Cuando se desarrollan las consecuencias de la pandemia del coronavirus, y entran en vigor las órdenes de cuarentena, a nivel mundial se ha hecho evidente las consecuencias del aislamiento social.
Veamos varios testimonios sobre el impacto de la soledad en estos momentos del coronavirus.
Una colombiana, que vive en Europa, me decía: “lo que que más me aterraba era quedarme íngrima sola en mi apartamento en Londres, sin poder estar en contacto con otros seres humanos durante el tiempo que durará esta extraordinaria situación. Alcance a comprar el último tíquets para regresar a COLOMBIA, antes del cierre de las fronteras, por lo que me siento muy afortunada”.
El caso de una americana en la Florida: “La combinación del aislamiento y el estrés está teniendo un doble impacto en mi. Soy una persona que cumplió 65 años antes de la crisis, soy soltera y no tengo una familia cercana. Mi hermana que sobrevive vive lejos en otra ciudad.Hace seis meses mi hermano mayor murió. Desafortunadamente mis vecinos no son muy amigables, y hasta la fecha ninguno de ellos me ha ofrecido ayuda. Llorar se me ha convertido en algo normal…Y para resumir me siento totalmente sola durante esta crisis y sin ninguna esperanza”
A otra persona envía a un WhatsApp muy impactante: “el mundo ha sido arrodillado por un pequeñísimo microorganismo. Esta pandemia me ha robado mi sentido del control y me ha aumentado el sentido de gran soledad”
Una persona que perdió a su marido antes de la crisis escribía: “ el coronavirus me ha impuesto una carga adicional a mi duelo. Siento que todavía tengo la resiliencia que me acompañó durante la enfermedad de mi pareja, pero he perdido foco. Los días pasan lentamente. Me siento ansiosa, irritable, frecuentemente muy sola. Extraño el contacto con mi esposo y ahora con los demás”.
Estos testimonios me hicieron revisar un artículo en el NY Times del año pasado, sobre el costo tan grande que tiene la soledad y la desconexión, en la que viven muchas personas en la actualidad en el mundo y que la pandemia lo ha puesto mucho más en evidencia. Las estadísticas muestran que es una situación más letal que la obesidad o el uso excesivo de los cigarrillos, y como vamos, más grave el coronavirus.
El año pasado, los fallecimientos pudieron superar las 600.000 personas al año en los Estados Unidos por causas de relacionadas con las consecuencias de la soledad . Como lo menciona el artículo, está situación es un asesino silencioso
Un estudio realizado recientemente por la Universidad de Pittsburgh, identificó que el uso las de redes sociales por adultos de entre 19 y 32 años, y que pasan más de dos horas al día en Facebook, Twitter o Instagram, está relacionado con una mayor sentimiento de soledad. Las nuevas generaciones están particularmente expuestas a la soledad, que los mayores a 55 años, aunque en este grupo también se experimenta el problema.
En Japón usan la palabra, kozoku, que significa “grupo solitario”, para referirse al creciente número de personas que viven solas. Además, se han inventado soluciones creativas para responder a este fenómeno: cafeterías donde los clientes se sientan con peluches para no sentirse solos; citas con novios virtuales que aparecen en una aplicación móvil de realidad aumentada como en Pokemon Go.
Lo interesante de estas investigaciones, es que muestran que la soledad se ha venido convirtiendo en una epidemia que no ha tenido la misma divulgación que otras epidemias como el coronavirus, pero que posiblemente es más letal. El debate que se ha venido dando gira alrededor de cómo se puede confrontar esta situación .
El tema es tan crítico en algunos países, que en el caso de la Gran Bretaña, se nombró en el 2018 el ministro de la soledad. Al principio se recibió con cierta sorna la decisión, pero la realidad, es que en ese país unos 9 millones de personas están experimentando las consecuencias físicas y mentales de este fenómeno social. Y se calcula que tiene un costo mensual de US 800 por persona.
El año pasado iniciaron una campaña para poner a conversar sobre el tema a la sociedad inglesa. La idea es utilizar organizaciones existentes, como los clubs de jardinería, para convocar a estos espacios, a las personas que se sienten solas. Además, se han montado oficinas públicas para conectar de forma discreta a la gente que lo necesita con este tipo de organizaciones. Hay otros países, con una situación similar, que han mostrado interés en seguir el ejemplo inglés.
En otros estudios se ha demostrado, que el fenómeno de la soledad, explica en buena medida el uso de mascotas, especialmente los perros, cuya tenencia se ha disparado porque hay cada día más gente que no tiene pareja, con problemas serios en sus relaciones y sin amigos frecuentes.
Este fenómeno tiene un impacto muy grave en la sociedad. En el caso de los Estados Unidos, hay una seria sospecha de que la soledad está detrás de la crisis de los opioides, el aumento de suicidios y la disolución de miles de familias, que se han convertido en una verdadera crisis nacional. Y las investigaciones han demostrado que, las personas que tienen buenas conexiones sociales, tienen un 50% menos de probabilidad de padecer una muerte temprana.
El artículo del NY Times muestra que las instituciones de soporte, que han ayudado a la gente a conectarse y no sentirse solas, no están funcionando. Los costos de esta situación, que están pagando muchas comunidades en los Estados Unidos, son muy grande. En encuestas hechas hace dos años en ese país y en la Gran Bretaña, mostraron una situación alarmante. El 20% de los adultos manifestaron tener serios problemas manejando su soledad.
El tema de soledad es muy pertinente en la actualidad, cuando se han adoptado medidas drásticas de aislamiento de sectores de la población, como ha sido el caso de personas mayores en Colombia. Y sin embargo, este tema no ha sido tocado en medio de la avalancha de información que hoy invade nuestro espacio personal. Sería bueno que se hiciera visible el tema y se pudiera documentar la gravedad del mismo en nuestro medio.
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