Por: Andrés Martínez Zalamea.
Casi medio millón de personas que hacen parte de la comunidad wayuu de La Guajira tienen que soportar, a lo largo de todo el año, temperaturas que oscilan entre 35 y 42 grados centígrados. Este hecho ha agravado en gran medida la situación de desabastecimiento crónico de agua que sufre el departamento más al norte de Colombia, en el que dos años de sequía han recrudecido los veranos habitualmente inclementes.
Cifras de la Procuraduría General revelan que la falta de agua ha puesto en riesgo de desnutrición a alrededor de 15 mil niños wayuu, comunidad que persiste en sus territorios históricos a pesar de la situación de precariedad, empeorada por la privatización de uno de los principales afluentes de la región: el río Ranchería. A lo que se suma la dificultad de acceso a la zona para carrotanques cargados con agua y, en general, la ausencia de políticas de Estado efectivas.
Al otro lado del Océano Atlántico, ha emergido una solución que podría ayudar a mejorar este panorama desalentador. Por medio de la utilización de elementos de la naturaleza y sin necesidad de maquinaria pesada o especializada, se podría obtener agua, literalmente, del aire mismo.
Se trata del fruto del ingenio de Antonio Vittori, arquitecto y diseñador industrial italiano, quien en 2012 con su compañía Architecture and Vision creó Warka Water, una torre de bambú y materiales biodegradables con capacidad de recolectar agua de niebla, rocío, lluvia y humedad del ambiente, y así obtener agua potable en zonas donde la escasez del líquido vital perjudica la calidad de vida de los pobladores.
Vittori, considerado como uno de los “Leonardo da Vinci” de la actualidad por el Museo de Ciencia e Industria de Chicago, ha trabajado en diversos proyectos, como el diseño de la cabina del Airbus A380 (actualmente uno de los aviones más grandes en el mundo) y el metro de Nápoles, así como en otros comparativamente más ambiciosos, entre los que resaltan los diseños de MoonBase 2, un hábitat humano inflable para permitir una investigación prolongada en la superficie de la luna; y MarsCruiserOne, un laboratorio sobre ruedas que permitiría la exploración humana en Marte.
Sin embargo, este arquitecto admite que “de los más de cien proyectos que ha realizado con mi compañía, Warka Water es el que se ha llevado la mayoría del tiempo y los recursos”. Así afirmó el italiano durante su visita la Universidad del Norte el 22 de febrero, donde presentó el módulo de recolección de agua ante profesores e investigadores de los programas de Diseño, Arquitectura e Ingeniería de la institución, con miras a una posible implementación de Warka en el departamento de La Guajira.
¿Cómo funciona Warka?
Warka Water es una torre de bambú de 10 metros de altura que tiene la capacidad de recoger hasta 100 litros de agua potable del aire al día, a través de un tejido de seda que cuelga en su interior y que extrae el agua potable por condensación, en un proceso que no requiere del uso de electricidad. La estructura tiene un peso de solo 60 kg, se compone de cinco partes que se ensamblan manualmente desde la base a la cima, y es asegurada al suelo por medio de ocho cuerdas. Se puede erigir por solo seis personas sin el uso de andamios o maquinaria, y puede almacenar hasta 3000 litros de agua.
Su nombre, Warka, proviene del árbol del mismo nombre que tradicionalmente ha hecho parte del ecosistema y cultura de Etiopía, país donde se instaló un prototipo de la estructura. En esta república en el oriente de África, las mujeres y niños caminan varias horas entre el sistema montañoso que compone gran parte de su territorio para conseguir agua que muchas veces no es apta para tomar.
El Warka para los etíopes es una institución y bajo su sombra se realizan actividades públicas. Por ello Warka Water posee en su tope un toldo que además de ofrecer sombra a las personas que extraen el agua, crea un nuevo lugar social para reunirse en comunidad.
Cada torre tiene un precio de US$1,000 , cifra que puede variar dependiendo del costo de la labor y los materiales de cada lugar. Por medio de plataformas de crowdfunding (financiación colectiva), Vittori y compañía han logrado recaudar US$45,000 para seguir desarrollando el proyecto alrededor del mundo.
“Es una intervención muy pequeña lo que hemos hecho en Etiopía. Es una sola torre construida en comunidad, que pertenece a la comunidad y es mantenida por ellos. Se deberán construir muchas para hacer una diferencia, pero lo importante es dar el ejemplo de no preocuparse por conseguir ganancias inmediatas. El éxito está en explorar posibilidades para buscar la mejor ayuda posible para la gente”, expresó Vittori.
El italiano ha construido una docena de torres en diferentes países para diferentes ejercicios, que van desde exhibiciones de tecnologías novedosas hasta talleres. “El objetivo no era ayudar a la gente directamente, sino desarrollar y esparcir nuestro mensaje para traer más gente al proyecto, pero hemos empezado a llevar las torres a lugares donde se necesitan, como la villa en Etiopía”, expresó.
Intervención en La Guajira:
Vittori señala que su visita a Colombia se dio luego de recibir diversas invitaciones de representantes del sector privado del país para implementar el Warka Water en La Guajira e intentar paliar la sequía que se vive en la región. “Finalmente logramos hacer la visita para tener una idea de lo que sucede allá, porque es difícil solamente imaginarse la situación”, manifestó el arquitecto, quien estuvo una semana en el departamento, atravesando su geografía de sur a norte para lograr un mejor entendimiento de la situación que allí acaece.
“Quisiera que se construyeran torres en La Guajira. Es un ambiente que representa un reto muy grande, pues son condiciones totalmente distintas a las de Etiopía. Pero la idea no es tener una solución para todos los lugares, sino adaptarlo de acuerdo a la condición”, afirmó.
“No será fácil, pero quisiera que hiciéramos el intento y no renunciar solo porque es difícil. Pero para ello necesitamos la ayuda de muchas personas”, agregó Vittori, añadiendo que sería un gran ejercicio de aprendizaje, una vez se consiga el apoyo económico y los recursos para constituir el equipo humano para que esto suceda.
“Hemos hablado con el director de Investigaciones de la Universidad y nos ofreció una posibilidad de que uno de sus estudiantes venga a nuestro laboratorio en Italia para que trabaje dos meses en el proyecto. También me invitaron a realizar un workshop con la Universidad para hacer que este proyecto suceda con su apoyo. La posibilidad ya está en el aire, vamos a ver si lo podemos lograr”, concluyó.
Nota publicada en UnNorte, publicación mensual de la Universidad del Norte, reproducida en PCNPost con autorización.
SOURCE: UnNorte
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