Por: Francisco Manrique.
Los comentarios de este brillante analista, no podían ser más oportunos para el momento actual en nuestro país. En este Post voy a aterrizar estas reflexiones para el caso colombiano.
La tesis del autor, está centrada en el inmenso daño que le hizo la polarización a su nación. Su reflexión se enfoca en los efectos nefastos que hoy enfrentan, gracias a la incapacidad de los partidos políticos dominantes, de derecha y de izquierda, así como de las élites económicas, que no previeron los efectos tan negativos de este proceso para la sociedad.
Ahora veamos la relevancia de estos comentarios sobre la realidad del Salvador en el caso colombiano, y entendamos el porque es un espejo tan pertinente para analizar y aprender de él.
Después de 16 años de Uribe y Santos en el poder, Colombia contó con una causa que aglutinó al país. Durante los dos periodos del primero, era derrotar a las FARC. Durante los periodos de Santos, el villano fue el mismo pero la aproximación no lo fue. Y esto, entre otras cosas, generó una profunda división entre estos dos dirigentes políticos.
A pesar de estas diferencias, hay un común denominador entre los dos: contaron con la gobernabilidad que les dio la reelección, y tuvieron unas mayorías en el Congreso, con las cuales pudieron mover muchas de sus iniciativas. Hoy, la situación pinta muy distinta para quien asuma la Presidencia en el 2018. Y lo es, por varias realidades que nos aproximan a las condiciones salvadoreñas, explicadas por Villalobos.
Al igual que el país centroamericano, el Estado es muy débil para enfrentar los inmensos retos en el post conflicto derribados de los acuerdos con las FARC. Y también, porque el mismo proceso, que tuvo una feroz oposición de Uribe, generó un gran desgaste en la imagen del Presidente Santos y de otras instituciones.
Adicionalmente a lo anterior, la bonanza de los precios de los commodities fue desaprovechada por estos dos dirigentes políticos. No tuvieron la previsión de ahorrar para las vacas flacas como si lo hicieron Perú y Chile. Irresponsablemente, la financiación del presupuesto del Estado, se dejó llegar a unos niveles de dependencia muy altos de los precios del petróleo.
El manejo prudente de la macro economía, que ha caracterizado a Colombia, ya no va ser suficiente. El desafío será también la micro economía, acompañada de un estilo de político diferente, y de un liderazgo que ha estado ausente.
En un entorno con estas características, es muy difícil atraer a la gente con talento. Hay un costo muy alto de exponer el prestigio, el patrimonio, e inclusive la libertad. El caso de Andrés Camargo y Luis Fernado Andrade desnuda esta realidad. Dos ejecutivos brillantes en el sector privado que quisieron servir a su país con un desgaste totalmente inmerecido.
Y vale recordar las advertencias de Villalobos: “Competir desde los antoagonismos extremos crea un círculo vicioso destructivo encadenado en los antivalores del miedo, el odio, la division, el conflicto, la crisis, y la ingobernabilidad”. Pero además, el activar el miedo es fácil, pero reunificar un país dividido por el odio puede volverse imposible.
Bajo estas condiciones, corremos el peligro de también pasar de “lo sublime a lo ridículo” como lo planteó Villalobos, al referirse a la situación actual de su país. Después de 25 años, no fueron capaces de convertir la oportunidad del acuerdo de paz, logrado en un instante de lucidez, y hoy tienen un desastre por los inmensos problemas que enfrentan como sociedad.
Y al igual que en ese pais, no es el proceso de paz, que ha sido reconocido internacionalmente, el que puede fallar, son las élites que han manejado los hilos del poder, los que no han estado a la altura del reto de unir a un país y de liderar los cambios que se necesitan. Para estas personas, el lema parece ser el de “volvamos al pasado”.
Y al igual que en país centroamericano, es increíble que las élites no estén preocupadas por los perversos efectos de la polarización que hemos tenido durante los dos periodos de Santos. La ceguera y la irresponsabilidad de nuestros dirigentes políticos, son una condición muy preocupante de nuestra realidad actual. Podemos caer fácilmente en la misma dinámica “del sabotaje mutuo”, en la que están inmersos los partidos de ARENA y el FMNL.
El problema está más en la capacidad de las otras entidades del Estado, de acompañarlos en la toma del territorio que estaba bajo el control de las Farc. Para no hablar, de tener la capacidad de controlar el aumento explosivo de los cultivos de la coca, que se han salido de madre en los últimos dos años. Ese es otro cáncer que tenemos que enfrentar como sociedad, y que le añade fuego a la hoguera de los problemas de orden público en una geografía tan compleja como la nuestra.
“A lo largo de más de cuarenta años, las élites políticas colombianas, a pesar de sus diferencias, han mostrado madurez para enfrentar con éxito la violencia y la transformación del país. Se han derrotado los carteles de la droga, desmovilizado la guerrilla y los paramilitares, recuperado territorios dominados por estos grupos armados, aumentado la fuerza pública y elevado su eficiencia, incorporado los derechos humanos en la seguridad, pactado la paz con las FARC, transformado la economía y cambiado la imagen del país en el mundo.
Las elecciones del 2018, gracias a factores internos y externos , están alimentando una competencia destructiva. Serán una prueba de la madurez para la clase política, hoy movilizada por las emociones, cuando debe de imperar la racionalidad”.
- Las FARC, el ELN y el paramilitarismo como referentes de la competencia electoral. Estos se han convertido en los elementos de una narrativa que se puede quedar para siempre, y sobre la base de viejas ideas, cuando lo que se necesita son nuevas perspectivas.
- El proceso de pacificación y las culpas sobre el pasado. Hay un alto riesgo de engancharse en la Justicia Transicional por enfatizar la emocionalidad más que la racionalidad.
- La crisis terminal del régimen chavista. El haber recurrido de manera muy pragmática al apoyo de Venezuela, se ha convertido en un motivo de division profunda entre las élites, y el combustible para alimentar el miedo del “castrochavismo”
- El temor al ascenso electoral de la izquierda democrática. Para muchos de la derecha, como sucedió en El Salvador, no pueden concebir que haya una apertura pluralista e incluyente, en el ejercicio de la política. Esto genera miedos e inseguridades en las élites
- La transición de la corrupción a la transparencia. Un tema nuevo en la agenda política, que seguramente va a definir el resultado electoral en el 2018. Lo que era normal ha dejado de serlo, gracias a los grandes escándalos recientes. Se demanda la transparencia.
- Religión y cambio cultural urbano. Es el resultado de la transición de un país rural a uno urbano, lo que conlleva cambios culturales profundos en la sociedad alrededor de temas como el género, el aborto, el tratamiento de las minorías, etc.
- Colombia está a tiempo de prevenir. La nueva realidad significa enfrentar nuevos retos sin aumentar la polarización y el uso del miedo, como instrumento político emocional e irracional, para dividir a quienes apoyan el sistema, como ya ocurrió en El Salvador.
Hay que agradecerle a este analista que nos hubiera prestado el espejo de su país.
PD: les recomiendo el artículo de Luis Carlos Velez en El Espectador.
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