El papel de la cultura en el desarrollo: una mirada diferente

Por: Francisco Manrique

En estos últimos meses, con un grupo de amigos,  nos hemos venido interesando en el papel que juega la cultura en el desarrollo de un país, una región o una comunidad. Este interés nos ha llevado a entender mejor los componentes que la determinan y la manera como estos condicionan la percepción de la realidad y el comportamiento humano en esos contextos. Este tema, que debería de despertar mucho más interés en la agenda nacional, lamentablemente no lo genera.

En este contexto, tuve la oportunidad de leer en estos días, un artículo reciente con un título sugestivo: “Que sucede con América del Sur?” publicado en Project-Syndicate y en que se inicia el siguiente comentario:

“A pesar de que no es claro cuál es la causa, no hay ninguna duda de que la aceptación en America Latina de los valores tradicionales y el corporativismo, ha impedido que el continente pueda alcanzar su potencial económico. La posibilidad de que la región pueda lograr la prosperidad en el futuro, va a depender de la voluntad de dejarse de preocupar y de que aprenda a enamorarse del concepto de la libre empresa”

El propósito del artículo queda muy claro: el atraso de la región latinoamericana está asociado a algunas consideraciones culturales que lo explican, cuando se la compara con otras regiones del mundo. En este blog, voy a recoger algunos de los principales puntos que lo sustentan, para llamar la atención al lector sobre este tema. Se puede estar o no de acuerdo con los planteamientos de los autores, pero hay que verlos como una invitación a una reflexión vista desde con otros ojos, sobre el papel que ha jugado la cultura, en el desarrollo de  nuestro continente.

cultura desarrollo

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El subdesarrollo regional tiene un problema de fondo: las fallas en el desempeño de las instituciones del estado y los valores que las sustentan, que se ven reflejadas en problemas de gobernabilidad muy complejos.

¿Pero cuáles son los valores culturales que están ausentes  y que son claves para  desarrollo en la región?. El reconocimiento y la celebración del éxito individual y de la Innovacion entre otros.

La poca importancia que tienen estos valores en la cultura latinoamericana, puede explicar el que no haya habido en la región la fuerza impulsora de la Innovacion, que ha sustentado el desarrollo en otros países desde finales del siglo XIX. En nuestro caso, el apego a la cultura tradicional, heredada de los españoles  y sumada a la de las culturas aborígenes preexistentes, ha sido un freno muy notorio para el progreso en esta región del mundo.

Pero los autores del artículo señalan otro problema que denominan el corporativismo. Esta idea surge de la necesidad de encontrar un camino alterno al capitalismo y el socialismo soviético de principios del siglo XX. Es el resultado de la búsqueda de un sistema que le diera paz, armonía y mejorara la colaboración, entre las diferentes clases sociales en los países de la región. Se buscó un camino intermedio en donde pudieran convivir los trabajadores y los empresarios, durante la década de la Gran Depresión.

Esta lectura e interpretación de la historia, que hacen los autores del artículo, es interesante porque busca explicar el porqué del nacimiento del corporativismo. Este se fundamentó en la creencia de que la democracia liberal, no podía dar una respuesta adecuada a la crisis de esa época y a los conflictos sociales existentes. Los líderes populistas del momento, propusieron un imaginario diferente, donde se promovía “la unión del pueblo”, contra un enemigo común: el imperialismo gringo y las clases sociales asociadas con él.

En el artículo se propone, que el mito de la idea del corporativismo, es la búsqueda de la unidad nacional para defenderse de unos enemigos externos y del pluralismo político. En ese contexto, “las agrupaciones sociales como los sindicatos, los gremios, las universidades y la Iglesia, son necesarias para contrarrestar los efectos negativos del debate político y la competencia económica extrema” .  Así se buscaba mantener la unidad social, que como ya se dijo, es una premisa fundamental de la cultura que emergió en el continente a principios del siglo XX.

En esa cultura, la intervención del gobierno se refuerza con las decisiones económicas que se toman y que se reflejan en unas políticas, que en apariencia, buscan la justicia social para todos.

Esta propuesta trajo unas consecuencias muy complejas: una economía proteccionista, donde no se valoraba la competencia ni la innovación, arropada en un nacionalismo y un pensamiento muy conservador, reforzado por el papel de la Iglesia Católica tan presente en el continente en esa época. En ese contexto, el capitalismo y el comunismo se veían de manera muy negativa porque iban en contra de los valores tradicionales. “El primero propiciaba la cultura de la codicia material”, y el segundo iba con en contra del valor de la familia.

El corporativismo latinoamericano crea un sistema de sociedad y una cultura, donde los gremios juegan un papel fundamental para defender intereses particulares ante el Estado, y donde los movimientos sociales surgen para defender los intereses de quienes se sienten marginados. En este ambiente social, que todavía se mantiene, el papel de los partidos políticos, no tienen la representatividad ni el rol que  se ve en las democracias más avanzadas. No se han generado las bases para una cultura política más madura, que sustente el desarrollo regional, y que ayude a cerrar  más inteligéntemente las brechas de desigualdad sociales.

