Por: Cecilia Rodríguez González-Rubio
Presidenta de Catorce6
La fantasía y el catastrofismo son dos fenómenos que en lo ambiental hoy dominan la opinión pública.
El primero tiene al mundo virtual como gran aupador de hechos fantásticos. La vida que llevamos está mediada por la tecnología y en consecuencia la que allí disfrutamos es cada vez más lejana a nuestra cotidianidad real. Más aún, sobre los jóvenes es creciente el número de textos académicos sobre cómo ayudarlos a integrar su vida virtual con la real.
El estilo de vida en las ciudades nos ha alejado de la fauna y la naturaleza y solo tenemos los textos educativos de la secundaria para entenderlas, cuando no somos especialistas.
Así todo ha facilitado que creemos en nuestras mentes un mundo especial sobre la naturaleza y que incluso le demos más importancia a los animales que al resto de las especies, ecosistemas y dinámicas del planeta. Los ciclos biológicos, al una especie alimentarse de la otra, cada vez resultan más ininteligibles porque estos actos se consideran hoy muy violentos.
La humanización de los animales, entenderlos a partir de nuestra misma naturaleza humana, está causandoles daños. Sin duda este retrato mental poco corresponde a la realidad y es en general más fantasioso que otra cosa.
El segundo fenómeno, el catastrofismo, ha llegado con la creciente conciencia sobre los gravísimos impactos de nuestro estilo de vida hoy en el planeta. La forma en que el ser humano fue progresivamente acumulando más conocimiento en un entorno de abundancia de recursos, no le facilitó incorporar criterios responsables ni imaginarse un mundo sin ellos. Estos impactos en el planeta dejan muchas dudas sobre el futuro de las nuevas generaciones lo que requiere acciones urgentes.
Pero el catastrofismo no está contribuyendo a un ambiente de creación de soluciones y de modificación de rutas, sino de confrontación. Un estado interior pesimista se basa en sentimientos y en percepciones que ya no sabemos como se nos conformaron, lo que intensifica la energía con la cual confrontamos porque aleja la razón. Destruir siempre es más fácil que construir.
Una opinión pública entre el catastrofismo y lo fantástico afecta gravemente al debate ambiental porque aleja las soluciones. Le reduce el nivel, frustra a los académicos, desvía a funcionarios públicos y desorienta jueces.
A los ciudadanos nos queda bien creer lo que queramos, pero a los funcionarios públicos y a los jueces no.
Nota publicada en la Revista Ambiental Catorce6, reproducida en PCNPost con autorización.
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SOURCE: Revista Ambiental Catorce6
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