Por: Marup Hossain y Athur Mabiso
La sabiduría popular ha mantenido durante mucho tiempo que las donaciones a los productores en pequeña escala sirven, como mucho, para lograr beneficios temporales. Sin embargo, nuestras investigaciones sobre la intervención basada en donaciones que se desplegó en el marco del Proyecto para la Promoción de los Ingresos Rurales mediante las Exportaciones (PRICE), una iniciativa financiada por el FIDA en Rwanda, constataron una serie de beneficios que, de momento, ya han durado cinco años.
¿Cómo funcionan las donaciones? ¿Y qué se puede conseguir con ellas?
Las intervenciones basadas en donaciones (o, simplemente, “donaciones”) suelen consistir en contribuciones en efectivo o en especie brindadas a productores en pequeña escala (campesinos y demás partes involucradas en la cadena de valor) que precisan asistencia financiera. Tienen por objeto ayudarlos a iniciar o aumentar su actividad económica, como puede ser poner en marcha un nuevo negocio o invertir en uno ya existente.
No obstante, las donaciones suelen ser difíciles de implementar, y su eficacia depende en parte de los beneficiarios y de si se invierten en actividades productivas. Si, por ejemplo, estos ya gozan de acceso a servicios financieros, las donaciones aportan escasos beneficios.
En lugar de hacerles llegar donaciones de manera directa, el proyecto PRICE buscó superar esas limitaciones utilizando un sistema de criterios. En el marco del proyecto, se solicitó a los empresarios participantes que presentaran propuestas de negocios, que posteriormente se evaluaron con arreglo a una serie de criterios. Aquellos empresarios cuyas propuestas “aprobaron” recibieron una carta de aval, que posteriormente pudieron presentar ante un banco o institución microfinanciera y utilizar como documentación suplementaria al solicitar un préstamo. A quienes consiguieron obtener un préstamo, el proyecto les pagó la mitad restante una vez que hubieron devuelto el 50 %.
Pero, ¿cómo se tradujo esto en beneficios a largo plazo? ¿Conllevó además algún otro tipo de beneficio?
Más información sobre el proyecto PRICE
A fin de examinar esos efectos, comparamos 331 hogares cuyas propuestas habían obtenido una puntuación apenas por encima del “aprobado” —esto es, aquellos que finalmente fueron respaldados— con otros 1 190 hogares cuyas puntuaciones habían estado justo por debajo (y que, por tanto, no recibieron apoyo).
Nuestros resultados muestran que el proyecto aumentó los ingresos agrícolas y totales de los hogares respaldados en comparación con los demás. Los hogares beneficiados también contrataron más mano de obra (es decir, crearon puestos de trabajo) e incrementaron su tenencia de bienes duraderos y de ganadería.
Como es obvio, estas constataciones plantean muchas preguntas sobre las circunstancias en las que las intervenciones basadas en donaciones pueden producir esos resultados favorables. Una posibilidad es que, en contextos donde los productores en pequeña escala tienen un acceso limitado a la financiación (como ocurre en Rwanda), incluso un acceso puntual al capital puede marcar una diferencia notable. Otra posibilidad es que, en situaciones donde los productores en pequeña escala disponen de capital pero muestran reparos a la hora de asumir riesgos, las donaciones pueden constituir justo el apoyo que necesitan para realizar inversiones arriesgadas, pero muy beneficiosas (puesto que las donaciones garantizan una recuperación parcial del costo).
Cabe destacar que, además de aumentar los ingresos agrícolas, también se incrementaron los salarios y los ingresos en concepto de servicios. Esto está en consonancia con la dinámica general de Rwanda en materia laboral, que en los últimos años ha ido virando del empleo por cuenta propia hacia empleos remunerados y de servicios. Un análisis más detallado muestra que esto podría haberse debido a que el proyecto permitió que los hogares contrataran más mano de obra para sus labores de horticultura, lo que permitió que los miembros de los hogares trabajaran en empleos remunerados y de servicios. Además, la participación en numerosas actividades económicas sugiere que, siempre que pueden hacerlo, los hogares optan por ampliar sus actividades económicas (esto es, diversifican sus ingresos).
Otro factor, mucho menos estudiado, es el papel que desempeñan las donaciones a la hora de promover la relación entre los productores en pequeña escala y las instituciones financieras. Es posible que, al respaldar a los empresarios para que trabajaran directamente con estas instituciones, el proyecto creara una oportunidad para establecer vínculos empresariales a largo plazo.
Tres lecciones aprendidas
De estas constataciones generales se han extraído tres lecciones principales que pueden resultar de utilidad para otros investigadores y diseñadores de proyectos:
En primer lugar, uno de los principales desafíos afrontados fue la escasa cantidad de donaciones desembolsadas con éxito. Según nuestro estudio, tan solo un tercio de los negocios respaldados recibieron una donación. Mientras tanto, muchos participantes sostuvieron que el proceso de selección era demasiado largo y que había transcurrido mucho tiempo entre la presentación de las propuestas y el desembolso de las donaciones. A este respecto, el aumento de la eficiencia en la fase de verificación (por ejemplo, evaluando las propuestas y verificando la información sobre el terreno de manera simultánea) podría ayudar a aumentar la calidad general de las solicitudes, así como la tasa de aprobados. También cabría esperar que esto redujera la ventana de pago y aumentara la tasa de donaciones debidamente desembolsadas.
En segundo lugar, casi la mitad de todos los negocios respaldados lograron obtener un préstamo. Si bien esto constituye una mejora con respecto a la tasa habitual de incorporación de los programas de microfinanzas, no supone un impulso significativo en líneas generales. Al investigar más a fondo, se observó que los participantes relataban procesos de verificación muy estrictos, mientras que las instituciones financieras esgrimían una falta de liquidez para argumentar su baja tasa de aprobados. Por lo tanto, se constataron numerosas oportunidades de colaboración entre las organizaciones internacionales para el desarrollo y las instituciones financieras locales con miras a ampliar su base de capital y su cobertura. En particular, medidas como mostrarse flexibles con el reembolso de los préstamos, a fin de adaptarse al flujo de caja de cada negocio (sobre todo de cara a la temporada previa a la cosecha), o agilizar y facilitar los procedimientos de validación de los préstamos, podrían impulsar tanto la demanda de préstamos como la oferta por parte de las instituciones financieras.
En tercer lugar, aunque se seleccionó a los participantes en función de la puntuación de sus propuestas, hay que tener en cuenta que existe una relación bastante frágil entre la puntuación obtenida por los pequeños negocios en este tipo de medidas y su posible rentabilidad global. Como ya se ha constatado en otros contextos, es realmente difícil predecir los resultados económicos (como los ingresos) a partir de una única variable (como la puntuación). Por consiguiente, a la hora de seleccionar a los empresarios con un gran potencial de éxito, es fundamental que la evaluación global abarque otros indicadores, como las variables demográficas y de infraestructura (incluidos la edad, el sexo, el número de personas en el hogar, el nivel educativo, la calidad de la vivienda, el acceso a la electricidad y la infraestructura vial).
Marup Hossain y Athur Mabiso son economistas de la División de Investigación y Evaluación del Impacto del FIDA.
Lea el estudio completo aquí.
Nota publicada en FIDA, reproducida en PCNPost con autorización.
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SOURCE: FIDA
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