “una predisposición para la acción”. Esto significa que, el estado emocional influencia de manera profunda el tipo de decisiones que tomamos, y por ende, de las acciones que emprendemos.

Teniendo en cuenta los comentarios anteriores, es más fácil entender, el por qué son  esenciales las emociones positivas para el aprendizaje de cualquier cosa en la vida. Por esta razón, el lograr transmitir la pasión por lo que se enseña,  diferencia un maestro sobresaliente del quien no lo es.

Cuando una persona manifiesta: “me emociona lo que hago”,  es capaz de superar muchos obstáculos. Pero también, al manifestar pasión por lo que hace, es capaz de contagiar e inspirar a otras personas. Esta cualidad es esencial para enseñar, así como para el ejercicio del liderazgo.

No es una coincidencia que hay un interés renovado de los científicos que estudian el cerebro humano, por la forma en que este órgano vital, opera para producir las emociones y su relación con el aprendizaje. Como lo ha demostrado algunas investigaciones, aún las emociones más sofisticadas, son controladas por la parte “primitiva” del cerebro que también manejan los órganos internos. Pero también que la parte social del cerebro, impacta el proceso de aprendizaje.

El punto anterior, se pudo demostrar en un experimento realizado en la U de Washington, para ver el impacto que tiene en un niño, el contacto visual y personal del maestro en una clase para aprender el Mandarín. Se pudo comprobar que se activaba la parte social del cerebro lo que facilitaba el aprendizaje muy rápido de los alumnos, en contraste con quienes recibían la clase por vídeo.

Dado el impacto que tienen las emociones en el aprendizaje, hay que tener muchísimo cuidado con las emociones negativas, como puede ser el miedo o la rabia, porque pueden tener un impacto muy perjudicial en la capacidad de aprender. Como lo describe Brooks, estas emociones pueden alterar la percepción, e impedir el entender las relaciones de causalidad, o impedir cambiar de opinión cuando hay modificaciones en el contexto.

Es interesante ver el repertorio de emociones por las que hay que navegar durante el aprendizaje, especialmente si se trata de un tema difícil de entender y asimilar por parte de quien lo hace. La confusión, la frustración, la preocupación, la alegría, y la curiosidad, entre otras, hay que saberlas manejar para poder perseverar y lograr aprender

Otro estudio realizado en la U de New York, demostró que las relaciones entre el profesor y el alumno, que generan un estado emocional positivo, permiten generar una sincronía positiva entre la actividad cerebral del profesor con la del alumno. Pero también, puede tener un impacto negativo, cuando no hay una buena conexión emocional entre los dos.

Y el comentario anterior trae a colación un aspecto fundamental que impacta cualquier actividad humana: la calidad de las relaciones emocionales que se viven en la familia, en la escuela, en el trabajo, y en general en la sociedad. Cuando se tiene un entorno cargado de emociones negativas, la posibilidad de lograr cosas importantes puede ser muy baja.

Si lo anterior hace sentido, entonces vale la pena preguntarse por la calidad emocional que se tiene en los diferentes espacios donde se interactúa con otros. Por no hacerlo, se pueden cometer errores graves de diagnóstico y de intervención. Simplemente porque entorno emocional no aparece en el radar de las organizaciones en general.

En el espacio familiar, si se le enseña a los hijos a expresar abiertamente sus emociones y a manejar sus estados emocionales, se les está preparando para que tengan en su vida adulta una relaciones mucho más sanas y productivas. Si no se les enseña, y por el contrario, han vivido en un entorno emocional negativo, que además no se comenta, muy probablemente replicarán estas experiencias en su vida adulta con las consecuencias que esto tiene.

El prestigioso Aspen Institute lanzó en enero de este año el informe “De una Nación en Riesgo a una Nación de Esperanza”. En este informe se hace una defensa de la importancia creciente que tiene para una sociedad, como la norteamericana, el darle cada vez más peso al aprendizaje social y emocional, y su conexión con el desarrollo académico. Pero hay algo muy importante: porque el carácter de una persona está íntegramente asociado a su manejo emocional.

Cada vez se reconoce que no es suficiente con el nivel de conocimiento que posee una persona, si no se cuida el como es y como se comporta en su entorno social. De esta capacidad depende la calidad de las relaciones que pueda tener en los diferentes ámbitos de su vida personal y laboral.

En las escuelas norteamericanas, la emociones del miedo y la desconfianza, se han venido extendiendo como un cáncer, ya que se han convertido en blancos de ataques irracionales y de violencia. En ese entorno, claramente es muy difícil aprender, y mucho menos esperar unas buenas relaciones entre maestros, estudiantes y padres de familia. Pero lo más grave, esta dinámica termina afectando a toda la sociedad, como ya es un hecho evidente desde la llegada de Trump al poder.

En Colombia, vivimos hoy un clima muy complejo, donde el miedo, la ira, el rechazo al que no piensa igual, son estados emocionales permanentes que tienen fracturada a nuestra sociedad. Y lo más lamentable, es que son explotados hábilmente por los políticos de derecha ye izquierda en su propio beneficio. Por esta razón, tenemos una tremenda dificultad de aprender y vivimos recreando nuestra historia y quedando atrapados en ella.


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