Por: Andrea Durango.
Cuando, en el 2013, Marissa Mayer, CEO de Yahoo!, exigió a todos los empleados trabajando a distancia que comenzasen a trabajar exclusivamente en la oficina, o renunciasen, la controversia sobre los modelos laborales flexibles se disparó alrededor del mundo.
Desde entonces, el paradigma ha cambiado considerablemente. Los expertos coinciden en señalar que nos dirigimos hacia un mercado de trabajo cada vez más flexible, donde mayor cantidad de organizaciones, tanto del sector público como privado, está implementando esquemas de trabajo que representan una opción ganar-ganar para el empleador y para el empleado.
¿Cómo incorporar la alternativa de trabajo flexible para promover el desarrollo profesional y la igualdad de género en nuestra región? Veamos el caso de Ecuador.
En 2016, el Ministerio de Trabajo de Ecuador presentó la normativa legal que regula el teletrabajo en el sector privado, una modalidad voluntaria que se implementa por un acuerdo entre las partes e incluye formas de ejecución permanentes y parciales. Seguidamente el Ministerio llevó a cabo, entre octubre 2016 y enero 2017, un plan piloto dentro de la institución, para probar la efectividad de la flexibilidad laboral en el sector público. Los resultados incluyeron un aumento de la productividad, el cumplimiento del 97 por ciento de los objetivos y un incremento en la satisfacción laboral. Estos resultados fomentaron la presentación de la normativa legal del teletrabajo para el sector público en mayo del 2017.
De acuerdo a datos del Ministerio, los beneficios del teletrabajo incluyen: disminución del trabajo motorizado, reducción de emisión de gases contaminantes, ahorro de combustible, mayor productividad, ahorro de recursos económicos en la planta física, optimización del tiempo en movilización y ahorro en alimentación del teletrabajador.
Para las mujeres, y en especial las madres trabajadoras, la flexibilidad laboral potencialmente presenta importantes ventajas. Para ellas, la flexibilidad laboral provee un mayor balance entre lo profesional y lo familiar y un aumento de su calidad de vida. Para las empresas, esto se traduce en disminución de la rotación laboral y retención del talento.
Según una encuesta realizada por la firma consultora Deloitte, a 100 empresas, para el estudio “Mujeres 2017: una radiografía de las ejecutivas ecuatorianas” las empresas indicaron que en relación a políticas de flexibilidad laboral que ofrecen a madres ejecutivas un 33 por ciento provee permisos especiales por eventos familiares, un 23 por ciento ofrece flexibilidad de horarios, un 19 por ciento ofrece lo que exige la Ley (periodo de maternidad y lactancia) y un 13 por ciento trabajo desde casa. Un 9% indicó que no tiene políticas. Estas cifras sugieren que hay espacio para mejorar.
El Banco Interamericano de Desarrollo en Ecuador apoya variadas iniciativas que promueven la igualdad de género. “Lila Working Moms”, la primera bolsa de empleo en el país que buscó capitalizar la nueva normativa laboral, se dedica a proporcionar apoyo a mamás profesionales y a direccionar a aquellas empresas interesadas en ser familiarmente responsables. Según una encuesta realizada por la empresa en 2016, los modelos flexibles de trabajo más buscados por las madres son medio tiempo, teletrabajo y trabajo sobre resultados o por proyectos. El 82% de las encuestadas opinó que es muy importante, en su decisión de escoger la empresa donde trabajar, el saber que ésta implementa políticas amigables para madres.
También existen herramientas innovadoras como la Empresarial de Género, alineada con los Principios de Empoderamiento de las Mujeres WEPs (por sus siglas en inglés) y proyecto conjunto del Banco Interamericano de Desarrollo en alianza con ONU Mujeres y el Pacto Global. Esta plataforma gratuita permite que las empresas se autoevalúen, tomen decisiones informadas y promuevan políticas a favor de la igualdad. Quito fue ciudad piloto durante el desarrollo de esta herramienta para el que se efectuaron talleres con alrededor de 60 empresas privadas.
Definitivamente hay tendencias regionales y mundiales que buscan alternativas para la implementación de trabajos flexibles dirigidas a varios grupos de la sociedad, incluyendo mujeres. Esto requiere romper con modelos tradicionales de trabajo para el beneficio tanto de empresas como de trabajadores. Ecuador trabaja para avanzar esta importante agenda con iniciativas de vanguardia. Se espera que este tipo de proyectos continúen fomentando sociedades inclusivas, con equidad de género y productivas a lo largo de toda la región.
Andrea Durango es Consultora de Comunicación del BID en Ecuador.
Nota publicada en el blog “¿Y si hablamos de igualdad?” del Banco Interamericano de Desarrollo BID, reproducido en PCNPost con autorización.
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SOURCE: Los Blogs del BID
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