Hoy, los chinos están muy interesados en el agua, las hidroeléctricas, el saneamiento, principalmente en África.
El agua debe ser una prioridad política global, dice presidente del World Water Council.
El presidente del World Water Council (WWC), el brasileño Benedito Braga, ve una “predisposición” internacional a compartir el agua, un bien cuya gestión estuvo en discusión en el Foro Mundial del Agua que se efectuó en Brasilia.
Braga es autor de varios libros y tiene un doctorado en recursos hídricos de Stanford. Pero lejos de ser un hombre encapsulado en la academia, en 2014 estuvo al frente de la respuesta a la grave escasez que golpeó a Sao Paulo, una de las mayores urbes del mundo.
Cursando su segundo mandato al frente de la entidad que organiza el 8º Foro Mundial del Agua, volvió a su país para debatir con científicos y líderes políticos soluciones para un mundo en el que miles de millones de personas no tienen garantizado su acceso al agua potable.
– ¿Cuál es la prioridad para la crisis global del agua?
– Dar seguridad hídrica. Que todas las personas tengan derecho a tenerla en la cantidad y la calidad suficiente para satisfacer sus necesidades básicas.
Todos los países deberían tener esto bien alto entre sus prioridades, porque en la medida que haya seguridad hídrica, habrá seguridad alimentaria, energética, saneamiento y salud.
– ¿Y la política está respondiendo?
– La política reacciona a las crisis. En la medida en que se desatan crisis en otros países aparecen las señales de alerta, y son una forma de concientizar a los políticos para trabajar preventivamente antes de que estalle una crisis en sus países.
Hoy, todos saben lo que pasó en Sao Paulo, en California, en Sudáfrica y en Portugal. Y mañana le tocará a otro.
Hay movimientos en Brasil para aumentar la disponibilidad de agua en el nordeste, que lleva siete años de sequía, están las usinas desalinizadoras que construyó Australia durante la sequía del milenio [2000-2010] y todas las obras hechas en el estado de Sao Paulo.
Pero los países más pobres de África, por ejemplo, tienen grandes dificultades porque esas obras cuestan mucho dinero y carecen de esos recursos. Ahí entra la ayuda de los más ricos.
– ¿Y cómo se financia el déficit de infraestructura?
– Es algo que estamos viendo en el WWC, cómo involucrar al sector privado. Pero la brecha para atender la seguridad hídrica mundial es muy grande [entre 150.000 y 300.000 millones de dólares, según el WWC].
Eso va a tomar mucho tiempo, porque ese dinero no está disponible. Y ahí entra de nuevo la política, porque la demanda de agua es muy grande y la disponibilidad reducida, y hay que priorizar.
– ¿Cuáles son sus expectativas con el capital privado?
– Ese es un asunto complejo porque hubo casos en Sudamérica, con la privatización de los servicios de saneamiento en los años 90, que dejaron mucha confusión por problemas con el tipo de cambio y con la política. Y el sector privado se alejó.
Hoy, los chinos están muy interesados en el agua, las hidroeléctricas, el saneamiento, principalmente en África. Pero es complejo asegurar la estabilidad política para inversiones a largo plazo.
– Durante el foro hubo muchos mensajes dramáticos sobre la crisis global. ¿Es optimista sobre el futuro?
– Yo siempre veo el vaso de agua medio lleno. Pero también hay motivos para ser optimista. Por ejemplo, el caso de los ríos transfronterizos. Hay más de 260 cuencas hidrográficas compartidas por dos o más países. Hay 1.800 fuentes de conflicto potenciales (…) que terminaron en acuerdos de cooperación en el 99% de los casos.
Hay una predisposición a compartir el agua.
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