América Latina y el Caribe tiene un difícil dilema que resolver. El aumento del ingreso nacional está alimentando las demandas de más y mejores servicios públicos. Al mismo tiempo, dado que numerosos gobiernos incrementaron el gasto durante los años del auge de las materias primas y ahora se enfrentan a condiciones externas menos favorables, tendrán que ajustarse. En un contexto de factores externos adversos, hay presiones para buscar fuentes internas de crecimiento. ¿Qué se puede hacer para que las cuentas cierren?
Nuestro nuevo informe insignia, Mejor gasto para mejores vidas, sostiene que la clave consiste en hacer más con menos y reasignar el gasto sin hipotecar el futuro. Nada indica que la región no pueda dar ese salto. Sin embargo, los gobiernos tendrán que llevar a cabo reformas muy necesarias que aseguren un gasto más inteligente y más eficiente, a la vez que explican a sus ciudadanos las medidas adoptadas. Una mayor eficiencia tendría numerosos beneficios. Entre otras cosas, podría crear un círculo virtuoso si se convence a los ciudadanos de que pueden confiar en su gobierno para invertir sus impuestos de manera adecuada a largo plazo, en lugar de desperdiciarlos en malgasto y corrupción.
Se precisa un mayor gasto de capital
Uno de los grandes perdedores en cuanto al gasto público ha sido el gasto de capital, un ingrediente clave para el crecimiento. Gran parte del aumento del gasto público durante los años del auge de las materias primas se orientó hacia el gasto corriente, no hacia el gasto de capital. Además, en tiempos de consolidación fiscal, el peso del ajuste recaería en los recortes del gasto de capital, aunque el impacto de este en el producto –su efecto multiplicador– es mucho mayor que el del gasto corriente. La inversión privada, otro motor clave del crecimiento, también se ve afectada, dado que los inversionistas privados se muestran reacios a colocar su dinero en lugares con un bajo gasto de capital, donde podrían encontrar caminos y puertos de calidad inferior.
Este problema de la asignación del gasto se vuelve evidente cuando se observan los números: entre 1980 y 2018, el gasto corriente per cápita en América Latina y el Caribe aumentó en un 72%, incremento que coincide con el resto del mundo. Sin embargo, el gasto de capital per cápita en términos reales permaneció estancado. En realidad, como porcentaje del gasto total, disminuyó significativamente: más que el de cualquier otra región desarrollada o en desarrollo.
Invertir en la infancia y el futuro
Otra manera de no comprometer el futuro es invirtiendo en los niños, el pilar de la acumulación del capital humano y el crecimiento. Sin embargo, cuando analizamos cuánto gasta la región en los niños en relación con la tercera edad, emergen algunas cifras que llaman la atención: en promedio, la región gasta US$4.000 en cada jubilado, pero solo US$1.000 en cada niño. Esto exige lograr un mejor equilibrio en cuanto al gasto de la región en el presente en relación con el futuro.
Si se requieren ajustes, hay varias fuentes de ineficiencia que se pueden abordar para generar ahorros considerables. Aquí es donde interviene el “hacer más con menos”. Si tomamos tres componentes clave del gasto público, a saber, el gasto salarial, las transferencias y las adquisiciones públicas, en el informe se observa que, en promedio, la región podría ahorrar hasta el 4,4% del PIB si esos gastos se realizaran de manera eficiente. Las diferencias salariales entre el sector público y el privado, sobre todo para los trabajadores de baja calificación, se acercan en promedio al 25%, lo que significa que el sueldo de un trabajador del sector público es un 25% más alto que el de su contraparte en el sector privado. Además, varias transferencias, incluidas las transferencias monetarias y las pensiones no contributivas –que en principio deberían beneficiar a los pobres– acaban en manos de quienes no son pobres. Estas filtraciones deberían evitarse. Sin embargo, otro tema es el de las adquisiciones públicas: hasta el 17% de las mismas podría ser el resultado de precios inadecuados o de la corrupción.
Con este tipo de desempeño, no sorprende que los ciudadanos tengan poca confianza en el gobierno. Sin embargo, nuestro informe va más allá y analiza qué tipo de gasto demandan los ciudadanos cuando la confianza en el gobierno es baja. La conclusión clave es que en estos casos los ciudadanos prefieren las transferencias en lugar de incurrir en gastos a largo plazo más rentables, como las inversiones en educación o infraestructura, que pueden materializarse o no. En este sentido, viene al caso el viejo proverbio: “es preferible tener un pájaro en la mano que cien volando”.
La importancia de las instituciones democráticas en este esfuerzo es crucial. La mayoría de las personas de la región vive en democracias bien establecidas. Sin embargo, las instituciones legislativas tienden a ser débiles, y proporcionan escasos incentivos para que los miembros del Congreso construyan una carrera. Esto conduce a la incapacidad de pensar a largo plazo y de forjar negociaciones intertemporales que pueden ser clave para apoyar gastos a largo plazo. Por ende, tanto del lado de la demanda como del lado de la oferta del gasto, las transferencias le ganan a la acumulación de capital humano y físico, o –en otras palabras– el presente le gana al futuro.
Mayor eficiencia para quebrar el círculo vicioso
Una mayor eficiencia en el gasto es la única manera de romper este círculo vicioso. Los gobiernos tienen que ser capaces de hacer más con menos o con la misma cantidad de recursos. Deben mostrar que pueden producir mejores servicios y, en el proceso, deben ganarse la confianza de las personas en lo que se refiere a su capacidad de realizar inversiones a largo plazo que mejorarán el bienestar de los ciudadanos. Esto requerirá cambios, que abarcan desde nuevas reglas fiscales para proteger la inversión de capital hasta transformaciones en las instituciones políticas en pos de un progreso a largo plazo por encima de intereses de corto plazo.
También puede llevar a la creación de mecanismos que permitan que los ciudadanos monitoreen de manera más adecuada el gasto público. Eventualmente, no hay alternativas. Si América Latina y el Caribe quiere romper con su caída de la productividad y alcanzar los niveles de vida de países más desarrollados, tiene que hacer más con menos, aumentar el gasto de capital y fijar su mirada en el futuro.
Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora