Por: Tania Marín Macías.
El riesgo cardiovascular es la probabilidad de que una persona sufra un episodio cardiovascular grave, como un infarto al miocardio o un accidente cerebrovascular durante un periodo de 10 años.
Entre los factores que incrementan las posibilidades de padecerlo, se encuentran el tabaquismo, el sedentarismo, la dieta poco saludable, el sobrepeso u obesidad y las enfermedades crónicas concomitantes como la hipertensión, la diabetes y el colesterol elevado. En el día del corazón, queremos contarte más sobre la situación de estos riesgos en la región de América Latina.
Está comprobado que los factores de riesgo cardiovascular tienen una prevalencia muy elevada en América Latina. Por ejemplo, la prevalencia del tabaquismo en Argentina es del 22% en mayores de 15 años y del 22% en jóvenes de 13 a 15 años; en Chile, hay una prevalencia de sedentarismo del 88%; en México, el 71% de la población tiene sobrepeso u obesidad y el 10% de la población padece diabetes. El estudio LASO (por sus siglas en inglés) realizado en 8 países de América Latina, encontró que el 9% de la población tenía niveles de colesterol elevados y una prevalencia del 20% de hipertensión arterial.
Es importante resaltar que estos riesgos son dinámicos y muchos, evitables con un cambio de conducta, la búsqueda oportuna de atención preventiva y curativa y el cumplimiento de las indicaciones médicas en caso de padecer alguna enfermedad crónica.
No obstante, un estudio en 7 ciudades de América Latina (Barquisimeto, Bogotá, Ciudad de México, Quito, Buenos Aires, Lima y Santiago), encontró que entre el 24 y el 46% de la población estudiada ignoraba que era hipertensa y entre los hipertensos, menos de la mitad estaba en tratamiento. Otro estudio, que incluía Argentina, Chile y Brasil, encontró que alrededor del 50% de la población se sabía hipertensa, sin embargo, sólo el 50% de los hipertensos recibía tratamiento. De ellos, sólo un 35% estaba en control.
Según datos de la OCDE, en México, la tasa de mortalidad 30 días después de un infarto es del 28% y en Chile es del 14%. Mientras que en un estudio en Argentina, el tipo de aseguramiento en salud estuvo asociado a la mortalidad por infarto al miocardio. Esto nos demuestra de forma indirecta que adoptar medidas para la prevención, detección y tratamiento oportuno son una mejor opción para los sistemas de salud, que medidas enfocadas en el tratamiento de complicaciones.
¿Cómo saber el grado de riesgo que tengo de padecer un infarto?
La determinación del riesgo cardiovascular debe formar parte del paquete de servicios incluidos en la atención primaria, ya que sirve como base para realizar recomendaciones sobre estilos de vida saludable e iniciar tratamientos en los casos necesarios, intervenciones consideradas de alto costo-beneficio para países de mediano y bajo ingreso. Además, la determinación del riesgo cardiovascular cambia el enfoque actual de tratar factores de riesgo de forma aislada (hipertensión, diabetes, tabaquismo) hacia una atención integrada bajo un marco de detección y tratamiento oportunos. Esto permite orientar los recursos hacia la población que más se beneficia de éstas intervenciones ya que al saber cuál es el riesgo de cada persona, se puede prevenir que tengan un episodio grave o mortal.
La medición del riesgo cardiovascular es accesible para todos
Se podría pensar que su cálculo requiere de exámenes médicos sofisticados. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha creado una herramienta de uso sencillo, con tablas específicas para la población de cada región del mundo y que, incluso, han sido adaptadas para contextos en los que no es posible acceder a exámenes de laboratorio. Esta herramienta se encuentra disponible en línea en este link.
Aunque existen varias formas de calcular el riesgo cardiovascular, esta herramienta es ideal para ser utilizada en la atención primaria y en lugares con pocos recursos disponibles ya que únicamente requiere de personal capacitado para utilizarla correctamente.
Para calcular el riesgo cardiovascular con las tablas de la OMS, se toman en cuenta los siguientes parámetros: edad, sexo, presión arterial, consumo de tabaco, la presencia o no de diabetes, y, si están disponibles, niveles de colesterol en la sangre. Después, se correlacionan estos parámetros en la tabla correspondiente.
El resultado es un porcentaje que determina el riesgo cardiovascular. El mismo puede ir de menos del 10% (bajo) a más del 40% (crítico), lo que significa que la persona tiene un riesgo muy alto de tener un problema cardiovascular potencialmente mortal en los próximos 10 años.
Por ejemplo, una mujer de 70 años con niveles de colesterol y presión arterial normales, que no consume tabaco, ni padece diabetes, tiene un riesgo cardiovascular menor al 10%, es decir, bajo. Por otra parte, una mujer de 40 años que fuma, tiene presión arterial elevada, es diabética y tiene niveles elevados de colesterol, tiene un riesgo cardiovascular de 20% a <30%, es decir, alto.
Usa la herramienta, cuéntanos cuánto riesgo tienes tú y de ser alto, qué podrías cambiar para bajar ese porcentaje.
¿Cuáles son las implicaciones para la salud pública?
La mayoría de las enfermedades cardiovasculares son prevenibles y su curso puede ser modificado con nuevos hábitos y estilos de vida. La disminución en su prevalencia, tendría repercusiones en la mortalidad, la carga de enfermedad, los recursos que se utilizan para tratar a la población afectada y el costo social asociado a las enfermedades cardiovasculares.
Tania Marín Macías es médica y tiene una maestría en Salud Internacional. Actualmente colabora como fellow en la División de Protección Social y Salud de BID.
Nota publicada en el blog “Gente saludable” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.
SOURCE: Los Blogs del BID
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