Una transacción estructurada de este tipo está respaldada, principalmente, por flujos futuros pagaderos por deudores internacionales. En el caso de las entidades financieras, estos flujos se pueden originar a través de: envíos de dineros de remesas, comprobantes de tarjetas de crédito, entre otros. En el caso de las empresas, puede ser a través de repagos de exportaciones e inversiones de capital, entre otros.
Uno de los principales obstáculos para el desarrollo y crecimiento económico del sector privado de países en desarrollo es el acceso al financiamiento, por falta de un mercado de capitales activo y por dificultades de acceso al mercado internacional. La falta de instrumentos para mitigar el riesgo país es una de las principales causas que complican el acceso al mercado internacional. Esta es la ventaja de los flujos futuros, ya que se venden a una sociedad constituida ad-hoc, también conocida como vehículo de propósito especial (SPV por sus siglas en inglés), quien asume el endeudamiento y se crea una estructura que permite atenuar el riesgo país: las instituciones financieras que procesan estos flujos se comprometen a remitir los pagos a una cuenta bancaria del SPV y que se encuentra generalmente manejada por un tercero, ubicado fuera del país. Todo esto permite que el proceso sea más seguro, ya que se reduce la capacidad de interferir el destino de los flujos.
Desde el año 1992, más de 20 instituciones financieras de América Latina y el Caribe, provenientes de 12 países, han utilizado el mercado de capitales para financiarse a través de más de 30 transacciones estructuradas públicas de flujos futuros financieros, según cifras de Fitch Ratings. El reporte también indica que este tipo de transacciones nunca han sufrido un incumplimiento, por lo que es un excelente mecanismo que las instituciones financieras de la región podrían utilizar a su beneficio.
A continuación, se indican cuatro características claves, que permiten una mitigación de riesgos en financiamientos a instituciones financieras del sector privado en países en desarrollo utilizando la titularización de flujos futuros:
1. Instituciones financieras con importancia en el mercado
Las instituciones financieras, que poseen un buen posicionamiento en su nicho de mercado y una buena franquicia en el país, pueden recibir apoyo especial de entidades públicas en un escenario de estrés. Esto les permite permanecer en el negocio y cumplir con su rol de intermediario. Estas van desde bancos privados medianos y grandes, a entidades financieras de moderado tamaño, tales como: cooperativas e instituciones financieras de segundo piso, entre otras.
2. Sólida y consistente generación de divisas
La capacidad de generar y recibir pagos en moneda extranjera es clave para beneficiarse del financiamiento estructurado de flujos futuros. Esto permite reducir los riesgos de transferencia y convertibilidad (T&C). Por ejemplo, las transacciones de derechos de pagos diversificados (DPR, por sus siglas en inglés), donde el Grupo BID ha participado, se benefician de la reducción del riesgo de transferencia y reciben los pagos en dólares americanos, mitigando el riesgo de convertibilidad. Así, estas estructuras poseen un mejor perfil de riesgo que la deuda quirografaria de los bancos.
3. Capacidad de hacer frente al endeudamiento
Para poder acceder a este tipo de instrumentos se debe tener un flujo financiero estable que soporte posibles reducciones y asegure el repago del financiamiento.
4. Diversificación
Estas transacciones requieren ciertos niveles de diversificación, para obtener el máximo beneficio de la estructura. La diversificación de los bancos extranjeros, que trabajan con el banco originador, permite reducir el riesgo de desvío de los flujos. De igual forma, la diversificación por tipo, industria, país de origen y tamaño permite reducir la variabilidad en los flujos futuros que se utilizan para el pago de la deuda y de esta forma reducir el riesgo del financiamiento.
Actualmente, el Grupo BID ha participado como inversionista en dos transacciones de DPRs. En 2013, participó en el financiamiento a 10 años de la transacción estructurada, junto a otros inversionistas, promovida por el Banco Industrial de Guatemala. Dos años más tarde, en 2015 otorgó un préstamo por US$50 millones a la estructura creada por el Banco Davivienda El Salvador. Ambas transacciones tenían como objetivo central aumentar el acceso de financiamiento a las micro, pequeñas y medianas empresas en estos países.
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