Un virus que afecta a las algas verdes altera ligeramente algunas capacidades mentales en los humanos, revelaron investigadores estadounidenses, quienes subrayaron que en la etapa actual no debe ser considerado un peligro para la salud pública.
El organismo llamado ATCV-1 (Acanthocystis turfacea Chlorella), hasta ahora considerado inofensivo, fue descubierto en la garganta de personas en buen estado de salud a las que aparentemente “afectó ligeramente un conjunto de funciones cognitivas, entre ellas el procesamiento de informaciones visuales y el sentido de la orientación”.
Estos resultados preliminares recientemente publicados en las Actas de la Academia de Ciencias de Estados Unidos ilustran la capacidad de ciertos micro-organismos de provocar cambios psicológicos sin causar una enfermedad, explicaron los investigadores.
“Se trata de un ejemplo sorprendente que muestra que un micro-organismo aparentemente inofensivo presente en nuestro cuerpo puede afectar nuestro comportamiento y nuestra cognición”, dijo el doctor Robert Yolken, virólogo del centro hospitalario universitario Johns Hopkins en Baltimore y principal autor del trabajo.
Sin embargo, según dijo a la AFP en un correo electrónico, los científicos no creen que “el virus deba ser considerado en este estadio como una amenaza a la salud pública”.
En el marco de otro estudio, este científico y su equipo descubrieron la presencia del virus ATCV-1 por casualidad al analizar el ADN de los virus y bacterias que forman la flora microbiana en la garganta de 92 personas sanas.
El virus, conocido por infectar las algas verdes presentes en los mares, lagos y océanos, estaba presente en 42 de los 92 casos.
El grupo infectado por este virus tuvo peores resultados en una serie de pruebas que medían la rapidez del procesamiento de informaciones visuales por parte del cerebro.
Luego los investigadores transmitieron el virus a ratones para analizar cómo afectaba su capacidad de realizar ciertas tareas y constataron efectos similares a los observados en los humanos. Por ejemplo, los ratones afectados tenían más dificultades para encontrar su camino en un laberinto y menor capacidad de atención.
Un análisis de sus tejidos cerebrales mostró cambios en la expresión de varios genes en el hipocampo, donde se asienta la memoria y la orientación espacial. (AFP)
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