En un ambiente de corporativismo, la economía que surge, limita la competencia y propicia negociaciones entre unos pocos, para obtener unos favores especiales en la repartición de los recursos públicos. Como resultado, muchas economías regionales quedaron secuestradas por los intereses proteccionistas de unos empresarios y sindicatos, que buscaban, y aún lo hacen, los favores del gobierno de turno. Las decisiones políticas eran, y aún lo siguen siendo, influenciadas por estas prácticas  perversas.

Los conflictos sociales se resuelven en la cultura corporativista, mediante políticas de transferencia de los recursos públicos, que se convierten en derechos adquiridos. Se así refuerza la cultura clientelista que se alimenta del Estado.

Otro efecto del corporativismo latinoamericano, es que limitó un manejo más maduro de los conflictos sociales y económicos. No se desarrolló la capacidad de generar debates políticos  constructivos y si se generó una cultura clientelista alrededor de los partidos, cuyo fin último, era participar en la repartición de la burocracia y los recursos públicos. Esta realidad sigue siendo hoy un hecho patente en toda la región.

Según los autores del artículo, otro impacto muy importante de la forma en que se organizó la sociedad latinoamericana, fue el fortalecimiento del la rama ejecutiva del gobierno, a costa de las otras dos ramas del poder público. Surge un Estado que termina siendo controlado muchas veces por diferentes grupos de interés, y modelado por “la adopción  de ideas y de tipos de organización de otras épocas, que limitan el pluralismo político y la competencia económica”.

Bajo el mito de que el corporativismo es la base de la unidad social, el Estado crea unas condiciones laborales muchas veces muy onerosas a cambio de medidas proteccionistas para las empresas. En ese entorno de mercado, se desestimula la cultura de la innovación y del emprendimiento. Este estado de cosas es muy propenso para el surgimiento de gobiernos populistas y para el debilitamiento del sistema democrático. Es un terreno fértil para el caudillismo que ha sido una marca distintiva de la cultura política latinoamericana.

En esta cultura, que se ha desarrollado en America Latina, el éxito individual es penalizado a diferencia de lo que sucede en otras culturas como la anglosajona. El impacto de la religión católica agudiza aún más este problema, porque de acuerdo a la creencia religiosa, la pobreza es más una virtud que un problema. El existo se ve como el premio a la codicia. Los conflictos que genera la competencia, se ven como algo muy negativo, porque son el resultado del individualismo que se fomenta y que rompe con la estabilidad y la igualdad social.

En la cultura que ha emergido en la región, la libertad personal se desprende de los derechos colectivos. De acuerdo al artículo citado, “La comunidad organizada alrededor de la solidaridad, es la antítesis del pluralismo y de una sociedad abierta” . Este era el planteamiento de Juan D Perón en 1948 en Argentina, cuando afirmaba que : “el significado último de la ética es la corrección del egoísmo”. Para este dictador era fundamental la integración del individuo con su comunidad, para evitar el surgimiento de la oligarquía. Una idea similar la tuvo Mussolini en Italia

Los autores del artículo recuerdan que, los valores del individualismo, la ambición personal, y la auto expresión, surgen en la Época del Renacimiento, y fueron influenciados por Lucero, Cervantes y Shakespeare, entre otros, y más trade por Nietzsche en Europa, Twain y  Frost en los Estados Unidos. Cuando estos valores fueron asumidos por la sociedad, dieron lugar a la modernización que desplazó la tradición en países como Inglaterra, Alemania, Francia y Norte America. La pregunta que aparece es obvia : ¿y qué pasó en America Latina?.

Las investigaciones y encuestas hechas, muestran que estas creencias y actitudes, han sido mucho más débiles en esta región. Como consecuencia, el valor de la iniciativa personal es visto como algo menos importante en nuestros países. En una encuesta hecha hace dos décadas, mostraba que el sobresalir era valorado como algo muy importante  por el 84% de las personas encuestadas en los Estados Unidos, en Colombia solo lo mencionaban el 44%. Sería interesante volver a hacer una encuesta similar para ver si esta percepción se mantiene.

En resumen, el mantener valores tradicionales, sumados a una cultura de corporativismo durante más de ochenta años, ha sido un palo en la rueda para el desarrollo latinoamericano. Esto ha generado una cultura burocrática muy pesada, y una mentalidad empresarial poco innovadora y dependiente de los favores del Estado.

En ese entorno, también se le ha dado muy poca importancia  al fomento de los valores que han sido los pilares del progreso en otros países. Se ha creado una cultura proteccionista muy perjudicial y poco propicia para el emprendimiento innovador y para tomar riesgos. Como resultado, es un continente que ha aportado muy poco a los grandes avances que hoy son el motor de la economía más avanzadas.

Lo irónico de esta análisis, es que las dinámicas proteccionistas y de vuelta al pasado,  se han disparado gracias a personajes como Trump. Sus decisiones están yendo en contra vía de las bases que han permitido los avances extraordinarios que ha visto la humanidad desde la mitad del siglo pasado. Esta podría ser la oportunidad que deberían aprovechar los países latinoamericanos, si fuéramos capaces  de reconocer la importancia del papel de la transformación cultural, que debería ser un tema fundamental en la agenda de su desarrollo.


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