Por: Francisco Manrique.
En menos de seis meses, es insólito haber estado físicamente presente en los lugares donde se produjeron unos resultados históricos que van a marcar un cambio fundamental en el destino de tanta gente. Más impresionante aún, cuando lo que sucedió, fue tan distinto a lo que pronosticaban las encuestas, los analistas, los medios y otros formadores de opinión a nivel nacional e internacional.
La falta de liderazgo de los políticos, y la sensación de que el sistema les falló a personas con menor educacion, le ha abierto la puerta a demagogos y populistas sin escrúpulos como Trump. Apelando a los instintos más primarios, han sabido atizar la cultura machista, el fuego del miedo, el odio y la desconfianza, contra todo lo que no sea conocido, tenga el mismo color de piel y creencias religiosas similares.
Y como las ondas que producen un tsunami, los efectos tienen altas probabilidades de golpear las costas en otras latitudes, re configurando el panorama geopolítico y económico mundial de manera fundamental.
Creo que me quedó corto al afirmar, que en el caso de los resultados de las elecciones americanas, es un verdadero tsunami cuyas consecuencias se van a sentir por muchos años en todos los rincones del planeta. Hemos presenciado el USAexit de la primera potencia mundial. Algo que seveía impensable, multiplica la gran incertidumbre internacional. Si esto hubiera sucedido en el Congo a nadie le importaría, pero sucedió en los Estados Unidos, que hasta el martes pasado, fue un referente para las democracias en el mundo, y que hoy es una luz que se apagó.
La elección de Trump destruyó de un plumazo la credibilidad de este país como faro de la democracia. Una cosa es haber tenido a un inepto como Busch en la Presidencia, otra muy diferente es tener a un personaje como Trump, elegido por sesenta millones de norteamericanos que perdieron su norte ético. No todos los días se elige en el país más poderoso del planeta a un presidente que se siente orgulloso de agredir sexualmente a las mujeres, no pagar impuestos, mentir descaradamente sin ruborizarse, descalificar a los emigrantes, e ir en contravía de procesos históricos que le han dado legitimidad y respeto mundial a su país como la OTAN. Y para rematar, alguien con inmensos conflictos de interés.
Esta es la realidad con la cual se despertaron los norteamericanos al día siguiente de las elecciones, a pesar de que Clinton ganara el voto popular por más de 200.000 personas, pero perdió el conteo del colegio electoral. Se repitió la historia de Gore y Busch en el 2000 con resultados que hoy son los causantes del desastre del Medio Oriente, de la crisis económica del 2008, y las bases del desbarajuste al proceso electoral que ha creado Trump.
De manera impresionante, votaron a favor de Clinton los afroamericanos, los latinos, la gente mejor preparada y más cosmopolita de ese país. Pero al igual que en el caso inglés, los jóvenes que ejercieron su voto, de manera abrumadora también lo hicieron a su favor. La misma division del Brexit que demuestra las profundas fracturas de clase, género y edad, que hoy puso patas arriba al sistema político americano.
David Brooks es un respetado columnista del New York Times, que escribía en estos días sobre los resultados electorales en su país, comentaba lo siguiente:
La mala noticia es que, para hacer lo anterior, Trump es la persona totalmente inadecuada: es impaciente, combativo, intolerante, divisivo, narcisista, ignorante, superficial, inexperto en el arte del gobierno, poco sutil y sin escrúpulos. Para este personaje, el ganar es un juego de suma cero donde todo vale. Cuando él gana los demás pierden. Los escándalos lo preceden, las tres bancarrotas y las víctimas de sus abusos hablan elocuentemente de su trayectoria como hombre de negocios. Este dechado de virtudes será el presidente numero 45 de la democracia más antigua del mundo.
A todas estas personas, en su mayoría hombres, les vendió la idea de su capacidad de corregir el rumbo que perciben como negativo de su país, para “hacer nuevamente grande a America”. Esta estrategia calculada buscó reforzar la posición de víctimas de estos votantes, desconociendo olímpicamente que la realidad estadística no confirma la percepción catastrófica que Trump utilizó.
Una visión complementaria del cambio que quieren, quienes votaron por Trump, podría ser la siguiente: exigían una disrupción radical sin importarles quién era el agente de cambio que los representara. Tampoco se preguntaron si esa persona podía ser el modelo de rol para sus hijos, o si tenía la experiencia y la habilidad de ejecutar sus planes en caso de que los tuviera.
Trump les vendió la esperanza de volver al pasado pero sin decirles la verdad: por más presidente que sea del país más poderoso del mundo, hay realidades que no puede cambiar. Y si no, que le pregunten a sus antecesores en el cargo para que dimensionen las limitaciones que enfrentan. Y más en una sociedad abierta como la norteamericana.
Como lo que le gusta es ganar, veamos que debería hacer y porque el escepticismo es tan grande, de quienes conocen su trayectoria. Durante sus cuatro largos años que tiene por delante, Trump debe de sanar y no dividir, dejar de mentir compulsivamente para decirle a sus seguidores la verdad que no quieren oír: vivimos en un mundo complejo, diverso e interconectado por la tecnologia, y no en una sociedad aislada, homogénea y con un mesías que los va a hacer grandes de nuevo,pero sin explicar el como lo va a lograr.
Y si lo anterior es bien difícil en el caso de Trump, el siguiente punto es casi un imposible. Su historia muestra un comportamiento donde la ética no existe. Los caso documentados, que salieron a la luz pública en esta campaña tan vergonzosa, así lo demuestran sin ninguna discusión.
Temas que eran tabú para cualquier político, con Trump quedaron legitimados. Tres veces divorciado y un infiel empedernido, con 13 mujeres que lo han denunciado por acoso sexual, y con su tercera esposa, hoy primera dama, con un pasado bastante controversial. Esto de por sí le a generado un repudio de millones de personas a nivel nacional e internacional.
Pero como lo informa Semana, es además un personaje que ha utilizado todos los atajos posibles para ganar un dólar más. Sin sonrojarse afirma que el no pagar impuestos es una señal de su inteligencia empresarial. Es todo un marrullero como caracterizamos en nuestro medio a alguien así.
Durante toda su vida, Trump se acostumbró a que podía violar las normas éticas y no pagar el precio por hacerlo. Su despreció por la verdad lo demuestra una y otra vez. Para este personaje, no aplican el cumplimiento de la normas mínimas de descendía porque ha visto que no hay necesidad y tampoco un costo que pagar. La impunidad total.
A todo lo anterior hay que añadir su ignorancia y falta de experiencia en temas críticos para el manejo de un país tan complejo como son los Estados Unidos, además de un temperamento explosivo, poco reflexivo y acostumbrado a salirse siempre con las suyas.
Es una mezcla que convierte a Trump en un personaje tremendamente peligroso para los americanos y el mundo en general.
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